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                                                                                                                                Para ahogarse de realidad. Para renunciar a la pose. Para morirse a la izquierda

                                                                                                                                “Aunque me muera a la izquierda” es la más reciente novela de Fernando Araújo Vélez, escritor, columnista y editor de El Magazín Cultural de El Espectador. Un texto sobre los descubrimientos de Verónica Domínguez, alias Emilia, y las cartas de Martín Enciso, los personajes principales de este libro.

                                                                                                                                Laura Camila Arévalo Domínguez

                                                                                                                                Editora de El Magazín cultural
                                                                                                                                Fernando Araújo Vélez también es autor de la novela "Y por favor miénteme".
                                                                                                                                Foto: Nelson Sierra
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Podría interesarle leer: Historia de la literatura: “La vorágine”

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Podría interesarle leer: En una pelea de boxeo callejero en Bogotá

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Parecieron golpes. Se sintieron como golpes las cartas de don Martín. Y como puñaladas los hallazgos de Emilia. Porque él sacó sus frases de la experiencia. Y entonces dijo cosas como “no fuimos capaces de vernos y ver a los otros como eran, sino como queríamos vernos, y pasamos por alto los indicios, y después, muy después, nos sorprendimos por lo que descubrimos, sin comprender que descubrir era de lo que se trataba la vida, no de seguirnos engañando”, para hablar del desamor.

                                                                                                                                Le sugerimos leer: Los trucos de una carpintería secreta

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Podría interesarle leer: Banksy: cuando las paredes hablan

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                                                                                                                                Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖

                                                                                                                                Fernando Araújo Vélez también es autor de la novela "Y por favor miénteme".
                                                                                                                                Foto: Nelson Sierra
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Parecieron golpes. Se sintieron como golpes las cartas de don Martín. Y como puñaladas los hallazgos de Emilia. Porque él sacó sus frases de la experiencia. Y entonces dijo cosas como “no fuimos capaces de vernos y ver a los otros como eran, sino como queríamos vernos, y pasamos por alto los indicios, y después, muy después, nos sorprendimos por lo que descubrimos, sin comprender que descubrir era de lo que se trataba la vida, no de seguirnos engañando”, para hablar del desamor.

                                                                                                                                Le sugerimos leer: Los trucos de una carpintería secreta

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                                                                                                                                Pero ella habló desde la amargura. Se desilusionó y se percibió su rabia de niña ingenua que se convirtió en mujer a fuerza de tropiezos. Y dijo cosas como: “a mí no me viene la realidad, ni me viene, ni me va, no la aguanto, y usted representa la realidad, esa realidad vomitable que solo puede existir para romperla y cambiarla, para dinamitarla”. Y se las dijo a un tipo que le acababa de descubrir algunas verdades sobre algo importante para ella. Y se lo dijo con la ira en la cabeza y la frustración en la garganta. Ella, que fue impulsiva y algo errática y siempre tuvo una llama en el pecho que la llevó a cometer tantísimos errores, pero también la guio hacia lo que sabía que debía hacer: seguir y seguir y seguir para encontrar algo más grande que la meta de casarse y ser la señora Domínguez o la señora de alguien. Seguir y seguir y seguir para vivir y no permitir que la “vivieran”.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                El autor de este libro, que también escribió la novela “Y por favor miénteme”, y es el editor de El Magazín Cultural de El Espectador, dice que, para las convicciones, la repetición. Que después de hablar mucho, pero mucho tiempo, sobre un mismo tema, alguna frase queda. Alguna idea germina. Y que no solamente es suficiente con el habla o con la charla. Que hay que hacer. Que hacer es lo que, realmente, podría convertirse en la verdadera felicidad. O en una felicidad más digna. Que eso es lo que da la fortaleza para pelear, discutir, escribir. Y que muchas veces no importa si las palabras “venganza” o “vanidad” suenan mal. O desentonan en comparación con esas que suenan bien, como la humildad, que se ha vuelto tan popular, pero nadie sabe realmente qué significa o para qué sirve ser humilde. Que lo que hay que hacer es desentrañar esas que suenan mal y descubrir las verdaderas razones detrás de ser vanidosos y de querer venganza. Porque después de eso, de pensar, se descubre que hay venganzas grandes, esas que se ponen al servicio de todos y que no dañan directamente a nadie, pero que sí reivindican. Y que hay vanidades que alimentan egos, pero “habla de egos inmensos que le apuesten a la inmortalidad y no apelan a las mezquindades con las que ascendieron esos que ya sabemos”.

                                                                                                                                Podría interesarle leer: Banksy: cuando las paredes hablan

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                                                                                                                                El autor de este libro, que también escribe la columna de opinión “El caminante”, dice que la soledad es necesaria. La defiende y sostiene que nadie sabrá realmente quién es, hasta que se queda solo. Que si hay que posar de eso que se cree que es, la conclusión es sencilla: no se es. Y que lo importante es ser, pero para eso hay que luchar. Y que se lucha con voluntad. Y que la voluntad se trabaja. Que hay amores de chimenea y amores para crear obras. Que los segundos son los valiosos y que los primeros se acaban, siempre se acaban. Y que tienen finales tan destructivos y dramáticos, por las mismas razones por las que se iniciaron: las mentiras sobre el amor. Y que nada justifica nuestra negligencia: ni la violencia ni los gobiernos ni los desamores ni el machismo ni el abandono de nuestros padres. Y que no aprobarse es darle poder al resto. Y que la mayoría de ese “resto” tampoco se aprueba. Así que nadie tiene criterio. Que tener criterio es comenzar por aprobarse, y que después viene lo demás. Y que así se comienza a ser uno mismo. Uno en serio. Y que cada ley es una prohibición, pero como estamos enamorados de la palabra “libertad”, pero no sabemos qué significa, adoramos las leyes. Que no entendemos que “quien hace la ley, hace la trampa”, y que por eso, y por otras razones que dice a través de las cartas de don Martín, y de los hallazgos de Emilia, seremos unos títeres fanáticos de las leyes, hasta que comencemos a romper como ella, y a hacer como él.

                                                                                                                                Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖

                                                                                                                                Por Laura Camila Arévalo Domínguez

                                                                                                                                Periodista en el Magazín Cultural de El Espectador desde 2018 y editora de la sección desde 2023. Autora de "El refugio de los tocados", el pódcast de literatura de este periódico.@lauracamilaadlarevalo@elespectador.com
                                                                                                                                Ver todas las noticias
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