“Para ser voluntario debes tener claro que vas a cumplir un servicio”
La realizadora audiovisual, quien hizo un voluntariado en Grecia y hará uno en Islandia, habla sobre su experiencia, los retos y aprendizajes que obtuvo, y da algunas recomendaciones para quienes quieran emprender este camino en territorio europeo.
Usted es realizadora audiovisual, ¿cómo terminó haciendo voluntariados en Europa?
Estudié cine y televisión en la Agustiniana y después me fui a hacer un máster a España en información y comunicación científica, porque quería hacer divulgación audiovisual científica. Siempre quise hacer voluntariados, pero pensaba en que primero tenía que terminar la universidad, luego debía ahorrar para terminar la maestría, entonces, al final, nunca lo hice. Cuando finalicé el máster me puse a buscar en España cómo hacer un voluntariado y encontré una organización que tiene un convenio entre todos los países europeos, y que cuenta con una página: European Solidarity Corps. Allí buscas voluntariados -hay varios de diferentes categorías y fechas-, y eso fue lo que hice.
¿Por qué siempre quiso hacer voluntariados?
Porque cuando era niña a mí mucha gente me ayudó en distintas cosas. Pensaba que debía retribuir eso. También porque, para mí, con el ejemplo se crea una onda expansiva. Estando en el voluntariado me di cuenta de que hacerlo multiplica esa ayuda. Cuando conoces a alguien que te ayuda y tienes la oportunidad de ayudar a alguien, te acuerdas de ese momento en que fuiste ayudado y quieres devolverlo al mundo. Además, cuando hice el voluntariado me di cuenta de que me gusta la vida en comunidad, el reto de tener un bien común y mayor a tu propia vida.
Hablemos sobre el voluntariado que eligió…
El voluntariado que realicé -y el único que he hecho hasta ahora- fue hace un año en Grecia, en una Christmas village, como un mercadillo navideño. Se trataba de economía circular. De los países de Europa Grecia no es el que mejor estabilidad económica tiene. Entonces, la organización con la que hice el voluntariado lo que busca es ayudar a recolectar comida y enviársela a personas con necesidades. También hacen una recolección de medicamentos y los clasifican para que las personas que no tienen acceso a la compra de estos puedan acceder a ellos. Allí estuve un mes, y al finalizarlo dije: “Me gustaría hacer otro”.
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¿Y por qué eligió ese voluntariado en Grecia y no otro?
A mí mamá y a mí nos gusta mucho la Navidad, y fuera de Colombia es muy duro pasar esta fecha. Por eso elegí ese voluntariado, porque sentía que iba a estar cerca de mi familia por la temática de la Navidad. Además, iba a trabajar con niños y mi mamá es docente, entonces tengo mucha facilidad para tratar con ellos. Así que me pareció que era el momento oportuno para sentirme como en casa y devolver esa semilla en una época tan importante como la Navidad.
¿Qué retos tuvo que enfrentar?
Estuve en Grecia en invierno, y en donde estábamos para bañarse había que calentar agua, creo que era dos horas en la mañana y tres en la tarde, sino te tocaba bañarte con agua fría. Para obtener agua caliente tenías que ir por madera, meterla en una caldera, lo que requería tiempo, no era algo eterno. Eso te hace ser consciente de los recursos, de que debes cuidarlo y de que vives en una comunidad, y al demorarte más le estás quitando la oportunidad a otra persona.
¿De qué más se dio cuenta?
Hay algo que toca recuperar mucho: el contacto de los padres con los niños. En el espacio de los juegos navideños intentaba que los papás se involucraran con sus hijos. Me parecía importante, porque notabas cómo cambia la actitud de los padres y los niños cuando tienen un momento íntimo entre ellos. Sentir el amor de la familia puede cambiarlo todo. Uno piensa que el voluntariado es solo para ayudar a la gente a la que le estás brindado un servicio, pero en realidad terminas ayudando a los mismos voluntariados a darse cuenta o a cambiar cosas en su vida.
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¿Qué cosas cree que han cambiado en su vida a raíz de ese voluntariado?
Me he vuelto alguien de mente más abierta. No recuerdo bien, pero éramos personas de ocho nacionalidades distintas, y había que entender por qué la gente actúa distinto a ti, también había que ceder, pero escuchando a las personas. Ahora intento ser más comprensiva con la vida de otros y apreciar más los recursos. Intento decirme que, si hay un desafío, al final todo pasa, se resuelve y está cambiando constantemente.
Desde su experiencia, ¿qué tan fácil es hacer un voluntariado en otro país?
En European Solidarity Corps están todos los países de Europa y ahí tienen unos requisitos. Por ejemplo, debes tener un visado europeo o tienes que ser europeo, ser menor de 30, enviar una carta de motivación, etc. Pero para mí lo más importante es que uno no puede hacer voluntariado pensando en que va a viajar, pasear o aprender un nuevo idioma, porque no es sostenible en el tiempo. Para ser voluntario debes tener claro que vas a cumplir un servicio. Además, no todos somos buenos voluntarios para cualquier cosa. Todos tenemos actitudes y aptitudes diferentes y debe ser uno consciente en qué puede aportar.
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Usted es realizadora audiovisual, ¿cómo terminó haciendo voluntariados en Europa?
Estudié cine y televisión en la Agustiniana y después me fui a hacer un máster a España en información y comunicación científica, porque quería hacer divulgación audiovisual científica. Siempre quise hacer voluntariados, pero pensaba en que primero tenía que terminar la universidad, luego debía ahorrar para terminar la maestría, entonces, al final, nunca lo hice. Cuando finalicé el máster me puse a buscar en España cómo hacer un voluntariado y encontré una organización que tiene un convenio entre todos los países europeos, y que cuenta con una página: European Solidarity Corps. Allí buscas voluntariados -hay varios de diferentes categorías y fechas-, y eso fue lo que hice.
¿Por qué siempre quiso hacer voluntariados?
Porque cuando era niña a mí mucha gente me ayudó en distintas cosas. Pensaba que debía retribuir eso. También porque, para mí, con el ejemplo se crea una onda expansiva. Estando en el voluntariado me di cuenta de que hacerlo multiplica esa ayuda. Cuando conoces a alguien que te ayuda y tienes la oportunidad de ayudar a alguien, te acuerdas de ese momento en que fuiste ayudado y quieres devolverlo al mundo. Además, cuando hice el voluntariado me di cuenta de que me gusta la vida en comunidad, el reto de tener un bien común y mayor a tu propia vida.
Hablemos sobre el voluntariado que eligió…
El voluntariado que realicé -y el único que he hecho hasta ahora- fue hace un año en Grecia, en una Christmas village, como un mercadillo navideño. Se trataba de economía circular. De los países de Europa Grecia no es el que mejor estabilidad económica tiene. Entonces, la organización con la que hice el voluntariado lo que busca es ayudar a recolectar comida y enviársela a personas con necesidades. También hacen una recolección de medicamentos y los clasifican para que las personas que no tienen acceso a la compra de estos puedan acceder a ellos. Allí estuve un mes, y al finalizarlo dije: “Me gustaría hacer otro”.
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¿Y por qué eligió ese voluntariado en Grecia y no otro?
A mí mamá y a mí nos gusta mucho la Navidad, y fuera de Colombia es muy duro pasar esta fecha. Por eso elegí ese voluntariado, porque sentía que iba a estar cerca de mi familia por la temática de la Navidad. Además, iba a trabajar con niños y mi mamá es docente, entonces tengo mucha facilidad para tratar con ellos. Así que me pareció que era el momento oportuno para sentirme como en casa y devolver esa semilla en una época tan importante como la Navidad.
¿Qué retos tuvo que enfrentar?
Estuve en Grecia en invierno, y en donde estábamos para bañarse había que calentar agua, creo que era dos horas en la mañana y tres en la tarde, sino te tocaba bañarte con agua fría. Para obtener agua caliente tenías que ir por madera, meterla en una caldera, lo que requería tiempo, no era algo eterno. Eso te hace ser consciente de los recursos, de que debes cuidarlo y de que vives en una comunidad, y al demorarte más le estás quitando la oportunidad a otra persona.
¿De qué más se dio cuenta?
Hay algo que toca recuperar mucho: el contacto de los padres con los niños. En el espacio de los juegos navideños intentaba que los papás se involucraran con sus hijos. Me parecía importante, porque notabas cómo cambia la actitud de los padres y los niños cuando tienen un momento íntimo entre ellos. Sentir el amor de la familia puede cambiarlo todo. Uno piensa que el voluntariado es solo para ayudar a la gente a la que le estás brindado un servicio, pero en realidad terminas ayudando a los mismos voluntariados a darse cuenta o a cambiar cosas en su vida.
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¿Qué cosas cree que han cambiado en su vida a raíz de ese voluntariado?
Me he vuelto alguien de mente más abierta. No recuerdo bien, pero éramos personas de ocho nacionalidades distintas, y había que entender por qué la gente actúa distinto a ti, también había que ceder, pero escuchando a las personas. Ahora intento ser más comprensiva con la vida de otros y apreciar más los recursos. Intento decirme que, si hay un desafío, al final todo pasa, se resuelve y está cambiando constantemente.
Desde su experiencia, ¿qué tan fácil es hacer un voluntariado en otro país?
En European Solidarity Corps están todos los países de Europa y ahí tienen unos requisitos. Por ejemplo, debes tener un visado europeo o tienes que ser europeo, ser menor de 30, enviar una carta de motivación, etc. Pero para mí lo más importante es que uno no puede hacer voluntariado pensando en que va a viajar, pasear o aprender un nuevo idioma, porque no es sostenible en el tiempo. Para ser voluntario debes tener claro que vas a cumplir un servicio. Además, no todos somos buenos voluntarios para cualquier cosa. Todos tenemos actitudes y aptitudes diferentes y debe ser uno consciente en qué puede aportar.
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