“Participar en la Mostra de Venecia implica abrir el camino”
Con Floating with Spirits, una experiencia en Realidad Virtual, la directora bogotana participa en Venice Immersive, una significativa sección de esta cita cinematográfica.
Janina Pérez Arias
Juanita Onzaga (Bogotá, 1991) quiere que sientas los espíritus de la naturaleza, de los ancestros, de los que ya no están con Floating with Spirits, una experiencia en Realidad Virtual que forma parte de la sección competitiva Venice Immersive de la Mostra de Venecia.
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Juanita Onzaga (Bogotá, 1991) quiere que sientas los espíritus de la naturaleza, de los ancestros, de los que ya no están con Floating with Spirits, una experiencia en Realidad Virtual que forma parte de la sección competitiva Venice Immersive de la Mostra de Venecia.
La realizadora bogotana se sumergió en la comunidad mazateca en México para desarrollar este proyecto cuyo resultado son 30 minutos de una verdadera explosión de sensaciones y emociones. Para Onzaga, formada en Europa y conocida por los cortometrajes La jungla te conoce mejor que tú mismo y Nuestro canto a la guerra, es la primera vez que recurre a la Realidad Virtual.
Emocionada con este gran reto que ha representado Floating with Spirits, Juanita Onzaga revela algunos detalles de su trabajo y su alegría de retornar por el cine a Colombia.
¿Cuáles fueron tus intenciones de hacer Floating with Spirits como una experiencia inmersiva?
Mi trabajo se fundamenta en la exploración de qué es la percepción de lo real, qué es lo real y cómo se le puede dar una forma cinematográfica a lo invisible. La realidad virtual es un medio en el cual uno no solamente está viendo lo invisible, sino que la propia percepción nuestro cuerpo entra en osmosis con aquello que está viendo. La mirada y la curiosidad de cada persona que ve el VR [Virtual Reality] es lo que determina qué ve y cómo ve a los espíritus.
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La experiencia partió como a una intención de acercar a las personas, a su intimidad, preguntarse dónde viven los ancestros y los muertos, cómo hacer las paces con la muerte o con aquellos que amamos que se han ido. Por medio de todo lo que nos compartieron las sabedoras y los sabedores de la cultura mazateca, nos permite adentrarnos en una visión donde no hay una separación entre el cuerpo de uno y los cuerpos del mundo natural que están vivos casi como si fueran seres como nosotros. Y la experiencia de realidad virtual inmersiva permite pues sentir todo eso.
Una experiencia inmersiva va en contra de la poca concentración y distracciones de los espectadores. ¿Es un poco ir contra la corriente?
Creo que es importante ir un poco a contra contracorriente, no solamente en relación a la industria del cine, sino también en cuanto la libertad creativa en cada proyecto. También es muy importante que la exploración artística sea libre y la percepción justamente depende de la concentración. Cuando le pides a alguien estar concentrado, usando un headset para introducirse en este mundo, es una manera de entrar muy profundamente en la cabeza de las personas. Para mí la realidad virtual tiene esa fuerza y justamente, por eso es fundamental lo que le estamos narrando, lo que te estamos haciendo sentir, con qué te estamos conectando.
Este es tu primer proyecto de Realidad Virtual, ¿qué significa para ti que se presente en la Mostra de Venecia, donde le dan mucha importancia a este tipo de trabajos?
Venecia es la mejor plataforma para estrenar y poder llegar a muchas muchas personas, como también es una oportunidad para mostrar el trabajo de todo mi equipo, así como todo lo que me enseñaron las sabedoras y sabedores de la comunidad mazateca (Oaxaca, México).
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Más allá pues del glamour y la belleza que implica Venecia, estar aquí permite establecer contactos y darle visibilidad a tu trabajo. Acabamos de firmar Astrea que es el distribuidor más importantes para inmersivo, es súper importante porque mi trabajo está hecho pero ahora tiene que moverse y viajar.
Cuando estoy creando intento ser muy intuitiva, los procesos de las películas a veces toma más tiempo de lo pensado, pero este tipo de reconocimientos es muy importante para mí para y mi equipo porque quiere decir que es todo el trabajo que hemos hecho, se está valorando, y sobre todo lo bello es la reacción de la gente que ha hecho la experiencia.
¿Cómo surgió Floating with Spirits?
Hace unos cinco años coincidí en la Berlinale tuve unas conversaciones con unos amigos mexicanos sobre los rituales de muerte. Yo había acabado de rodar Nuestro canto a la guerra (2018) y ellos me contaron muchas historias del Día de Muertos en Huautla, donde la celebración es precolonial y muy distinta a como se hace en el resto de ese país. Me atrajo mucho porque era como ir al al centro, a la raíz, al mismo tiempo de esa región proviene María Sabina, quien fue una de las primeras chamanas que abrió todo el conocimiento sobre los hongos sagrados en los 60s. Esos amigos de la productora Colmena se convirtieron en los productores ejecutivos de Floating with Spirits.
Esta es una producción belga-holandesa-luxemburguesa. ¿A qué se debe que no haya participación colombiana?
Me fui a los 18 años a Bélgica para estudiar Dirección de Fotografía, luego Artes Audiovisuales. Desde hace cuatro años estoy viviendo entre Colombia, México y Bélgica, aunque en este momento estoy más en Colombia.
Este es un proyecto que empecé justamente hace cuatro años y en aquel entonces estaba trabajando con las productoras de Cassette for timescapes, especializadas en este tipo de proyectos, lo desarrollé con ellos y por eso Bélgica es el país principal de producción. Por otra parte, en Colombia no hay fondos de coproducción minoritaria para creaciones como esta. En Bogotá se está trabajando con Realidad Virtual, como Álvaro Rodríguez o la gente de Tractor.
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En Colombia estoy desarrollando mi ópera prima, un corto e instalaciones, y justamente estoy filmando en el Amazonas colombiano.
El hecho de figurar en la Mostra de Venecia es una carta de presentación para que en Colombia te tengan más presente, ¿no?
Ya me toman en cuenta. He sido muy privilegiada de haber estado en los festivales de cine de Cannes, Berlín y Venecia. Aunque no es lo más importante. Para mí lo más fundamental es lo que las personas sienten y con lo que se quedan después de ver cada una de mis obras y mis cortos.
Tengo 32 años, soy mujer, me gusta abrirle paso a toda una generación de cineastas de chicas y chiques que hay en este momento en Colombia. Participar en la Mostra de Venecia también implica abrir el camino, no solamente para mí, sino para todas.
Has dicho que hace cuatro años volviste a Colombia está entre Colombia. ¿Por qué tomaste esa decisión?
Mi película me ha devuelto a Colombia y ha sido una experiencia bellísima porque siento que estoy viviendo muchas cosas que no había vivido durante mi veintena por estar haciendo mi carrera en Europa. Me hacía demasiado falta todo lo bueno y todo lo malo porque al fin también con eso es con lo que uno crea. En este tiempo que he estado viviendo entre Bogotá, el Amazonas y el campo en Cundinamarca, no había tenido nunca un año tan productivo en términos de creación, siento que fluyen las ideas. Es muchísimo más rápido mi proceso de realización porque si tengo una idea me voy con mi cámara de Super 8 al Amazonas, ruedo, vuelvo y edito, es más la intuición activa.
Colombia también es muy enriquecedor porque he estado trabajando con distintas personas; mis amigos son artistas, cineastas, nos ayudamos y colaboramos entre nosotros. En este momento de mi vida, por todas las colaboraciones, por todo lo es y lo que está viniendo, y también por mi opera prima, no quiero estar en ningún otro lugar que no sea Colombia.