Publicidad

Patrick Radden Keefe: periodismo, literatura y gente mala

En la sede del Hay Festival, que termina hoy, está Patrick Radden Keefe, escritor y periodista del The New Yorker. Es su primera vez en Cartagena y se ha dedicado a recorrer la ciudad con sus balcones, historias y colores en un enero que se niega a dejar los vientos alisios.

Pedro Mendoza
30 de enero de 2022 - 02:00 p. m.
"No es suficiente saber hacer una investigación y dársela al lector, tienes que saber contarla como una buena historia. Con este libro, es todo lo que hago", dice Patrick Radden Keefe.
"No es suficiente saber hacer una investigación y dársela al lector, tienes que saber contarla como una buena historia. Con este libro, es todo lo que hago", dice Patrick Radden Keefe.
Foto: Pedro Mendoza
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Es joven y no parece que llevara la carga del periodismo de investigación, profesión que lo ha conducido a escribir libros denunciando a una de las familias más poderosas en los Estados Unidos: los Sckler. Tres generaciones en el sector farmacéutico con un medicamento con miles de demandas en los estrados judiciales que condujo a la muerte por sobredosis a muchas personas.

“No escribo para especialistas que saben acerca bioquímica o farmacéutica. Mi deseo es escribir sobre personas reales y hacerlo de tal manera que, de pronto, quien no tenían interés en este tema, elija la historia y termine envuelto y atraído por los protagonistas y el drama”, cuenta el periodista.

Le sugerimos leer: Los “para siempre” de Raúl Zurita

Sabe de música y, antes de la pandemia, gastó mucho tiempo buscando al vocalista del grupo Scorpions, Klaus Meine, protagonista en un podcast de ocho capítulos que hizo sobre la CIA, el gobierno Ruso, bandas de rock y verdades periodísticas. “Escuché esta loca historia, la CIA escribió en secreto la canción “Wings of change”, así que decidí investigar y hacer el podcast”.

Me fui a su charla sobre la “degradación de la guerra” con Jon Lee Anderson , Pablo Montoya y Maria Jimena Duzan. Habló de la guerra en Irlanda del norte y su libro “No digas nada”, una de las pocas frases que se sabe en español.

Hoy, que termina esta versión del Hay Festival, caminará un rato por las calles para prepararse para el frio de Nueva York, ciudad en la que terminará su libro: una investigación periodística sobre personas muy malas.

“Conozco El Espectador”, me dijo Patrick Radden Keefe, así que lo invité a que comenzaramos la entrevista:

¿Cómo ha sido el oficio de escribir libros y ser periodista en The New Yorker? ¿Dónde se siente más cómodo ?

Creo que me gustan los dos. Escribir largos artículos en el The New Yorker, investigar continuamente. Gasto mucho tiempo en cada uno, tres meses, seis, un año. Luego están los libros. A veces, cuando gastas tanto tiempo en un artículo y llegas al final, sientes que necesitas arañar un poco más para llegar a la superficie, esos son los que trabajo para convertirlos en libros. He escrito tres que han comenzado como columnas para The New Yorker.

Podría interesarle leer: 1984: el poder de la palabra para controlar la realidad

Gabriel García Márquez, nuestro Nobel, empezó su trabajo como periodista aquí en Cartagena y luego en El Espectador. “Empecé siendo periodista porque lo que quería era ser periodista”, dijo. ¿Usted cómo se hizo periodista y cuándo se convirtió en escritor de libros?

Tengo que decir que me alegra que hayas mencionado a Gabriel García Márquez: cuando hablo en Estados Unidos de mi estilo de escritura o de lo que me gusta escribir digo que se trata de tomar algunas de las técnicas y aplicarlas a la no ficción, la realidad y el periodismo. Unos de los libros en los que pienso más seguido es “Noticia de un secuestro”. Habla de personas reales y terribles situaciones ocurridas aquí en Colombia, es una historia real, pero la cuenta de una forma increíble.

Hay una similitud en su historia con García Márquez: ambos estudiaron derecho, lo abandonaron y se quedaron escribiendo...

Cuando era joven quería escribir ficción, pero me di cuenta de que al principio no era muy bueno. En el fondo sabía que lo que quería era escribir, así que tuve que trabajar mucho y encontrar la manera de hacerlo y de que, además, me pagaran por ello. Eso tomó mucho tiempo. Fui a la escuela para estudiar derecho, pensé que no sería escritor. Cuando estaba en la universidad recibí un contrato para escribir mi primer libro y eso ya fue hace 20 años. Desde ese momento no dejo de escribir. La ambición más alta es escribir periodismo al mismo nivel de la literatura, no sé si lo logró cada día, pero es lo que trato de hacer.

*

Lleva para la entrevista una camisa azul, zapatos cómodos y se ha quitado el tapabocas. Estamos en un espacio que se conoce como la casa del Hay Festival. Hay libros, personas caminando y jazz en el fondo. Es temprano en esta Cartagena literaria.

Le pregunto por la investigación que lo llevó a escribir su libro “El imperio del dolor”. El mundo supo de la familia Sckler, reconocida en la industria farmacéutica. Los integrantes de tres generaciones se convirtieron en multimillonarios gracias a un opioide que se llamó Oxicontin, que provocó muchas muertes por sobredosis y demandas civiles en los Estados Unidos.

¿Cómo construyó con el periodismo y la literatura “El imperio del dolor”?

No es suficiente saber hacer una investigación y dársela al lector, tienes que saber contarla como una buena historia. Con este libro, es todo lo que hago. No escribo para especialistas que saben acerca de bioquímica o farmacéutica, mi deseo es escribir sobre personas reales y hacerlo de tal manera que, quien no tenía interés en este tema, elija la historia y termine envuelto y atraído por los protagonistas y el drama. Algo que amo de este tipo de escritura es que cuando la gente lo lee, incluso no tienen una conexión con la historia en particular, pero sí con sus propias vidas. Y esto es precisamente lo que me gusta de este trabajo, tú estás contando una historia en particular, pero hay elementos universales.

Cuando escribió “El imperio del dolor” empezó la pandemia. ¿Cómo fue escribir sobre los fármacos, el poder, pero además pensando en la vacuna del covid-19?

Fue realmente complicado porque soy muy crítico de la industria farmacéutica y las regulaciones del gobierno en esta industria, pero también creo que la vacuna es un milagro, un regalo, debemos aprovecharlo. Pienso que la industria farmacéutica hace buenas cosas y, al tiempo, hace cosas terribles, pero en este caso creo que la vacuna es algo bueno. Fue un momento muy interesante para escribir este libro porque todo estábamos pensando en la industria farmacéutica y en todo lo que hacía. Estoy vacunado.

Hablemos ahora de música, más exactamente de su conexión con el mundo del podcast. “Wind of chance”, una historia real de ocho capítulos de música, la CIA , espías y el estado ruso...

Me alegra que preguntes sobre eso. Qería hacer algo divertido así que escuché esta loca historia: la CIA escribió en secreto la canción “Wings of change”, decidí investigar y hacer el podcast. Lo realizamos justo antes de pandemia, en 2019, así que pude viajar a través del mundo. Fuimos a Rusia, Ucrania y Alemania a entrevistar bandas de rock y espías. Fue muy divertido.

El tema Wind of change, vientos de cambio, es del vocalista de Scorpions, Klaus Meine, ¿como fue encontrarlo y confrontar la información?

Si, tuve la oportunidad de conocer a Klaus en Hanover, su ciudad. Fuimos muy afortunados, trabajamos en este podcast por un año completo, desde comienzos 2019 hasta comienzos de 2020 y sabíamos que teníamos que encontrarnos con este tipo en Alemania, sabíamos que era la última para el último destino. Lo vimos en enero de 2020 y, justo después de eso, la pandemia se llegó, así que si hubiéramos esperado no hubiese sido posible verlo y la entrevista hubiera sido por Skype o Zoom. Fue muy agraciado, creo que le sorprendió que yo viniera del The New Yorker a preguntarle si su canción más famosa había sido escrita por la CIA, fue muy agradable.

Podría interesarle leer: Irene Vallejo: las palabras son más importantes que el rostro de un escritor

¿Qué le dejó la experiencia de pasar del papel al podcast?

Realmente amé hacerlo porque cuando eres un periodista y trabajas imprenta, periódico, siempre trabajas solo. Sí, tienes un editor, pero la mayoría del tiempo trabajas solo. Haces tus llamadas solo, escribes solo; pero con el podcast todo es en equipo. Fue divertido porque estábamos haciendo un podcast acerca bandas y, de alguna manera, sentí que estaba en una banda: tenía mi productor, mi editor, mi asesor. Nos íbamos de viaje, estábamos en el hotel y nos tomábamos unas bebidas en el bar. Sentía que tenía una agrupación, una cuadrilla y normalmente no es así. Siempre soy yo solo, así que fue muy genial y me encantaría hacer otro podcast.

En esta época de nuevas tecnologías en la que somos usuarios o público de los podcast, ¿dónde cree que va quedando el libro, la lectura y la nostalgia del papel?

Yo siempre estoy en Twitter y cuando te sientas a leer un libro, de alguna manera, te sientes en calma y dejas de buscar en el celular y comienzas a ojear lentamente las páginas. Creo que las personas continuaron leyendo durante pandemia. No sé cómo fue en Colombia, pero en los Estados Unidos los libros se vendieron bastante, las personas querían leer. Ya que mencionaste el podcast, una de las cosas interesantes son los audiolibros. Para cuando salió “Imperio del dolor” lo obtuvieron como audiolibro. Sí creo que hay esperanza y otras nuevas maneras de poder llevar la lectura las personas.

*

Patrick es tranquilo, habla en ingles, pero, de repente, en español dice " No digas Nada”. Sonríe y me recuerda su libro, que lleva ese título que habla de la zona de guerra en Irlanda del norte. Obtuvo el Premio Orwell, el del Círculo de la Crítica de Estados Unidos y quedó de finalista en el National Book Award.

“No digas Nada” es otra de sus obras, ¿qué le falto por decir en su libro?

Me siento muy bien acerca de este libro, creo que fue muy completo. Sin embargo, siempre hay personas con las que quisiste haber hablado y no pudiste. Este libro tuvo cuatro protagonistas y tres de ellos ya fallecieron. El otro no quiso hablar conmigo: Gerry Adams, figura central e importante en la vida política de Irlanda.

Como periodista siempre te preguntas qué preguntas hubieras hecho si hubieses tenido la oportunidad, ‚pero siempre estoy buscando trabajar de esa manera. Si alguien no está vivo o simplemente no quiera hablar conmigo, voy a hacer todo lo posible para hacer una imagen qué se sienta viva, real . ¿La mujer de la foto que aparece en la portada del libro? Hubiera dado lo que sea por sentarme con ella y hacerle muchas preguntas.

Le sugerimos leer: Lectura y vigencia de Don Quijote

Repito que los lectores pueden ver a través de tu historia. “No digas nada” es sobre el norte de Irlanda y ciertos problemas de allá. Supe que en Colombia se cuestionan por el paramilitarismo, el proceso de paz, el drama de la justicia, etc. El lector de Colombia puede ver y escuchar un fantasma de su propia experiencia y lo mismo pasa con un lector de España, que tienen también su propia historia.

El lunes se acaba este Hay festival, ¿A donde irá y cómo serán sus próximos días?

Estoy disfrutando estar aquí, es muy hermoso el clima. Mi esposa y mis dos hijos están aquí, así que tendremos un buen fin de semana juntos y luego, de regreso a la fría Nueva York para empezar a escribir de nuevo. Hay mucha nieve.

¿Qué escribe en estos tiempos?

Tengo un nuevo libro que va a salir en inglés el mes de junio y luego en español, tal vez en otoño. Se refiere a 12 historias del The New Yorker durante los últimos 15 años. Trata de personas teniendo malos comportamientos y haciendo cosas muy malas.

Por Pedro Mendoza

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar