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Hace unos pocos días el primer póster de Madres paralelas, la más reciente película de Pedro Almodóvar, causaba furor, estupor y hasta censura automática en redes sociales. Después de varias horas, ese primer plano de un pezón de mujer goteando leche materna que emulaba a la vez un ojo con una lágrima colgando, fue liberado de la reprobación del algoritmo.
En un comunicado Almodóvar agradecía a quienes multiplicaron el póster en las redes, a quienes hablaron de ese acto de censura en palestras públicas y medios de comunicación, celebrando la batalla ganada a la tiranía del algoritmo. “Ojalá la película esté a la altura de vuestras expectativas”, concluía su misiva el realizador español. Le invitamos a leer : Almodóvar celebra la “gran victoria” contra la censura del cartel del pezón
Tras la proyección de Madres paralelas, el filme de apertura de la 78° edición del Festival Internacional de Cine de Venecia y que compite por el León de Oro, se supo que no solamente está a la altura, más bien superó todas las expectativas.
Almodóvar se las jugó todas al explorar dos territorios pantanosos: las madres imperfectas y la memoria histórica. Como cómplices escogió a Penélope Cruz, Milena Smit, Aitana Sánchez-Gijón e Israel Elejalde, componiendo un elenco en el que saltan chispas.
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Domando con maestría el melodrama como sólo él lo sabe hacer, esta vez se aleja de las madres modélicas, dolorosas desde la abnegación y la entrega absoluta. Almodóvar vuelca su interés en las progenitoras que suelen ser condenadas por salirse de moldes anacrónicos. Se centra en tres mujeres que afrontan la maternidad desde perspectivas completamente diferentes; bien partiendo de la independencia de la fotógrafa Janis (Cruz), pasando por la adolescencia e ingenuidad de Ana (Smit), así como desde el estigma que le colgaron en su momento a la actriz Teresa (Sánchez-Gijón) quien decidió romper con imposiciones sociales.
Tráiler oficial de ‘Madres paralelas’ de Pedro Almodóvar
La conexión con la memoria histórica viene a través de Janis, quien junto a otras familias del pueblo donde transcurrió su infancia intentan que de una vez por todas se lleve a cabo la exhumación de los abuelos ejecutados al principio de la Guerra Civil española.
Al exponer sus motivaciones, Almodóvar se refirió en el encuentro con la prensa internacional a una deuda moral que tiene la sociedad española con las familias de los desaparecidos; han pasado 85 años y hasta no saldar cuentas, “no podemos cerrar definitivamente nuestra historia reciente, es decir, no podemos cerrar todo lo ocurrido en la guerra civil”, dijo categórico.
Como la Janis de la ficción, Almodóvar recordaba que ahora son los nietos y bisnietos los que piden por la exhumación de los cuerpos, tuvo que pasar mucho tiempo tiempo para dejar atrás el miedo patológico que sumió en silencio a gran parte de la sociedad española.
“En mi casa nunca se habló de la guerra”, confesó con su cabellera ya completamente blanca y sus lentes oscuros que le protegen de la hipersensibilidad a la luz.
En Madres paralelas se presenta pues un Almodóvar con un claro manifiesto político y social, pero en el que se reconoce su identidad visual, sus dosis de humor, su meticulosidad hasta para hacer una tortilla de patatas.