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Pilar Vargas: “Lo que no tiene respuesta en el más acá, se busca en el más allá”

“Otros mundos en este”, el libro de Pilar Vargas, Luz Marina Suaza y Pablo Rodríguez Jiménez, explora los ritos, prácticas y creencias esotéricas en Colombia, comunes en el país debido a razones históricas, pero también como una respuesta ante la incertidumbre.

Daniela Cristancho Serrano
19 de marzo de 2022 - 02:00 a. m.
El título del libro "Otros mundos en este", que habla sobre las prácticas esotéricas en Colombia, alude a una frase del poeta Paul Éluard.  / Getty Images
El título del libro "Otros mundos en este", que habla sobre las prácticas esotéricas en Colombia, alude a una frase del poeta Paul Éluard. / Getty Images
Foto: Getty Images/EyeEm - Maree Searle / EyeEm
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¿Cuántas personas aquí han ido a que les lean la carta astral?”, pregunta Claudia Palacios. Se levantan más de una docena de manos en la Biblioteca del Gimnasio Moderno. Se escuchan risas y murmullos. “¿Y el tarot o el tabaco?”, dice la periodista. Sucede lo mismo. Nadie expresa en voz alta lo evidente: la mayoría de las personas en aquel recinto han recurrido a prácticas esotéricas.

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Es el lanzamiento del libro Otros mundos en este, escrito por Pilar Vargas, Luz Marina Suaza y Pablo Rodríguez Jiménez. Los asistentes del evento son un espejo de lo que sucede en Colombia, un país donde se realizó el Primer Congreso Mundial de Brujería en 1975, hubo un festival esotérico en medio de la pandemia y un pueblo del Huila, La Jagua, es conocido por sus brujas. Tanto en el campo como en las ciudades, las personas recurren a los astros, las gemas, las cartas y los embrujos. “Lo que no tiene respuesta en el más acá, la gente lo busca en el más allá”, afirma Vargas.

Aquella tendencia, muy arraigada en América Latina, puede tener una explicación desde el punto de vista histórico. “Se trata de una cultura que tiene hondas raíces en nuestro propio origen con la Conquista y la colonización española”, afirma el historiador Pablo Rodríguez. “Los propios españoles traían barajas y algunos de ellos las leían, al igual que las manos. Así, acá coincidieron tres tradiciones esotéricas: europeas, indígenas y africanas”, continúa Rodríguez.

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En el país abundan las historias de todo tipo de personajes, hombres y mujeres, con relaciones cercanas a este tipo de prácticas, sobre todo aquellas que están en búsqueda de poder. Desde el siglo XVI, los conquistadores utilizaban estas artes para saber cómo les iría en las batallas y si tendrían fortuna. Luz Marina Suaza narra una historia sobre Adolf Hitler, quien consultó a un astrólogo sobre sus planes de invadir Europa y al cual encerró cuando le dijo que la ubicación de los planetas haría de aquella una tarea difícil. “Todos los hombres del poder siempre han buscado ayuda, de los ejércitos, de las alianzas, pero también de las magias”, asegura Suaza.

“Han entrado en el juego otros actores sociales, como los narcotraficantes y todo tipo de grupos y hombres armados […] que muestran también la relación que se ha dado en el país entre violencia y brujería”, se lee en el libro de Vargas, Suaza y Rodríguez. En este se cuenta la historia de Miguel Arroyave, el jefe del Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia, quien envió a centenares de hombres a la casa de una bruja en el Meta con la sospecha de que les había hecho un ritual oscuro a sus combatientes. “Es un tema que ha estado en todos los niveles políticos”, afirma Vargas, quien recuerda que los días que atiende María Elvira Molano, célebre por sus lecturas del tarot, se forman filas de carros en los que van ministros, jueces y demás figuras del alto gobierno.

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Más allá de las raíces que tiene el fenómeno esotérico en Colombia en la Conquista, hay otro elemento que puede dar pistas sobre por qué los políticos, actores armados y ciudadanos acuden a estas prácticas: “Colombia ha pasado por una historia complicada de dolor y violencia. Como colombianos, no perdemos aún la esperanza de soñar un mundo diferente, de imaginarnos que siempre habrá un poder más allá de nuestra naturaleza terrenal que tiene buenos planes para nosotros, porque sus poderes son superiores a los nuestros”, se afirma en Otros mundos en este.

En un país marcado por el conflicto y la incertidumbre, la consulta de las prácticas mágicas se incrementa. Sobre esto ahonda Rodríguez: “Aunque recurrir a la magia, lo oculto, lo esotérico, puede darse por una crisis personal, individual, podemos considerar que aumenta y se convierte en un fenómeno social en las épocas de crisis. La gente busca tener certidumbres o resolver necesidades básicas de su existencia, las cuales no encuentra en la ciencia ni en la religión oficial”. Esto se hizo evidente en el siglo XVI, momento caracterizado por la muerte, el desarraigo y las pandemias. “No era extraño que innumerables mujeres y hombres acudieran a la hechicería y la brujería para predecir su porvenir, conseguir pareja o sanar de una enfermedad. En la actualidad, igualmente, los consultorios de quienes practican alguna de las artes esotéricas son visitados por una concurrencia que hace las mismas demandas”, continúa.

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Vargas, Suaza y Rodríguez parecen estar de acuerdo en que los seres humanos, en todo momento y lugar, se hacen preguntas trascendentales ante las cuales la religión no siempre puede suplir la respuesta, aún más en momentos de crisis. Así lo resume Luz Marina Suaza, como en la película de Adam McKay: “En este momento tan angustioso, ¿usted para dónde mira? Para arriba”.

Por Daniela Cristancho Serrano

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