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Pinocho, siniestro y cruel

La animación se hará en el mismo estudio en el que Tim Burton creó 'El cadáver de la novia'.

Fernando Araújo Vélez
22 de febrero de 2011 - 11:14 p. m.
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Cuando Pinocho fue ahorcado por sus reiteradas faltas contra las buenas costumbres, el 15 de febrero de 1882, el público, los lectores de El periódico de los niños, se apostaron frente al edificio del diario para protestar. Indignados, exigieron que el niño nacido como marioneta de madera volviera a vivir. Carlo Collodi tuvo que prorrogar su obra. Su creatura se le había salido de rumbo. Se había transformado en un personaje en busca de autor 40 años antes de que Luigi Pirandello lo incrustara en su drama Seis personajes en busca de autor.

Y sobrevivió. Sobrevivió para volverse inmortal en 187 ediciones de texto, 260 idiomas y dialectos, en más de 20 películas y obras de teatro, en infinitas versiones libres surgidas de todo tipo de escritores, desde el menos conocido, como lo era Collodi, bautizado como Lorenzini, hasta el más encumbrado, como Tolstoi (Las aventuras de Burattino). Collodi lo había inventado para pagarse sus deudas de juego. En un comienzo lo tituló Historia de un títere, y lo publicó día tras día. Sin embargo, después de la rebelión de sus lectores, comprendió que Pinocho debía estar en el título. Debía estar en todas partes. Lo llamó Las aventuras de Pinocho.

El niño de madera, el hijo de Gepetto y el amigo de Pepe Grillo, convertido luego en carnes y huesos, era su antítesis, porque él fue un niño juicioso, moral, pese a que intentaba rebelarse contra su familia y la sociedad. Ya de adulto, dirían, detestaba con educación a los niños. Que eran revoltosos, decía. Y maleducados, insolentes, ignorantes, crueles. Pinocho era, fue la materialización de sus odios.

Esos odios los retomó el artista Cris Grimly seis meses atrás para dibujar su Pinocho, su propio Pinocho, buscar al cineasta mexicano Guillermo del Toro, al productor de cine Pathe y al músico Nick Cave, y proponerles que hicieran una nueva versión del muñeco, ahora en tercera dimensión, animado cuadro por cuadro.

Ellos le respondieron que sí. El viernes pasado, todos firmaron una especie de compromiso. Del Toro ya conocía a Grimly. Lo había seguido en una que otra de sus exposiciones, en las que le daba rienda suelta a su estilo gótico, medio visceral, medio demente, y Grymli sabía del mexicano porque había terminado abrumado por El laberinto del Fauno.

Cuando comenzaron a hablar sobre Pinocho, coincidieron en que debía ser más como el que Collodi había escrito en sus primeras entregas, que como el que Walt Disney volvió película en 1940. Más una historia al estilo grim, siniestra, oscura y macabra, que al modo Disney, dulce, de final feliz y conclusiones moralistas. Con Del Toro y Cave, Grimly aseguró que su película será un cuento de hadas, pero con hadas oscuras, fantasías trémulas y algo de terror. Más o menos, como cuando Pinocho fue ahorcado por sus constantes devaneos.

Por Fernando Araújo Vélez

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