Plumas transgresoras: Luciano de Samósata
Los escritos satíricos del sirio dialogan con lo filosófico, lo político y lo cómico. Su obra sirvió como referente de muchos autores europeos posteriores como François Rabelais, Jonathan Swift, Voltaire y, posiblemente, también del mismo Cervantes.
Mónica Acebedo
«Al igual que los atletas y quienes tratan de mantenerse en forma, no solo cuidan de su estado físico y entrenamiento, sino también de su oportuna relajación —por entender que es la parte principal de su preparación, asimismo interesa a los intelectuales, a mi parecer, tras una prolongada lectura de los autores más serios, relajar su mente y hacerla más vigorosa para su esfuerzo futuro». (Luciano, Historias verdaderas).
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«Al igual que los atletas y quienes tratan de mantenerse en forma, no solo cuidan de su estado físico y entrenamiento, sino también de su oportuna relajación —por entender que es la parte principal de su preparación, asimismo interesa a los intelectuales, a mi parecer, tras una prolongada lectura de los autores más serios, relajar su mente y hacerla más vigorosa para su esfuerzo futuro». (Luciano, Historias verdaderas).
La obra de Luciano de Samósata (125- ¿192?) es diferente a lo que conocemos de la literatura post helénica (siglo II) y por eso me atrevo a calificar su pluma como transgresora. Se trata de escritos satíricos que dialogan con lo filosófico, lo político y con lo cómico. Sirvió como referente de muchos autores europeos posteriores como François Rabelais (1483-1553) o Jonathan Swift (1667-1745), Voltaire (1694-1778) y, posiblemente, también del mismo Cervantes (1547-1616). Carlos García Gual cita a G. Highet (La tradición clásica) para expresar el alcance de la obra de Luciano: «Su obra no se parece a casi ninguna de las que sobreviven de la literatura grecorromana. Constituye un puente entre los diálogos de los filósofos creadores (como Platón), la fantasía de Aristófanes y la crítica negativa de los satíricos» (La literatura admirable, Pasado & Presente, 2018, Jordi Llovet, Cord, p. 81).
La literatura grecorromana del siglo II se ha enmarcado en un movimiento denominado “La segunda sofística” en la medida en que hay una especie de renacimiento de la literatura griega, así como un rescate de la retórica y la filosofía clásica. Pero, precisamente, lo que hace Luciano es apartarse de esa tendencia a imitar lo clásico y crear un aparato narrativo propio y original en el que retoma aquellas formas, pero lo hace de manera satírica, irreverente, cómica y muy entretenida.
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Como es usual, no se tienen casi datos sobre su biografía. Se sabe que nació en Samósata (ciudad griega antigua, a orillas del río Éufrates, hoy en Turquía). Los datos que se conocen se han extraído de algunas de sus obras. Por ejemplo, en El sueño explica que estudió retórica en Asia Menor, luego pasó varios años en Atenas, viajó por Macedonia y Galia. Por El pescador, otro de sus ensayos, sabemos algunos aspectos de su personalidad: «Odio a los impostores, pícaros, embusteros y soberbios, y a toda la raza de los malvados, que son innumerables, como sabes... Pero conozco también a la perfección el arte contrario a este, o sea, el que tiene por móvil el amor: amo la belleza, la verdad, la sencillez y cuanto merece ser amado. Sin embargo, hacia muy pocos debo poner en práctica tal arte, mientras que debo ejercer para con muchos el opuesto. Corro así el riesgo de ir olvidando uno por falta de ejercicio y de ir conociendo demasiado bien el otro».
Debió ser contemporáneo de Marco Aurelio (121-180), de Apuleyo (125-170), de hecho, una de sus novelas se llama El asno y es muy similar al Asno de oro. Sin embargo, no existen documentos históricos ni literarios que comprueben que los escritores se conocieron. Debió morir cerca del año 192.
La gran mayoría de su obra está expresada en prosa y en griego ático (uno de los dialectos más usados en Atenas de la época, también llamado griego clásico). Escribió opúsculos (ensayos breves de diferentes temas): El asno, Elogio de Demóstenes, Tragopodagra, Sobre la diosa siria, El patriota, entre otros. También, obras retóricas a partir de diálogos filosóficos: Elogio de la mosca, Juicio de las vocales, El sueño, El gallo, Cómo debe escribirse la historia, Diálogos de los dioses, Diálogos de los muertos, Caronte el cínico… y muchos más.
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Una de las más memorables es la novela corta llamada Relatos verídicos (Historias verdaderas, en algunas traducciones), uno de los relatos pioneros de la literatura de ciencia ficción, cuyo eje temático es un viaje a la Luna. En el prólogo advierte directamente al lector que su prosa es mentirosa: «Diré una verdad al confesar que miento»; «Escribo, por tanto, sobre cosas que jamás vi, traté o aprendí de otros, que no existen en absoluto ni por principio pueden existir. Por ello, mis lectores no deberán prestarles fe alguna.
Inicié mi navegación un día desde las Columnas de Heracles, rumbo al Océano de Occidente, con viento favorable. El motivo y el propósito de mi viaje eran mi gran actividad intelectual, mi afán por los descubrimientos y el deseo de averiguar qué era el fin del Océano y qué pueblos vivían a la otra orilla».
Él mismo explica que el título de la novela es el adjetivo griego que se usa para expresar algo que es la verdad: Alethé diegémata. Concluye Helena González en la introducción de la edición de Gredos: «Luciano denunció a lo largo de toda su vida y obra el artificio, la falsedad y las contradicciones en las que las personas incurrimos en nuestro día a día. En esta novela breve la vestimenta de la mentira (la ficción) le permite plantear una sátira de la sociedad de su época en clave fantástica, con tintes utópicos y expediciones lunares que preceden el género de la ciencia ficción, ese que nos evade de la realidad proyectándola sobre un espejo deformado».
En suma, fue un verdadero intelectual dedicado de lleno a las letras; conocía muy bien la literatura, la filosofía y la historia clásica. En su obra parodia la literatura (La odisea, por ejemplo), los dioses, los filósofos, los historiadores, los poetas, los sistemas políticos, hasta los pocos cristianos de los que ya se hablaba por ese entonces. Relatos verídicos es una obra original y sumamente moderna que se volvió referente no solo de narraciones fantásticas, sino de las grandes novelas de la Ilustración.