Plumas transgresoras: Safo de Mitilene
La poeta de la Grecia arcaica es reconocida por su poesía lírica, por la que le otorgaron el título de la “décima musa”. La mayoría de la obra de Safo se considera perdida, su “Oda a Afrodita” es la única completa.
Mónica Acebedo
“¡Tú que te sientas en trono resplandeciente,
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“¡Tú que te sientas en trono resplandeciente,
inmortal Afrodita!
¡Hija de Zeus, sabia en las artes de amor, te suplico,
augusta diosa, no consientas que, en el dolor,
perezca mi alma!
Desciende a mis plegarias, como viniste otra vez,
dejando el palacio paterno, en tu carro de áureos atalajes.
Tus lindos gorriones te bajaron desde el cielo,
a través de los aires agitados por el precipitado batir de sus alas.
Una vez junto a mí, ¡oh diosa!, sonrientes tus labios inmortales,
preguntaste por qué te llamaba, qué pena tenía,
qué nuevo deseo agitaba mi pecho,
y a quién pretendía sujetar con los lazos de mi amor”.
Oda a Afrodita
Safo de Mitilene
A Safo de Mitilene o Safo de Lesbos le debemos el nombre de “lesbiana” para referirnos a una mujer que siente atracción sexual por otra, toda vez que esta poeta griega nació en la isla de Lesbos y gran parte del poco material lírico que ha sobrevivido con los años parece expresar pasión erótica entre mujeres. Sin embargo, la crítica literaria lo ha discutido hasta la saciedad, a pesar de que la tendencia a identificar a Safo desde una perspectiva homoerótica viene desde representaciones teatrales que se hicieron durante el apogeo de la misma Grecia en los siglos posteriores y del contenido de sus versos.
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Sabemos de Safo por alusiones de poetas posteriores, por cerámicas y esculturas antiguas e incluso por el mismo Platón, que la llamó la “décima musa”. No solamente ha servido como referente a muchos autores de poesía lírica amorosa y erótica posterior, sino que, somo sugiere la académica Susana Reboreda Morillo, inaugura una poesía basada en la expresión de un sentimiento, que en Grecia no aparecía conceptualizado como tal, por lo menos en lo que entendemos en las relaciones amorosas, ya que esto apareció mucho más adelante con el amor cortés medieval y la tradición romántica. (“Os reencontros de Odiseo en Ítaca”, en revista Grial, Xénero, sexo e sexualidade pp. 108-119, Editorial Galaxia). Sus versos son sentidos y es fácil percibir esa tendencia elegiaca y una expresión clara de las emociones muy personales:
“(Con dolor, oh, Attis, pensará ahora)
Cómo vivíamos antes y ella (por cierto)
te honraba igual que a una diosa
y se deleitaba con tu encanto más que ninguna.
Pero ahora se presenta ante las mujeres de Lidia
Como Selene con sus dedos rosados
cuando Helios se ha puesto.
Eclipsa a todas las estrellas y vierte su luz
tanto sobre el salado mar
como sobre los campos cubiertos de flores”.
De su vida se sabe poco. La gran mayoría de los datos han sido interpretados a partir de su obra. Nació en Mitilene, ciudad de la isla de Lesbos (Grecia). Debió nacer hacia el año 630 a. C., posiblemente de una familia noble y adinerada. En algunos poemas se mencionan los nombres de su padre y de algunos hermanos (en unos versos originales escritos en papiros encontrados en 2014). También parece ser que estuvo casada y tuvo una hija. Pero toda esa información ha llegado fragmentada y, tal vez, interpretada y reinterpretada con el pasar de los años. Debió morir cerca del año 570 a. C.
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De su material literario es escaso lo que ha llegado hasta nuestros días. De acuerdo con las biografías antiguas y modernas, Safo debió escribir alrededor de diez mil versos, de los cuales solo se han logrado recuperar unos 650. La poseía lírica escrita por Safo fue escrita para ser cantada y acompañada por música, aunque ha sido muy difícil determinar el componente musical. De hecho, las primeras suposiciones sobre Safo cantando sus poemas se han hecho a partir de imágenes en las que aparece sosteniendo un instrumento musical. En principio se tenía la idea de que solo había escrito poemas de amor, celos y deseo, pero con los últimos descubrimientos arqueológicos se ha podido establecer que también escribió poemas sobre la familia.
Oda a Afrodita es una de las escazas piezas líricas enteras que han sobrevivido el paso de los años. El resto son fragmentos, copias e inserciones efectuadas por otros poetas. También se ha especulado que una alta proporción de la obra original de Safo fue quemada por mandato de sacerdotes cristianos durante la Edad Media por ser poemas contrarios a la moral y las buenas costumbres.
En todo caso, se trata de una de las plumas más notables de la historia de la literatura. Ha sido citada y estudiada por muchos escritores y su poesía ha servido como uno de los referentes más relevantes de la poesía lírica de todos los tiempos. Cierro con unos de sus versos más célebres:
“De veras, quisiera morirme.
Al despedirse de mí llorando,
me musitó las siguientes palabras:
‘Amada Safo, negra suerte la mía.
De verdad que me da mucha
pena tener que dejarte’. Y yo le respondí:
‘Vete tranquila. Procura no olvidarte de mí,
porque bien sabes que yo siempre estaré a tu lado.
Y si no, quiero recordarte lo que tú olvidas:
cuantas horas felices hemos pasado juntas.
Han sido muchas las coronas de violetas,
de rosas, de flor de azafrán y de ramos de aneldo
que junto a mí te ceñiste. Han sido muchos los
collares que colgaste de tu delicado cuello, tejidos
de flores fragantes por nuestras manos.
Han sido muchas las veces que derramaste
bálsamo de mirra y un ungüento regio sobre mi cabeza’”.