Plumas transgresoras: William Makepeace Thackeray, crítico de la vanidad victoriana
William Makepeace Thackeray sirvió de referente a escritores y escritoras posteriores, como, por ejemplo, Charlotte Brontë y Henrry James. Su obra refleja la vanidad de la clase alta inglesa y las contradicciones presentes en la sociedad victoriana.
Mónica Acebedo - @moacebedo
“Hay bajezas que son demasiado bajas incluso para un hombre; solo la mujer, la dulce mujer, puede arriesgarse a cometerlas.”
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“Hay bajezas que son demasiado bajas incluso para un hombre; solo la mujer, la dulce mujer, puede arriesgarse a cometerlas.”
Son tres las razones por las que considero que el autor de la conocida novela inglesa La feria de las vanidades (Vanity Fair, 1848) es una pluma transgresora: la primera, porque William Makepeace Thackeray fue uno de los primeros autores en introducir la figura de una mujer protagonista que va en contra de lo establecido éticamente, en una sociedad moralista y sumamente juzgadora como la victoriana del siglo XIX; la segunda por su prosa mordaz, crítica y satírica de la sociedad inglesa, y, la tercera, por su vida misma, repleta de altibajos, contradicciones, pasiones sexuales y enredos amorosos. Precisamente, Harold Bloom se refiere a Becky Sharp (protagonista de La feria de las vanidades) como una superantiheroína que tiene que hacer lo que sea para sobrevivir en una sociedad que no le otorga ninguna posibilidad de ingresos, sin importar los principios del colectivo en el que vive. (The Bright Book of Life, Alfred Knoff Editors, 2020, p.101). Por su parte, en cuanto a su icónica novela, John Carey, en la introducción de la edición de Pengüin asegura que es la más importante en lengua inglesa y la compara en valor con Guerra y paz, de Tolstói.
William Makepeace Thackeray nació en Calcuta (India), el 18 de julio de 1811, en una familia con recursos económicos abundantes y de posición social reconocida. Quedó huérfano de padre a los cinco años y por esta razón su madre lo envió a Inglaterra a recibir educación de calidad, según las costumbres de la época. Esta temprana separación del seno materno le causó profundos traumas. Estudió interno en el Charterhouse School y después en la Universidad de Cambridge. La intención inicial era la de convertirse en funcionario civil en la India, como lo había sido su padre, pero se vio obligado a quedarse en Inglaterra cuando su familia sufrió un revés económico. Gracias a los vínculos que había hecho en la universidad, empezó a publicar artículos en periódicos y revistas literarias sobre reseñas de libros, crítica literaria y ensayos sociológicos. Sin embargo, a pesar de su reconocimiento en el mundo literario, varias editoriales le negaron la publicación de La feria de las vanidades. Solo en 1848 Salió publicada la novela y el éxito fue contundente. A partir de ese momento siguió escribiendo novelas con una fuerte carga sociológica, una mirada crítica a la sociedad victoriana, personajes ambiguos y reputaciones morales contrarias a las buenas costumbres y una alta dosis de sátira. Entre sus otras obras se destacan: Pendennis (1850), The History of Henry Esmond (1852) y The Newcomes (1853-1855), entre otras. Su vida personal estuvo llena de adversidades, angustias con una de sus hijas, que sufría de depresión, y problemas de salud. Murió a los cincuenta y dos años, el 24 de diciembre de 1863.
El hilo conductor de La feria de las vanidades lo llevan las vidas de Becky Sharp y Amelia Sedley, dos mujeres que provienen de clases sociales diferentes. La primera es muy pobre y quiere, a toda costa, ser admitida en las clases altas de Londres. La segunda, en cambio, tiene los recursos económicos y la clase social, pero no el carácter fuerte y decisivo de Becky. Ambas se vuelven amigas, aunque buscan diferentes formas de felicidad y realización personal. La trama presenta diversas aventuras e intrigas amorosas de Becky con hombres poderosos, como el capitán Raedon Crawley y lord Steyne. Paralelamente, el argumento expone las vicisitudes del matrimonio de Amelia con George Osborne, un hombre vanidoso, controlador y superficial, al que cree tener que venerar profundamente, porque así lo exigen las convenciones sociales de su clase.
La novela presenta y ridiculiza temas como las reglas de comportamiento de la sociedad inglesa: “El viejo Osborne se sentía acobardado ante los modales de caballero que a él le faltaban, y la experiencia demuestra que todo hombre falto de buena educación, aunque poderoso, siempre desconfía de una persona culta”. También son frecuentes las ironías en cuanto a la forma como los hombres ven a las mujeres: “Yo dejaría sentado este principio: una mujer a la que se le presentan buenas ocasiones, que no sea del todo jorobada, debe poder casarse con quien quiera. Suerte para nosotros que esos amables seres son como las bestias del campo y no tienen idea de su poder. Si la tuvieran nos arrollarían”. La hipocresía en el comportamiento de los hombres: “Cuando un hombre debe muchos favores a otro con quien riñe, diríase que el mismo sentido de la decencia le obliga a comportarse como un enemigo más severo de lo que podría serlo cualquier otro; porque este exceso de ingratitud solo se justifica probando la culpa del bienhechor. ¿Egoísta y brutalmente interesado?”. La obstinación y la vanidad de las personas: “Tener razón siempre, ir siempre adelante, no dudar nunca, ¿no son las grandes virtudes gracias a las cuales la estupidez rige el mundo?”.
En suma, Thackeray sirvió de referente a escritores y escritoras posteriores, como, por ejemplo, Charlotte Brontë y Henrry James; su obra refleja magistralmente la vanidad de la clase alta inglesa, las contradicciones de la sociedad victoriana y los mentises de la burguesía; el aparato narrativo demuestra la sátira, la ironía y el humor de forma magistral.