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                                                                                                                                Poemas de Alejandra Pizarnik sobre la identidad, el amor y la muerte

                                                                                                                                Este 25 de septiembre se cumplen 52 años de la muerte de Alejandra Pizarnik, una de las autoras latinoamericanas más destacadas del siglo pasado. Presentamos algunos de sus poemas.

                                                                                                                                Alejandra Pizarnik murió el 25 de septiembre de 1972 en Buenos Aires, Argentina.
                                                                                                                                Foto: Archivo particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Todos la recuerdan por su nombre de pila, pero ella y su familia perdieron su apellido original cuando llegaron desde Rusia a Argentina. Antes de llegar a territorio sudamericano, los Pizarnik eran los Pozharnik: una familia de inmigrantes que huyó de la guerra.

                                                                                                                                Sus padres se instalaron en Avellaneda, ciudad de la provincia de Buenos Aires. Allí nació Alejandra Pizarnik, la hija menor de ese matrimonio. Fue en ese lugar donde se apasionó por la literatura, que le sirvió como una forma de reconocimiento a esa diferencia que había en ella y que la hizo sentir icomprendida durante toda su vida.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Todo lo que vivió y las personas que conoció influyeron en su estilo, como el surrealismo que conoció por la pintura, o las terapias de psicoanálisis a las que asistió, y con las que se interesó por entender su inconsciente, que luego se haría protagonista en sus relatos.

                                                                                                                                “Fusionando literatura con su creciente interés por la subjetividad, la escritora empezó a desarrollar una voz poética que se sumergía en lo onírico y la búsqueda de la identidad, recorriendo temas como la nostalgia por la infancia perdida, la muerte, la extranjería o la relación entre la vida y la poesía, a través de un profundo intimismo y sensualidad”, escribió la periodista Aitana Palomar en un texto que dedicó a la vida de Pizarnik.

                                                                                                                                A continuación, presentamos algunos poemas de la autora argentina, quien con sus letras encarnó lo que sentía y pensaba.

                                                                                                                                La última inocencia

                                                                                                                                Partir

                                                                                                                                en cuerpo y alma

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                partir.

                                                                                                                                Partir

                                                                                                                                deshacerse de las miradas

                                                                                                                                piedras opresoras

                                                                                                                                que duermen en la garganta.

                                                                                                                                He de partir

                                                                                                                                no más inercia bajo el sol

                                                                                                                                no más sangre anonadada

                                                                                                                                no más formar fila para morir.

                                                                                                                                He de partir

                                                                                                                                Pero arremete, ¡viajera!

                                                                                                                                La noche

                                                                                                                                Poco sé de la noche

                                                                                                                                pero la noche parece saber de mí,

                                                                                                                                y más aún, me asiste como si me quisiera,

                                                                                                                                me cubre la conciencia con sus estrellas.

                                                                                                                                Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.

                                                                                                                                Tal vez la noche es nada

                                                                                                                                y las conjeturas sobre ella nada

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Tal vez las palabras sean lo único que existe

                                                                                                                                en el enorme vacío de los siglos

                                                                                                                                que nos arañan el alma con sus recuerdos.

                                                                                                                                Pero la noche ha de conocer la miseria

                                                                                                                                que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas.

                                                                                                                                Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas

                                                                                                                                Sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.

                                                                                                                                Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.

                                                                                                                                Su lágrima inmensa delira

                                                                                                                                y grita que algo se fue para siempre

                                                                                                                                Alguna vez volveremos a ser

                                                                                                                                La palabra que sana

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.

                                                                                                                                Día contra el ensueño

                                                                                                                                No querer blancos rodando

                                                                                                                                en planta movible.

                                                                                                                                No querer voces robando

                                                                                                                                semillosas arqueada aéreas.

                                                                                                                                No querer vivir mil oxígenos

                                                                                                                                nimias cruzadas al cielo.

                                                                                                                                No querer trasladar mi curva

                                                                                                                                sin encerar la hoja actual.

                                                                                                                                No querer vencer al imán

                                                                                                                                la alpargata se deshilacha.

                                                                                                                                No querer tocar abstractos

                                                                                                                                llegar a mi último pelo marrón.

                                                                                                                                No querer vencer colas blandas

                                                                                                                                los árboles sitúan las hojas.

                                                                                                                                No querer traer sin caosportátiles vocablos.

                                                                                                                                Sólo un nombre

                                                                                                                                alejandra alejandra

                                                                                                                                debajo estoy yo

                                                                                                                                alejandra

                                                                                                                                El miedo

                                                                                                                                En el eco de mis muertes

                                                                                                                                aún hay miedo.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ¿Sabes tú del miedo?

                                                                                                                                Sé del miedo cuando digo mi nombre.

                                                                                                                                Es el miedo,

                                                                                                                                el miedo con sombrero negro

                                                                                                                                escondiendo ratas en mi sangre,

                                                                                                                                o el miedo con labios muertos

                                                                                                                                bebiendo mis deseos.

                                                                                                                                Sí. En el eco de mis muertes

                                                                                                                                aún hay miedo.

                                                                                                                                Alejandra Pizarnik murió el 25 de septiembre de 1972 en Buenos Aires, Argentina.
                                                                                                                                Foto: Archivo particular
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Todos la recuerdan por su nombre de pila, pero ella y su familia perdieron su apellido original cuando llegaron desde Rusia a Argentina. Antes de llegar a territorio sudamericano, los Pizarnik eran los Pozharnik: una familia de inmigrantes que huyó de la guerra.

                                                                                                                                Sus padres se instalaron en Avellaneda, ciudad de la provincia de Buenos Aires. Allí nació Alejandra Pizarnik, la hija menor de ese matrimonio. Fue en ese lugar donde se apasionó por la literatura, que le sirvió como una forma de reconocimiento a esa diferencia que había en ella y que la hizo sentir icomprendida durante toda su vida.

                                                                                                                                Read more!
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Todo lo que vivió y las personas que conoció influyeron en su estilo, como el surrealismo que conoció por la pintura, o las terapias de psicoanálisis a las que asistió, y con las que se interesó por entender su inconsciente, que luego se haría protagonista en sus relatos.

                                                                                                                                “Fusionando literatura con su creciente interés por la subjetividad, la escritora empezó a desarrollar una voz poética que se sumergía en lo onírico y la búsqueda de la identidad, recorriendo temas como la nostalgia por la infancia perdida, la muerte, la extranjería o la relación entre la vida y la poesía, a través de un profundo intimismo y sensualidad”, escribió la periodista Aitana Palomar en un texto que dedicó a la vida de Pizarnik.

                                                                                                                                A continuación, presentamos algunos poemas de la autora argentina, quien con sus letras encarnó lo que sentía y pensaba.

                                                                                                                                La última inocencia

                                                                                                                                Partir

                                                                                                                                en cuerpo y alma

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                partir.

                                                                                                                                Partir

                                                                                                                                deshacerse de las miradas

                                                                                                                                piedras opresoras

                                                                                                                                que duermen en la garganta.

                                                                                                                                He de partir

                                                                                                                                no más inercia bajo el sol

                                                                                                                                no más sangre anonadada

                                                                                                                                no más formar fila para morir.

                                                                                                                                He de partir

                                                                                                                                Pero arremete, ¡viajera!

                                                                                                                                La noche

                                                                                                                                Poco sé de la noche

                                                                                                                                pero la noche parece saber de mí,

                                                                                                                                y más aún, me asiste como si me quisiera,

                                                                                                                                me cubre la conciencia con sus estrellas.

                                                                                                                                Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte.

                                                                                                                                Tal vez la noche es nada

                                                                                                                                y las conjeturas sobre ella nada

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Tal vez las palabras sean lo único que existe

                                                                                                                                en el enorme vacío de los siglos

                                                                                                                                que nos arañan el alma con sus recuerdos.

                                                                                                                                Pero la noche ha de conocer la miseria

                                                                                                                                que bebe de nuestra sangre y de nuestras ideas.

                                                                                                                                Ella ha de arrojar odio a nuestras miradas

                                                                                                                                Sabiéndolas llenas de intereses, de desencuentros.

                                                                                                                                Pero sucede que oigo a la noche llorar en mis huesos.

                                                                                                                                Su lágrima inmensa delira

                                                                                                                                y grita que algo se fue para siempre

                                                                                                                                Alguna vez volveremos a ser

                                                                                                                                La palabra que sana

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje, alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.

                                                                                                                                Día contra el ensueño

                                                                                                                                No querer blancos rodando

                                                                                                                                en planta movible.

                                                                                                                                No querer voces robando

                                                                                                                                semillosas arqueada aéreas.

                                                                                                                                No querer vivir mil oxígenos

                                                                                                                                nimias cruzadas al cielo.

                                                                                                                                No querer trasladar mi curva

                                                                                                                                sin encerar la hoja actual.

                                                                                                                                No querer vencer al imán

                                                                                                                                la alpargata se deshilacha.

                                                                                                                                No querer tocar abstractos

                                                                                                                                llegar a mi último pelo marrón.

                                                                                                                                No querer vencer colas blandas

                                                                                                                                los árboles sitúan las hojas.

                                                                                                                                No querer traer sin caosportátiles vocablos.

                                                                                                                                Sólo un nombre

                                                                                                                                alejandra alejandra

                                                                                                                                debajo estoy yo

                                                                                                                                alejandra

                                                                                                                                El miedo

                                                                                                                                En el eco de mis muertes

                                                                                                                                aún hay miedo.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                ¿Sabes tú del miedo?

                                                                                                                                Sé del miedo cuando digo mi nombre.

                                                                                                                                Es el miedo,

                                                                                                                                el miedo con sombrero negro

                                                                                                                                escondiendo ratas en mi sangre,

                                                                                                                                o el miedo con labios muertos

                                                                                                                                bebiendo mis deseos.

                                                                                                                                Sí. En el eco de mis muertes

                                                                                                                                aún hay miedo.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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