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Poemas de Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024

A propósito del reconocimiento que le fue entregado a Ana Blandiana este jueves, recordamos algunos de los poemas que componen su obra.

24 de mayo de 2024 - 12:14 a. m.
Ana Blandiana nació el 25 de marzo de 1942 en Timișoara, Rumanía.
Ana Blandiana nació el 25 de marzo de 1942 en Timișoara, Rumanía.
Foto: Natalia Fregoso
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Este jueves 23 de mayo, Ana Blandiana, ensayista y poeta rumana, recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras, un reconocimiento a la creación literaria. Entre los más de 38 autores que optaban por el reconocimiento, la escritora, también conocida como Otilia Valeria Coman, nombre que adoptó desde que le fue prohibido usar el de su padre, resultó victoriosa.

La autora, reconocida por su lenguaje poético, también fue una de las caras de la oposición a la dictadura comunista de Nicolae Ceaucescu, lo que motivó que su obra fuera censurada y se relegara la opresión y el silencio; sin embargo, Blandiana siempre dotó su pasión y oficio de una capacidad de resistencia y de exilio de esa violencia ejercida contra ella y muchos otros opositores.

El grueso de su obra, más de una decena de libros, está dedicado a la poesía, pero también ha publicado relatos fantásticos, un par de novelas y libros de ensayo. Y entre textos que pueden ser rebeldes para el establecimiento, también le ha escrito al amor, la muerte, la ética, la moral, a la vida y su experiencia como mujer en ella. Algo que el mismo jurado que le entregó el premio destacó: “Blandiana simboliza la conciencia y el testimonio de su tiempo”.

Su obra también la ha hecho merecedora de reconocimientos como el Premio Internacional Vilenica (2002), el Premio Poeta Europeo de Libertad en 2016, además de la Legión de Honor francesa y un doctorado Honoris Causa por la universidad española de Salamanca y la búlgara de Sofía.

A continuación, le compartimos algunos de los poemas de Ana Blandiana:

Tal vez alguien sueñe conmigo (1974)

Tal vez alguien sueñe conmigo –

Por eso mis gestos

Son tan blandos

E indefinidos,

Como si olvidaran su intención

A mitad del movimiento,

Grotescos,

Por esto mis contornos se borran,

Segundo tras segundo,

Y mis actos se disuelven…

Y, tal vez, al que sueña conmigo

Le arrancan de vez en cuando

Del sueño

Y despierto,

Le llevan a regañadientes a su vida

Real,

Por eso oscurezco

Suspendida a veces

Como de un hilo de nieve que se disuelve,

Sin saber

Si alguna vez volverá a dormir

Para que vuelva a pasarme.

Algo.

Colinas (1977)

Colinas, dulces esferas boscosas

Que en la tierra estáis medio escondidas

Para que también los muertos se alegren

De vuestra carne suave y redondeada,

Tal vez, un muerto como tú ahora,

Escucha cómo la eternidad madura,

Y recuerda antiguas vidas, una tras otra,

Y contemplándoos murmura:

Colinas, dulces esferas boscosas

Que en el aire estáis medio escondidas

Para que también los vivos se alegren

De vuestro espíritu infinitamente dulce…

Panales (2018)

Tú no has nacido,

Si no que naces

A cada momento,

Y no intentas

Estar allí, cuando estás aquí,

O aquí cuando vas allí.

Tú eres la materia audazmente salvada

De una respiración en otra,

Sin la cual no existiríamos.

Y, en realidad, no somos

Más que restos, formas vacías

Panales de los que se ha escurrido

La miel de la eternidad.

El don (1966)

Trágico es este don como en los castigos antiguos.

¿Qué antepasado mío erró, que arrastro sus laureles y su culpa?

Todo lo que toco se transforma en palabras

Igual que el oro en la leyenda del rey Midas.

Me reconozco en el rey, en la mortal maldición

Por la que su mano todo en oro transformaba,

Y así él moría de hambre por no poder ya comer

El pan transformado en oro, ni lamer el agua.

No puedo mirar el cielo —se nubla con palabras—,

¿Cómo morder manzanas en cajas de colores?

Incluso si alcanzo el amor, este forma oraciones,

Pobre de mí, ay, con elogios castigada.

Ay de mí, los árboles no sacuden sus hojas,

Sólo caen palabras viejas y pardas en otoño

Las altas cumbres los quieren, pero se doblan

Las montañas bajo el fardo de los sonidos reunidos.

*

Me gustaría juntar las palabras todas en un lugar.

Encenderlas, despojarlas de su mundo,

Pero el cuerpo del mundo se desescamaría

Como el del bello príncipe del cuento, transformado en sapo.

Con ellas se quemaría también el mundo, unido

Por el envés de las palabras, igual que en un álbum…

¿Soy yo quien no sabe, o acaso no es posible

Separar el mundo del mundo de mis palabras de ahora?

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