Poemas de Emily Dickinson, la poetisa de la naturaleza (Verso a verso)
Presentamos algunos poemas de Emily Dickinson, quien llegó a escribir cerca de dos mil poemas que no llevan título y que se publicaron con su número, siguiendo el cronológico en el que se escribieron, entre naturaleza y silencio.
Emily Dickinson
Cuando cuento las semillas
Cuando cuento las semillas
sembradas allá abajo
para florecer así, lado a lado;
cuando examino a la gente
que tan bajo yace
para llegar tan alto;
cuando creo que el jardín
que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja.
254
“La Esperanza” es esa cosa con plumas —
Que se asienta en el alma —
Y entona la canción sin las palabras —
Y nunca se detiene — del todo —
y más dulce — se escucha — en la Galerna —
Y airada debe estar la tormenta —
que pudo avergonzar al Pajarito
que a tantos les dio abrigo —
Le escuché en la tierra más fría —
y en el más gélido Mar —
pero, nunca, en la Adversidad
Me pidió una sola — migaja.
Él era débil y yo era fuerte
Él era débil y yo era fuerte,
después él dejó que yo le hiciera pasar
y entonces yo era débil y él era fuerte,
y dejé que él me guiara a casa.
No era lejos, la puerta estaba cerca,
tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,
no había ruido, él no dijo nada,
y eso era lo que yo más deseaba saber.
El día irrumpió, tuvimos que separarnos,
ahora ninguno de los dos era más fuerte,
él luchó, yo también luché,
¡pero no lo hicimos a pesar de todo!
156
Me quieres. Estás segura.
No temeré equivocarme.
No me despertaré engañada
una sonriente mañana
para descubrir que la luz del sol
ha desaparecido,
que los campos están desolados,
¡y que mi amada se ha ido!
No debo inquietarme. Estás segura.
Nunca llegará esa noche
en que, asustada, corro a casa, a tu lado,
y encuentro las ventanas oscuras,
y que no está mi amada.
¿Estás segura? ¿Nunca llegará?
Asegúrate de que estás segura.
Sabes que lo soportaré mejor ahora,
si me lo dices así,
que si, cuando la herida haya curado,
en este dolor que tengo,
me hieres otra vez más.
Ensueño
Para fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema
que en el más brioso y rápido corcel
Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre sólo de silencio y paz.
Cuando cuento las semillas
Cuando cuento las semillas
sembradas allá abajo
para florecer así, lado a lado;
cuando examino a la gente
que tan bajo yace
para llegar tan alto;
cuando creo que el jardín
que no verán los mortales
siega el azar sus capullos
y sortea a esta abeja,
puedo prescindir del verano, sin queja.
254
“La Esperanza” es esa cosa con plumas —
Que se asienta en el alma —
Y entona la canción sin las palabras —
Y nunca se detiene — del todo —
y más dulce — se escucha — en la Galerna —
Y airada debe estar la tormenta —
que pudo avergonzar al Pajarito
que a tantos les dio abrigo —
Le escuché en la tierra más fría —
y en el más gélido Mar —
pero, nunca, en la Adversidad
Me pidió una sola — migaja.
Él era débil y yo era fuerte
Él era débil y yo era fuerte,
después él dejó que yo le hiciera pasar
y entonces yo era débil y él era fuerte,
y dejé que él me guiara a casa.
No era lejos, la puerta estaba cerca,
tampoco estaba oscuro, él avanzaba a mi lado,
no había ruido, él no dijo nada,
y eso era lo que yo más deseaba saber.
El día irrumpió, tuvimos que separarnos,
ahora ninguno de los dos era más fuerte,
él luchó, yo también luché,
¡pero no lo hicimos a pesar de todo!
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Me quieres. Estás segura.
No temeré equivocarme.
No me despertaré engañada
una sonriente mañana
para descubrir que la luz del sol
ha desaparecido,
que los campos están desolados,
¡y que mi amada se ha ido!
No debo inquietarme. Estás segura.
Nunca llegará esa noche
en que, asustada, corro a casa, a tu lado,
y encuentro las ventanas oscuras,
y que no está mi amada.
¿Estás segura? ¿Nunca llegará?
Asegúrate de que estás segura.
Sabes que lo soportaré mejor ahora,
si me lo dices así,
que si, cuando la herida haya curado,
en este dolor que tengo,
me hieres otra vez más.
Ensueño
Para fugarnos de la tierra
un libro es el mejor bajel;
y se viaja mejor en el poema
que en el más brioso y rápido corcel
Aun el más pobre puede hacerlo,
nada por ello ha de pagar:
el alma en el transporte de su sueño
se nutre sólo de silencio y paz.