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                                                                                                                                  Poemas de Fernando Garavito (verso a verso)

                                                                                                                                  El periodista, columnista y escritor Fernando Garavito nació el 10 de septiembre de 1944 en Bogotá, a propósito de su natalicio, mencionamos algunos de sus poemas para recordarlo.

                                                                                                                                  Fernando Garavito (1944-2010), conocido en el ámbito periodístico como “Juan Mosca”.
                                                                                                                                  Foto: El Espectador

                                                                                                                                  Fernando Garavito, fue conocido en el ámbito periodístico como “Juan Mosca”, nació en Bogotá en 1944 y falleció en un accidente en Nuevo México, Estados Unidos, en 2010. A lo largo de su vida, Garavito se destacó como periodista y escritor. Tras completar su carrera de derecho en la Universidad Javeriana en 1966, se volcó de lleno en el periodismo y la literatura, publicando siete libros que recogen poesía, literatura y periodismo. Su columna “El señor de las Moscas”, que publicaba para El Espectador es recordada en el periodismo colombiano.

                                                                                                                                  En 1970, Garavito fue pionero al idear el Tren de la cultura, un museo móvil montado en vagones de ferrocarril. Su trabajo también incluyó la organización y dirección de la revista cultural Estravagario en Cali en 1975. En 1988, publicó un manuscrito inédito de 1784 titulado El Camero, el de Ricaurte y Rigueyro, dentro de la Biblioteca de Bogotá.

                                                                                                                                  Sus principales trabajos periodísticos se han recogido en seis volúmenes: Reportajes de Juan Mosca (1983), Bogotá, ayer, hoy y mañana (1986), País que duele (1995), El vuelo de las moscas (2003), Paramilitar para paramilitares (2006) y Praxis and Ambiguity of the Enemy (Práctica y ambigüedad del enemigo), que publicó la Universidad de Oklahoma en el 2007.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Poemas de Fernando Garavito

                                                                                                                                  Ejecicios de la soledad

                                                                                                                                  Estamos solos la mosca y yo

                                                                                                                                  en esta tarde de sábado.

                                                                                                                                  No intento sorprenderla como ella,

                                                                                                                                  que surge sin saber cómo

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  mientras levanto la vista del libro donde leo

                                                                                                                                  de atardeceres y congojas.

                                                                                                                                  Lo más admirable de la mosca no es su vuelo geométrico

                                                                                                                                  ni su lenguaje de figuras,

                                                                                                                                  sino esa suerte echada que la distingue

                                                                                                                                  y que la obliga a aceptar el destino

                                                                                                                                  de haber llegado a morir a este sitio sin boñigas,

                                                                                                                                  donde el único horizonte posible es la almohada.

                                                                                                                                  Es evidentemente joven la mosca,

                                                                                                                                  de pequeño tamaño, silenciosa, casi aséptica,

                                                                                                                                  ni siquiera con el deseo de encontrar una borona,

                                                                                                                                  un compañero,

                                                                                                                                  con el que pueda hablar de sus preocupaciones de mosca

                                                                                                                                  -que yo ignoro-,

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  de viajes al basurero y a los desperdicios,

                                                                                                                                  que ella haría con actitud deportiva en caso de no haberse

                                                                                                                                  extraviado aquí

                                                                                                                                  lejos de sus hermanas.

                                                                                                                                  Sé bien que las moscas no son acariciables

                                                                                                                                  menos con el pensamiento,

                                                                                                                                  de suerte que me acostumbro a pensar en ella

                                                                                                                                  como un hecho súbito que surge y desaparece,

                                                                                                                                  para nada necesitada de mí o de mi creencia,

                                                                                                                                  satisfecha consigo misma en sus esguinces y rincones.

                                                                                                                                  Esta mosca es lo menos mosca que haya conocido,

                                                                                                                                  pero ella debe saberse mosca para ser tan encantadoramente solitaria:

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  toda clasificación parte de mí, a ella la tiene sin cuidado

                                                                                                                                  ser mosca u hombre o elefante,

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  en su fuero íntimo le importará poco que ella sea hombre y yo mosca,

                                                                                                                                  y no se extrañará de no verme volar

                                                                                                                                  cuando compruebe que llevo mis dos patas a la cabeza

                                                                                                                                  y la sacudo para que produzca palabras y pensamientos,

                                                                                                                                  o cuando suene el teléfono trayéndome tus noticias

                                                                                                                                  o cuando me siento descuidadamente cerca del periódico,

                                                                                                                                  mientras le ayudo a que aparezca muerta y ya. Como yo, como todos.

                                                                                                                                  Mi vida llena de consecuencias insufribles.

                                                                                                                                  Primero estudio

                                                                                                                                  el modo de comportarme

                                                                                                                                  a la hora del almuerzo,

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  y me enseñan seis versos

                                                                                                                                  que prohíben subir los codos

                                                                                                                                  pegarle a mis hermanos

                                                                                                                                  y cantar en la mesa.

                                                                                                                                  Después aprendo a besar a mis primas a decirles “Ximena” secamente;

                                                                                                                                  a bailar en familia;

                                                                                                                                  a no decir palabras que digan los chinos de la calle,

                                                                                                                                  a estudiar por la noche,

                                                                                                                                  a rezar con las manos puestas,

                                                                                                                                  a cortarme el pelo los primeros domingos;

                                                                                                                                  después me enseñan a dar el brazo

                                                                                                                                  para que las señoras suban escaleras;

                                                                                                                                  a dar la mano

                                                                                                                                  para que las señoras bajen los buses;

                                                                                                                                  a dar el brazo

                                                                                                                                  para entrar a la iglesia; a dar la mano

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  sólo cuando la extiendas los mayores;

                                                                                                                                  a decir " si señor”, “si señora”,

                                                                                                                                  a caminar despacio,

                                                                                                                                  a no ensuciar la ropa,

                                                                                                                                  a peinarme a las siete,

                                                                                                                                  a leer en la cama con la pantalla puesta,

                                                                                                                                  a no hurgar las narices,

                                                                                                                                  a no espichar los barros,

                                                                                                                                  a no morder los lápices,

                                                                                                                                  a no cruzar las calles sin mirar el semáforo,

                                                                                                                                  a orinar solo en casa,

                                                                                                                                  a bañarme los dientes,

                                                                                                                                  a jugar ajedrez con el abuelo

                                                                                                                                  Después del colegio

                                                                                                                                  aprendo a llevarle regalos al maestro,

                                                                                                                                  a vender arequipe en los bazares,

                                                                                                                                  a mirar de reojo cuando digan groserías

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  a no soplar en clase ni en exámenes,

                                                                                                                                  a decirle “señorita Othmar” a mi maestra,

                                                                                                                                  Después aprendo a comerme las uñas.

                                                                                                                                  Son Neto

                                                                                                                                  Manuela

                                                                                                                                  Estoy aquí, desnuda, bajo tierra.

                                                                                                                                  No me juzga el amor, no me conmueven

                                                                                                                                  la muerte ni el silencio ni la leve

                                                                                                                                  sensación de no ser. Nada me aterra.

                                                                                                                                  Y sueño todavía. Sueño el breve

                                                                                                                                  encuentro del amor, sueño caricias,

                                                                                                                                  sueño el beso profundo, la primicia

                                                                                                                                  de una boca en sazón. Sueño la nieve.

                                                                                                                                  Sueño lo dulce del amor, la mano

                                                                                                                                  que se hunde en mi cuerpo dulcemente.

                                                                                                                                  Sueño el fuego y la sed, sueño el verano,

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  sueño los labios secos. Quedamente

                                                                                                                                  sueño un nombre tras otro, sueño vano:

                                                                                                                                  Hace siglos partí hacia el poniente.

                                                                                                                                  Fernando Garavito (1944-2010), conocido en el ámbito periodístico como “Juan Mosca”.
                                                                                                                                  Foto: El Espectador

                                                                                                                                  Fernando Garavito, fue conocido en el ámbito periodístico como “Juan Mosca”, nació en Bogotá en 1944 y falleció en un accidente en Nuevo México, Estados Unidos, en 2010. A lo largo de su vida, Garavito se destacó como periodista y escritor. Tras completar su carrera de derecho en la Universidad Javeriana en 1966, se volcó de lleno en el periodismo y la literatura, publicando siete libros que recogen poesía, literatura y periodismo. Su columna “El señor de las Moscas”, que publicaba para El Espectador es recordada en el periodismo colombiano.

                                                                                                                                  En 1970, Garavito fue pionero al idear el Tren de la cultura, un museo móvil montado en vagones de ferrocarril. Su trabajo también incluyó la organización y dirección de la revista cultural Estravagario en Cali en 1975. En 1988, publicó un manuscrito inédito de 1784 titulado El Camero, el de Ricaurte y Rigueyro, dentro de la Biblioteca de Bogotá.

                                                                                                                                  Sus principales trabajos periodísticos se han recogido en seis volúmenes: Reportajes de Juan Mosca (1983), Bogotá, ayer, hoy y mañana (1986), País que duele (1995), El vuelo de las moscas (2003), Paramilitar para paramilitares (2006) y Praxis and Ambiguity of the Enemy (Práctica y ambigüedad del enemigo), que publicó la Universidad de Oklahoma en el 2007.

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  Además de su labor como periodista y escritor, Garavito desempeñó roles en la diplomacia y la academia. Fue diplomático en Berna y Lisboa, y enseñó en la Universidad Javeriana, la Universidad del Rosario y la Universidad de los Andes. A pesar de sus logros, Garavito vivió sus últimos años en el exilio en Estados Unidos, donde falleció.

                                                                                                                                  Poemas de Fernando Garavito

                                                                                                                                  Ejecicios de la soledad

                                                                                                                                  Estamos solos la mosca y yo

                                                                                                                                  en esta tarde de sábado.

                                                                                                                                  No intento sorprenderla como ella,

                                                                                                                                  que surge sin saber cómo

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  mientras levanto la vista del libro donde leo

                                                                                                                                  de atardeceres y congojas.

                                                                                                                                  Lo más admirable de la mosca no es su vuelo geométrico

                                                                                                                                  ni su lenguaje de figuras,

                                                                                                                                  sino esa suerte echada que la distingue

                                                                                                                                  y que la obliga a aceptar el destino

                                                                                                                                  de haber llegado a morir a este sitio sin boñigas,

                                                                                                                                  donde el único horizonte posible es la almohada.

                                                                                                                                  Es evidentemente joven la mosca,

                                                                                                                                  de pequeño tamaño, silenciosa, casi aséptica,

                                                                                                                                  ni siquiera con el deseo de encontrar una borona,

                                                                                                                                  un compañero,

                                                                                                                                  con el que pueda hablar de sus preocupaciones de mosca

                                                                                                                                  -que yo ignoro-,

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  de viajes al basurero y a los desperdicios,

                                                                                                                                  que ella haría con actitud deportiva en caso de no haberse

                                                                                                                                  extraviado aquí

                                                                                                                                  lejos de sus hermanas.

                                                                                                                                  Sé bien que las moscas no son acariciables

                                                                                                                                  menos con el pensamiento,

                                                                                                                                  de suerte que me acostumbro a pensar en ella

                                                                                                                                  como un hecho súbito que surge y desaparece,

                                                                                                                                  para nada necesitada de mí o de mi creencia,

                                                                                                                                  satisfecha consigo misma en sus esguinces y rincones.

                                                                                                                                  Esta mosca es lo menos mosca que haya conocido,

                                                                                                                                  pero ella debe saberse mosca para ser tan encantadoramente solitaria:

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  toda clasificación parte de mí, a ella la tiene sin cuidado

                                                                                                                                  ser mosca u hombre o elefante,

                                                                                                                                  Read more!

                                                                                                                                  en su fuero íntimo le importará poco que ella sea hombre y yo mosca,

                                                                                                                                  y no se extrañará de no verme volar

                                                                                                                                  cuando compruebe que llevo mis dos patas a la cabeza

                                                                                                                                  y la sacudo para que produzca palabras y pensamientos,

                                                                                                                                  o cuando suene el teléfono trayéndome tus noticias

                                                                                                                                  o cuando me siento descuidadamente cerca del periódico,

                                                                                                                                  mientras le ayudo a que aparezca muerta y ya. Como yo, como todos.

                                                                                                                                  Mi vida llena de consecuencias insufribles.

                                                                                                                                  Primero estudio

                                                                                                                                  el modo de comportarme

                                                                                                                                  a la hora del almuerzo,

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  y me enseñan seis versos

                                                                                                                                  que prohíben subir los codos

                                                                                                                                  pegarle a mis hermanos

                                                                                                                                  y cantar en la mesa.

                                                                                                                                  Después aprendo a besar a mis primas a decirles “Ximena” secamente;

                                                                                                                                  a bailar en familia;

                                                                                                                                  a no decir palabras que digan los chinos de la calle,

                                                                                                                                  a estudiar por la noche,

                                                                                                                                  a rezar con las manos puestas,

                                                                                                                                  a cortarme el pelo los primeros domingos;

                                                                                                                                  después me enseñan a dar el brazo

                                                                                                                                  para que las señoras suban escaleras;

                                                                                                                                  a dar la mano

                                                                                                                                  para que las señoras bajen los buses;

                                                                                                                                  a dar el brazo

                                                                                                                                  para entrar a la iglesia; a dar la mano

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  sólo cuando la extiendas los mayores;

                                                                                                                                  a decir " si señor”, “si señora”,

                                                                                                                                  a caminar despacio,

                                                                                                                                  a no ensuciar la ropa,

                                                                                                                                  a peinarme a las siete,

                                                                                                                                  a leer en la cama con la pantalla puesta,

                                                                                                                                  a no hurgar las narices,

                                                                                                                                  a no espichar los barros,

                                                                                                                                  a no morder los lápices,

                                                                                                                                  a no cruzar las calles sin mirar el semáforo,

                                                                                                                                  a orinar solo en casa,

                                                                                                                                  a bañarme los dientes,

                                                                                                                                  a jugar ajedrez con el abuelo

                                                                                                                                  Después del colegio

                                                                                                                                  aprendo a llevarle regalos al maestro,

                                                                                                                                  a vender arequipe en los bazares,

                                                                                                                                  a mirar de reojo cuando digan groserías

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  a no soplar en clase ni en exámenes,

                                                                                                                                  a decirle “señorita Othmar” a mi maestra,

                                                                                                                                  Después aprendo a comerme las uñas.

                                                                                                                                  Son Neto

                                                                                                                                  Manuela

                                                                                                                                  Estoy aquí, desnuda, bajo tierra.

                                                                                                                                  No me juzga el amor, no me conmueven

                                                                                                                                  la muerte ni el silencio ni la leve

                                                                                                                                  sensación de no ser. Nada me aterra.

                                                                                                                                  Y sueño todavía. Sueño el breve

                                                                                                                                  encuentro del amor, sueño caricias,

                                                                                                                                  sueño el beso profundo, la primicia

                                                                                                                                  de una boca en sazón. Sueño la nieve.

                                                                                                                                  Sueño lo dulce del amor, la mano

                                                                                                                                  que se hunde en mi cuerpo dulcemente.

                                                                                                                                  Sueño el fuego y la sed, sueño el verano,

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  sueño los labios secos. Quedamente

                                                                                                                                  sueño un nombre tras otro, sueño vano:

                                                                                                                                  Hace siglos partí hacia el poniente.

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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