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Poemas de Piedad Bonnett, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

A propósito del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana que recibió la escritora y poeta colombiana Piedad Bonnett, presentamos algunos de sus poemas.

04 de junio de 2024 - 05:34 p. m.
La poeta colombiana Piedad Bonnett, ha sido galardonada con el XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más prestigioso en el ámbito de la poesía en español y portugués, según el fallo del jurado hecho público en Madrid. EFE/Archivo/Rodrigo Jimenez
La poeta colombiana Piedad Bonnett, ha sido galardonada con el XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más prestigioso en el ámbito de la poesía en español y portugués, según el fallo del jurado hecho público en Madrid. EFE/Archivo/Rodrigo Jimenez
Foto: EFE - Rodrigo Jimenez

La escritora colombiana Piedad Bonnett se mostró “muy agradecida” tras ser galardonada el pasado lunes con el XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el más prestigioso en el ámbito de la poesía en español y portugués, por su obra como poeta, que define como una “poesía accesible”.

“Uno siempre tiene digamos esa ilusión, pero es remoto porque, pues es difícil ganarse un premio así, estoy muy, muy feliz y muy agradecida con el jurado de todas maneras porque hay muchos nombres posibles en lengua española, tenemos poetas extraordinarios, entonces nada, estoy muy, muy contenta”, dijo Bonnett en declaraciones tras conocer la noticia.

Según la gerente de Patrimonio Nacional de España, María Dolores Menéndez, Bonnett es “una voz actual de referencia en la poesía iberoamericana, con un trato elaborado del lenguaje que le permite acercarse a la experiencia vital con profundidad y belleza y a responder con humanidad a la tragedia de la vida”.

A continuación presentamos algunos de sus poemas:

Último instante

En qué pupila

quedaste tu grabado para siempre

aún vivo

pero volando triste hacia la muerte

en el último instante, el cielo a tus espaldas.

Quien te lleva dentro de sí

como una pesadilla hacia la noche

o una anécdota, un puro escalofrío

que aspira a remansarse en la palabra.

Quién vio lo que no vi,

lo que tan solo

a mí me pertenece:

tú como un ave interna que se entrega,

oscura y sin plumaje,

derrotada.

Las cicatrices

No hay cicatriz, por brutal que parezca,

que no encierre belleza.

Una historia puntual se cuenta en ella,

algún dolor. Pero también su fin.

Las cicatrices, pues, son las costuras

de la memoria,

un remate imperfecto que nos sana

dañándonos. La forma

que el tiempo encuentra

de que nunca olvidemos las heridas.

Pido al dolor que persevere

Pido al dolor que persevere.

Que no se rinda al tiempo, que se incruste

como una larva eterna en mi costado

para que de su mano cada día

con tus ojos intactos resucites,

con tu luz y tu pena resucites

dentro de mí.

Para que no te mueras doblemente

pido al dolor que sea mi alimento,

el aire de mi llama, de la lumbre

donde vengas a diario a consolarte

de los fríos paisajes de la muerte.

Soledades

Exacto y cotidiano

el cielo se derrama como un oscuro vino,

se agazapa a dormir en los zaguanes,

endurece los patios, los postigos,

enciende las pupilas de los gatos.

En las mezquinas calles minuciosos golpean

los pasos de la frágil solterona

que sabe que no hay luz en su ventana.

En el aire hay olor a col hervida

y detrás de la ropa que aporrea la piedra

un canto de mujer abre la noche.

Es la hora

en que el joven travesti se acomoda los senos

frente al espejo roto de la cómoda,

y una muchacha ensaya otro peinado

y echa esmalte en el hueco de sus medias de seda.

Abre la viuda el closet y llora con urgencia

entre trajes marrón y olor a naftalina,

y un pubis fresco y unos muslos blancos

salen del maletín del agente viajero.

Un alboroto de ollas revuelca la cocina

del restaurante donde un viejo duerme

contra el sucio papel de mariposas,

mientras como una red sin agujeros

nos envuelve la noche por los cuatro costados.

Tiempo

Cada vez más lejano lo lejano.

El hoy

es un colibrí trémulo en el aire

y el aire es la materia del mañana.

Ayer, ayer me estoy buscando y me extravío

por cuartos en penumbra y corredores

donde hace siesta el sol de los geranios.

Ayer estoy de vuelta y esculcando

en los rincones todos de mis días

a ver si estoy allí, qué cara tengo

sentada en la cocina, junto al fuego,

Pero solo me mira una niñita

comiéndose su pan. En el patio empedrado

el tiempo ha muerto antes de haber nacido.

El hoy

es un colibrí trémulo en el aire

y el aire es la materia del mañana.

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RP(07848)04 de junio de 2024 - 10:43 p. m.
Excelentes letras, gracias Doña Piedad.
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