Publicidad

Algunos poemas para recordar a Pablo Neruda

A propósito de los 50 años de fallecimiento del poeta chileno, recopilamos algunos poemas para recordar su obra.

Pablo Neruda
23 de septiembre de 2023 - 09:33 p. m.
En julio de 2004, le dedicaron a Neruda innumerables ferias del libro en ciudades de tres continente.
En julio de 2004, le dedicaron a Neruda innumerables ferias del libro en ciudades de tres continente.
Foto: EFE - Archivo Particular
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Del amor a la búsqueda incesante de sentido de la vida, así fue caminando Pablo Neruda como poeta. Después pasó a la política, al compromiso que se tiene con ella y a la ilusión de cambio a partir de ella. Al final, dejó de fijarse mucho en la temática de su tiempo o de su vida, y entonces solo escribió poemas sobre el romance, el sinsentido, la lucha social o sobre todo y sobre nada al mismo tiempo. Sobre la vida, a la que siempre contempló con detalle. Y sobre la escritura, que fue su forma de tatuar sus huellas en el mundo.

Le sugerimos leer: Pablo Neruda a 50 años de su muerte: el poeta que vivió todas las vidas

Este 23 de septiembre se cumplen 50 años de la muerte de este poeta, con fama del mal padre y mal marido, pero que escribió algunos de los poemas de amor más conocidos del español. Murió a las 10:30 de la noche en la Clínica Santa María de Santiago y su vida y obra son recordadas hoy, cuando aún está viva la polémica sobre si falleció a causa de la enfermedad o fue asesinado por la dictadura liderada por Augusto Pinochet.

Aquí algunos poemas para homenajear la obra del poeta chileno:

Amor

Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte

la leche de los senos como de un manantial,

por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte

en la risa de oro y la voz de cristal.

Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos

y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,

porque tu ser pasara sin pena al lado mío

y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría

amarte, amarte como nadie supo jamás!

Morir y todavía amarte más.

Y todavía amarte más y más.

Podría interesarle leer: Celebrado en el extranjero, Neruda es aún una controvertida figura en Chile

Sed de ti

Sed de ti me acosa en las noches hambrientas.

Trémula mano roja que hasta su vida se alza.

Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía.

Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas...

Por eso eres la sed y lo que ha de saciarla.

Cómo poder no amarte si he de amarte por eso.

Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo.

Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos.

Sed de ti, guirnalda atroz y dulce.

Sed de ti que en las noches me muerde como un perro.

Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos.

La boca tiene sed, para qué están tus besos.

El alma está incendiada de estas brasas que te aman.

El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo.

De sed. Sed infinita. Sed que busca tu sed.

Y en ella se aniquila como el agua en el fuego.

Le sugerimos leer: Reseña de “Fieras”, la nueva novela de Óscar Adán

Amor América

Antes de la peluca y la casaca

fueron los ríos, ríos arteriales,

fueron las cordilleras, en cuya onda raida

el cóndor o la nieve parecían inmóviles:

fue la humedad y la espesura, el trueno

sin nombre todavía, las pampas planetarias.

El hombre tierra fue, vasija, párpado

del barro trémulo, forma de la arcilla,

fue cantaro caribe, piedra chibcha,

copa imperial o silice araucana.

Tierno y sangriento fue, pero en la empunadura

de su arma de cristal humedecido, las iniciales de la tierra estaban escritas.

Nadie pudo

recordarlas después: el viento

las olvidó, el idioma del agua

fue enterrado, las claves se perdieron

o se inundaron de silencio o sangre.

No se perdió la vida, hermanos pastorales.

Pero como una rosa salvaje

cayo una gota roja en la espesura

y se apagó una lámpara de tierra.

Yo estoy aquí para contar la historia.

Desde la paz del búfalo

hasta las azotadas arenas

de la tierra final, en las espumas

acumuladas de la luz antártica,

y por las madrigueras despenadas

de la sombría paz venezolana,

te busque, padre mío,

joven guerrero de tiniebla y cobreo tú, planta nupcial, cabellera indomable,

madre caimán, metálica paloma.

Yo, incásico del legamo,

toqué la piedra y dije:

¿Quién me espera? Y aprete la mano

sobre un puñado de cristal vacío.

Pero anduve entre flores zapotecas

y dulce era la luz como un venado,

y era la sombra como un párpado verde.

Tierra mía sin nombre, sin América,

estambre equinoccial, lanza de púrpura,

tu aroma me trepó por las raíces

hasta la copa que bebía, hasta la más delgada

palabra aún no nacida de mi boca.

Le sugerimos leer: El último adiós a Fernando Botero

El miedo

Todos me piden que dé saltos,

que tonifique y que futbole,

que corra, que nade y que vuele.

Muy bien.

Todos me aconsejan reposo,

todos me destinan doctores,

mirándome de cierta manera.

Qué pasa?

Todos me aconsejan que viaje,

que entre y que salga, que no viaje,

que me muera y que no me muera.

No importa.

Todos ven las dificultades

de mis vísceras sorprendidas

por radioterribles retratos.

No estoy de acuerdo.

Todos pican mi poesía

con invencibles tenedores

buscando, sin duda, una mosca,

Tengo miedo.

Tengo miedo de todo el mundo,

del agua fría, de la muerte.

Soy como todos los mortales,

inaplazable.

Por eso en estos cortos días

no voy a tomarlos en cuenta,

voy a abrirme y voy a encerrarme

con mi más pérfido enemigo,

Pablo Neruda.

La muerte

Pueblo, aquí decidiste dar tu mano

al perseguido obrero de la pampa, y llamaste,

llamaste al hombre, a la mujer, al niño,

hace un año, a esta Plaza.

Y aquí cayó tu sangre.

En medio de la patria fue vertida,

frente al palacio, en medio de la calle,

para que la mirara todo el mundo

y no pudiera borrarla nadie,

y quedaron sus manchas rojas

como planetas implacables.

Fue cuando mano y mano de chileno

alargaron sus dedos a la pampa,

y con el corazón entero

iría la unidad de sus palabras:

fue cuando ibas, pueblo, a cantar

una vieja canción con lágrimas,

con esperanza y con dolores:

vino la mano del verdugo

y empapó de sangre la plaza!

Por Pablo Neruda

Temas recomendados:

 

Fèlix(w3xh1)24 de septiembre de 2023 - 12:04 a. m.
Muy bien por los recordados poemas del gran Pablo. Vale indicar que quien hizo esta breve recopilación no se fijó bien o correctamente en la ortografía. Favor corregir...
Melibea(45338)23 de septiembre de 2023 - 10:50 p. m.
Muy variada y sentida la poesía seleccionada para rendir un merecido homenaje a Neruda.Gracias.
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar