Poemas sobre la época decembrina (Verso a verso)
Con motivo del inicio de la época navideña, presentamos una selección de poemas de varios escritores que se han basado o inspirado en las festividades de fin de año para reflexionar sobre distintos aspectos de la vida.
A lo largo de los años, las festividades decembrinas han sido motivo del interés artístico de los poetas. Algunos lo toman por el lado religioso, hablando y exaltando el nacimiento de Jesús; otros, lo toman como un momento solemne para la reflexión de la niñez, de ese sentido de la maravilla que se ha perdido, o algunos otros retratan escenas familiares que se dan en estas épocas.
Sylvia Plath
Nacida en 1932, en el seno de una familia de Boston, Massachusetts, en los Estados Unidos, desde muy pequeña tuvo que afrontar la muerte, con el fallecimiento prematuro de su padre. Durante su juventud, mantuvo un diario en el que se cuestionaba su rol como mujer en una sociedad que esperaba que convirtiera en una madre sumisa, acuñando la frase “Mi gran tragedia es haber nacido mujer”.
En su poema “Globos”, que se cree que fue escrito en 1963, un año después de su divorcio con Ted Hughes, representa una escena familiar al mirar un par de animales de globo de sus hijos que están presentes desde Navidad, permitiendo una reflexión sobre la inocencia infantil.
Globos
Desde Navidad viven con nosotros,
estos animales-almas ovalados,
que cándidos y claros,
ocupan la mitad del espacio,
moviéndose y frotándose en la seda
Invisible del aire que los impulsa,
dan un chillido y estallan
cuando se les embiste, otras veces se deslizan y reposan, apenas temblando.
bagre amarillo, pez azul—
¡Como las lunas extravagantes con las que convivimos
En vez del muerto mobiliario!
Petates, paredes blancas
y estos viajantes
globos de aire fino, rojo, verde,
deleitando
El corazón como un deseo o libres
pavo reales bendecidos
sobre la vieja tierra con una pluma
golpeando metales estrellados.
Tu pequeño
Hermano hace sonar
su globo como el chirrido de un gato.
parece ver
en el otro lado de esto, un divertido mundo rosa que podría comerse,
él muerde,
Luego se sienta,
de espaldas al jarro grasiento
contemplando el mundo claro como el agua.
Un rojo
jirón en su pequeño puño.
Marosa Di Giorgio
Nació en Salto, Uruguay, en 1932, hija de inmigrantes italianos. Desde los nueve años mostró su interés por la escritura, para en su juventud entrar a estudiar Derecho, para abandonarlo al poco tiempo e iniciando un trabajo como redactora de sociales en un periódico local. En la década de los 50 inicia su publicación de poemarios con “Poemas” en 1953, que lentamente la irán consolidando como una de las voces más reconocidas de la lírica latinoamericana.
De su segundo poemario “Humos”, publicado en 1955, presentamos el poema “8″, que utiliza la prosa poética para reflexionar sobre la añoranza de un tiempo ya pasado, de un anhelo de regresar a él y de como los recuerdos son un elemento colectivo.
8
Para revivir la edad anaranjada, hay que convocar a todos los testigos, a los que sufrieron, a los que se reían, y también al más pequeño y al que estaba más lejos.
Hay que reencender a las abuelas; que vengan con sus grandes cruces de canela a cuestas y bien clavadas con aquellos largos clavos aromáticos, como cuando vivían alrededor del fuego y del almíbar.
Hay que interrogar al alhelí y acosarlo a preguntas, no vaya a perderse algún detalle morado.
Hay que hablar con la mariposa, seriamente, y con los gallos salvajes de bronca voz y grandes uñas de plata.
Y que vengan las verónicas de entonces, las pálidas verónicas —errantes entre las flores y los árboles y el humo— que devuelvan el rostro del azúcar, el retrato de los higos.
Y mandar aviso a las glicinas para que traigan su vieja actitud de uva. Y a la populosa granada, y a la procesión de las yucas, y al guardián de los nísperos, amarillento y odioso, y a mi cabellera de entonces, todo llena de brujas y planetas, y a las cabañas errantes, y al ángel de los cerros, el de las amatistas —con un ala rosada y la otra azul— y a los azahares del limón, grandes como nardos.
Y que vengan todas las cajas de papel de plata, y todas las botellas de colores, y también las llaves y los abanicos, y el pastel de Navidad parado en sus zancos de cerezas.
Para revivir la edad anaranjada, hay que no olvidar a nadie, y hay que llamar a todos. Y sobre todo al señor humo, que es el más serio y el más tenue y el más amado.
Y hay que invitar a Dios.
Meira Delmar
Olga Chams Eljach, nacida en Barranquilla en 1924, de padres libaneses, estudió letras en Roma, y música en el conservatorio de la Universidad del Atlántico. Publicó sus primeros poemas en 1937 en la revista cubana Vanidades, para lo cual inventó su seudónimo “Meira Delmar”, con el que sería conocida en el mundo de las letras. Hasta 1942 publicó su primer poemario “Alba de olvido”, que luego enviaría a su gran referente, la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou, que le respondió con una misiva que la inspiraría a seguir escribiendo.
Su poema, “Diciembre” nos presenta una imagen de una niña contemplando el océano, mientras admira la belleza que el último mes del año le presenta.
Diciembre
Diciembre llega con su frente niña
y su aire fino de jazmín que sueña…
Los duendecillos de nevosas barbas
suben alegres a pulir la tierra.
En el instante más fugaz del cielo
nombran las nubes su redonda ausencia,
y crece un vago pueblo azul de lirios
en el silencio que sus voces dejan...
Diciembre llega con su frente niña
y su aire fino de jazmín que sueña...
Trompo de dulce claridad, el viento
gira en la palma de su leve diestra,
y sobre el viento girador, el ángel
de los luceros vespertinos tiembla...
Por altos puentes de rumor dorado
cruzan el río de la tarde abejas,
y en el afán de perseguirlas rompe
su talle de agua la delgada acequia.
Diciembre llega con su frente niña
y su aire fino de jazmín que sueña...
¡Y como un arpa donde vive un pájaro
mi corazón a resonar empieza!
Fernando Pessoa
El escritor y poeta nació en Lisboa en 1888. Su estilo se caracterizaba por el uso de heterónimos, es decir, encarnaba distintos autores ficticios, cada uno con sus estilos particulares, evidenciando un desdoblamiento de la personalidad que lo llevó a ser uno de los autores más reconocidos de Portugal.
Navidad
Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad
Que no ha venido ni se ha ido: un cambio de Error.
Tenemos ahora otra Eternidad,
y siempre lo pasado fue mejor.
Ciega, la ciencia trabaja en el inútil suelo
Loca, la fe vive el sueño de su culto.
Un nuevo Dios es una palabra —o un nuevo sonido
No busques ni tampoco creas: todo está oculto.
A lo largo de los años, las festividades decembrinas han sido motivo del interés artístico de los poetas. Algunos lo toman por el lado religioso, hablando y exaltando el nacimiento de Jesús; otros, lo toman como un momento solemne para la reflexión de la niñez, de ese sentido de la maravilla que se ha perdido, o algunos otros retratan escenas familiares que se dan en estas épocas.
Sylvia Plath
Nacida en 1932, en el seno de una familia de Boston, Massachusetts, en los Estados Unidos, desde muy pequeña tuvo que afrontar la muerte, con el fallecimiento prematuro de su padre. Durante su juventud, mantuvo un diario en el que se cuestionaba su rol como mujer en una sociedad que esperaba que convirtiera en una madre sumisa, acuñando la frase “Mi gran tragedia es haber nacido mujer”.
En su poema “Globos”, que se cree que fue escrito en 1963, un año después de su divorcio con Ted Hughes, representa una escena familiar al mirar un par de animales de globo de sus hijos que están presentes desde Navidad, permitiendo una reflexión sobre la inocencia infantil.
Globos
Desde Navidad viven con nosotros,
estos animales-almas ovalados,
que cándidos y claros,
ocupan la mitad del espacio,
moviéndose y frotándose en la seda
Invisible del aire que los impulsa,
dan un chillido y estallan
cuando se les embiste, otras veces se deslizan y reposan, apenas temblando.
bagre amarillo, pez azul—
¡Como las lunas extravagantes con las que convivimos
En vez del muerto mobiliario!
Petates, paredes blancas
y estos viajantes
globos de aire fino, rojo, verde,
deleitando
El corazón como un deseo o libres
pavo reales bendecidos
sobre la vieja tierra con una pluma
golpeando metales estrellados.
Tu pequeño
Hermano hace sonar
su globo como el chirrido de un gato.
parece ver
en el otro lado de esto, un divertido mundo rosa que podría comerse,
él muerde,
Luego se sienta,
de espaldas al jarro grasiento
contemplando el mundo claro como el agua.
Un rojo
jirón en su pequeño puño.
Marosa Di Giorgio
Nació en Salto, Uruguay, en 1932, hija de inmigrantes italianos. Desde los nueve años mostró su interés por la escritura, para en su juventud entrar a estudiar Derecho, para abandonarlo al poco tiempo e iniciando un trabajo como redactora de sociales en un periódico local. En la década de los 50 inicia su publicación de poemarios con “Poemas” en 1953, que lentamente la irán consolidando como una de las voces más reconocidas de la lírica latinoamericana.
De su segundo poemario “Humos”, publicado en 1955, presentamos el poema “8″, que utiliza la prosa poética para reflexionar sobre la añoranza de un tiempo ya pasado, de un anhelo de regresar a él y de como los recuerdos son un elemento colectivo.
8
Para revivir la edad anaranjada, hay que convocar a todos los testigos, a los que sufrieron, a los que se reían, y también al más pequeño y al que estaba más lejos.
Hay que reencender a las abuelas; que vengan con sus grandes cruces de canela a cuestas y bien clavadas con aquellos largos clavos aromáticos, como cuando vivían alrededor del fuego y del almíbar.
Hay que interrogar al alhelí y acosarlo a preguntas, no vaya a perderse algún detalle morado.
Hay que hablar con la mariposa, seriamente, y con los gallos salvajes de bronca voz y grandes uñas de plata.
Y que vengan las verónicas de entonces, las pálidas verónicas —errantes entre las flores y los árboles y el humo— que devuelvan el rostro del azúcar, el retrato de los higos.
Y mandar aviso a las glicinas para que traigan su vieja actitud de uva. Y a la populosa granada, y a la procesión de las yucas, y al guardián de los nísperos, amarillento y odioso, y a mi cabellera de entonces, todo llena de brujas y planetas, y a las cabañas errantes, y al ángel de los cerros, el de las amatistas —con un ala rosada y la otra azul— y a los azahares del limón, grandes como nardos.
Y que vengan todas las cajas de papel de plata, y todas las botellas de colores, y también las llaves y los abanicos, y el pastel de Navidad parado en sus zancos de cerezas.
Para revivir la edad anaranjada, hay que no olvidar a nadie, y hay que llamar a todos. Y sobre todo al señor humo, que es el más serio y el más tenue y el más amado.
Y hay que invitar a Dios.
Meira Delmar
Olga Chams Eljach, nacida en Barranquilla en 1924, de padres libaneses, estudió letras en Roma, y música en el conservatorio de la Universidad del Atlántico. Publicó sus primeros poemas en 1937 en la revista cubana Vanidades, para lo cual inventó su seudónimo “Meira Delmar”, con el que sería conocida en el mundo de las letras. Hasta 1942 publicó su primer poemario “Alba de olvido”, que luego enviaría a su gran referente, la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou, que le respondió con una misiva que la inspiraría a seguir escribiendo.
Su poema, “Diciembre” nos presenta una imagen de una niña contemplando el océano, mientras admira la belleza que el último mes del año le presenta.
Diciembre
Diciembre llega con su frente niña
y su aire fino de jazmín que sueña…
Los duendecillos de nevosas barbas
suben alegres a pulir la tierra.
En el instante más fugaz del cielo
nombran las nubes su redonda ausencia,
y crece un vago pueblo azul de lirios
en el silencio que sus voces dejan...
Diciembre llega con su frente niña
y su aire fino de jazmín que sueña...
Trompo de dulce claridad, el viento
gira en la palma de su leve diestra,
y sobre el viento girador, el ángel
de los luceros vespertinos tiembla...
Por altos puentes de rumor dorado
cruzan el río de la tarde abejas,
y en el afán de perseguirlas rompe
su talle de agua la delgada acequia.
Diciembre llega con su frente niña
y su aire fino de jazmín que sueña...
¡Y como un arpa donde vive un pájaro
mi corazón a resonar empieza!
Fernando Pessoa
El escritor y poeta nació en Lisboa en 1888. Su estilo se caracterizaba por el uso de heterónimos, es decir, encarnaba distintos autores ficticios, cada uno con sus estilos particulares, evidenciando un desdoblamiento de la personalidad que lo llevó a ser uno de los autores más reconocidos de Portugal.
Navidad
Un Dios ha nacido. Otros mueren. La realidad
Que no ha venido ni se ha ido: un cambio de Error.
Tenemos ahora otra Eternidad,
y siempre lo pasado fue mejor.
Ciega, la ciencia trabaja en el inútil suelo
Loca, la fe vive el sueño de su culto.
Un nuevo Dios es una palabra —o un nuevo sonido
No busques ni tampoco creas: todo está oculto.