Por qué Fernando Botero no vivía en Colombia: así era su vida en Mónaco
El artista colombiano más importante de los últimos tiempos salió de Colombia en 1961; vivió primero en Nueva York y luego en Paris, Italia y Mónaco, donde el príncipe Rainiero le otorgó un estudio “de por vida” para que trabajara “frente al Mediterráneo”.
El maestro Fernando Botero falleció este viernes 15 de septiembre a los 91 años en un hospital de Mónaco. Su hija Lina Botero relató que su padre padecía una pulmonía que lo llevó a ser internado durante cinco días. “Se fue con mucha tranquilidad”, dijo en una entrevista en Caracol Radio desde el principado de Mónaco, el segundo país más pequeño del mundo (después de El Vaticano), en el que Botero vivió sus últimos años.
Le puede interesar: Así registra la prensa internacional la muerte de Fernando Botero
El maestro Botero (Medellín 1932), considerado el artista plástico más importante de Colombia, dejó el país en 1961. Se convirtió en un ciudadano del mundo, pues pasaba temporadas en diferentes ciudades. Primero estableció su residencia en Nueva York, donde vivió 12 años, para luego radicarse en París, en donde pasaba largas temporadas. A su vez, tenía un estudio en Pietrasanta (toscana italiana) y Montecarlo, Mónaco.
¿Por qué Botero vivía en Mónaco?
Aunque el maestro visitaba Colombia, el arte lo llevó a establecerse en el extranjero. Fernando Botero salió del todo de Colombia en 1961, cuando fijó su residencia por casi 12 años en New York.
Posteriormente, se radicó en París, pero lo alternaba con largas estancias en su estudio en Pietrasanta, en la toscana italiana, y con su finca en Tabio, Cundinamarca. Según contaban sus hijos, el maestro era feliz “donde pudiera trabajar”.
Le sugerimos: Algunas de las obras del maestro Fernando Botero
Lina Botero mencionó en entrevistas con varios medios de comunicación colombianos, que “en cada casa tiene su estudio y lo primero que hace cuando llega es dejar las maletas y ponerse a trabajar para no interrumpir su flujo creativo”.
Sus últimos años los pasaba en entre Mónaco y Grecia, país de su esposa Sophia Vari, quien murió hace cuatro meses. El maestro Botero vivía feliz en Montecarlo, Mónaco, “un país bordeado por el Mediterráneo junto a peñas enfrentadas al mar, un paraíso”, describió el maestro en una entrevista con un medio francés hace varios años.
El príncipe Rainiero fue un gran admirador de la obra del artista colombiano. El soberano de Mónaco le solicitó hace varios años que tres esculturas suyas fueran adquiridas para adornar los jardines del casino de Montecarlo.
En los Jardines de Montecarlo se pueden ver a Adán y Eva, obra del maestro paisa, entre tulipanes.
Esa relación con la familia real monegasca se hizo más cercana cuando Rainiero le cede de por vida un estudio, en la Quai Antoine Premier, un edificio rosa que tiene toques coloniales que recuerdan a Cartagena o Popayán.
En el año 2000, en el tradicional “Baile de la rosa”, un evento benéfico que celebra el principado de Mónaco cada año, fue la obra del artista colombiano la elegida para la ocasión. Para el evento, que suele reunir a lo más selecto de la nobleza europea, la princesa Carolina y el entonces príncipe Alberto decoraron el salón principal del club deportivo de Montecarlo con las obras de Botero. Sus pinturas fueron proyectadas sobre los muros y junto a las esculturas se colocaron adornos de rosas traídas de Suramérica.
Rainiero, quien murió en 2005 y fue sucedido por su hijo Alberto II, era un mecenas de los artistas. Durante su reinado mandó construir diez estudios loft para que personajes de la talla del maestro Botero pudieran trabajar al frente del mediterráneo. “Yo vine de paso un día y me gustó tanto Montecarlo que acepté la propuesta de Rainiero”, recordaba el artista colombiano en entrevista con The New York Times.
Tras la muerte de su esposa, Sophia Vari, el 5 de mayo por un cáncer contra el que luchó muchos años, el artista colombiano se refugió en su estudio. Seguía pintando. Relatos de su familia revelan que el maestro tenía un estado de salud frágil por una enfermedad pulmonar, que finalmente cobró su vida este viernes en el principado de Mónaco. Sus hijos, Fernando y Juan Carlos, van rumbo a Montecarlo, en donde su hija Lina los espera para darle el último adiós.
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El maestro Fernando Botero falleció este viernes 15 de septiembre a los 91 años en un hospital de Mónaco. Su hija Lina Botero relató que su padre padecía una pulmonía que lo llevó a ser internado durante cinco días. “Se fue con mucha tranquilidad”, dijo en una entrevista en Caracol Radio desde el principado de Mónaco, el segundo país más pequeño del mundo (después de El Vaticano), en el que Botero vivió sus últimos años.
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El maestro Botero (Medellín 1932), considerado el artista plástico más importante de Colombia, dejó el país en 1961. Se convirtió en un ciudadano del mundo, pues pasaba temporadas en diferentes ciudades. Primero estableció su residencia en Nueva York, donde vivió 12 años, para luego radicarse en París, en donde pasaba largas temporadas. A su vez, tenía un estudio en Pietrasanta (toscana italiana) y Montecarlo, Mónaco.
¿Por qué Botero vivía en Mónaco?
Aunque el maestro visitaba Colombia, el arte lo llevó a establecerse en el extranjero. Fernando Botero salió del todo de Colombia en 1961, cuando fijó su residencia por casi 12 años en New York.
Posteriormente, se radicó en París, pero lo alternaba con largas estancias en su estudio en Pietrasanta, en la toscana italiana, y con su finca en Tabio, Cundinamarca. Según contaban sus hijos, el maestro era feliz “donde pudiera trabajar”.
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Lina Botero mencionó en entrevistas con varios medios de comunicación colombianos, que “en cada casa tiene su estudio y lo primero que hace cuando llega es dejar las maletas y ponerse a trabajar para no interrumpir su flujo creativo”.
Sus últimos años los pasaba en entre Mónaco y Grecia, país de su esposa Sophia Vari, quien murió hace cuatro meses. El maestro Botero vivía feliz en Montecarlo, Mónaco, “un país bordeado por el Mediterráneo junto a peñas enfrentadas al mar, un paraíso”, describió el maestro en una entrevista con un medio francés hace varios años.
El príncipe Rainiero fue un gran admirador de la obra del artista colombiano. El soberano de Mónaco le solicitó hace varios años que tres esculturas suyas fueran adquiridas para adornar los jardines del casino de Montecarlo.
En los Jardines de Montecarlo se pueden ver a Adán y Eva, obra del maestro paisa, entre tulipanes.
Esa relación con la familia real monegasca se hizo más cercana cuando Rainiero le cede de por vida un estudio, en la Quai Antoine Premier, un edificio rosa que tiene toques coloniales que recuerdan a Cartagena o Popayán.
En el año 2000, en el tradicional “Baile de la rosa”, un evento benéfico que celebra el principado de Mónaco cada año, fue la obra del artista colombiano la elegida para la ocasión. Para el evento, que suele reunir a lo más selecto de la nobleza europea, la princesa Carolina y el entonces príncipe Alberto decoraron el salón principal del club deportivo de Montecarlo con las obras de Botero. Sus pinturas fueron proyectadas sobre los muros y junto a las esculturas se colocaron adornos de rosas traídas de Suramérica.
Rainiero, quien murió en 2005 y fue sucedido por su hijo Alberto II, era un mecenas de los artistas. Durante su reinado mandó construir diez estudios loft para que personajes de la talla del maestro Botero pudieran trabajar al frente del mediterráneo. “Yo vine de paso un día y me gustó tanto Montecarlo que acepté la propuesta de Rainiero”, recordaba el artista colombiano en entrevista con The New York Times.
Tras la muerte de su esposa, Sophia Vari, el 5 de mayo por un cáncer contra el que luchó muchos años, el artista colombiano se refugió en su estudio. Seguía pintando. Relatos de su familia revelan que el maestro tenía un estado de salud frágil por una enfermedad pulmonar, que finalmente cobró su vida este viernes en el principado de Mónaco. Sus hijos, Fernando y Juan Carlos, van rumbo a Montecarlo, en donde su hija Lina los espera para darle el último adiós.
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