Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Cada año, cuando llega octubre y está por anunciarse el ganador del Premio Nobel de Literatura, los lectores de Haruki Marakami esperan con ansias que la Academia Sueca le entregue un galardón que parece perseguirlo hace más de una década. Este año el escritor japonés era de nuevo uno de los favoritos para quedarse con el premio, que fue a parar a las manos del escritor noruego Jon Fosse, “por sus innovadoras obras de teatro y su prosa que dan voz a lo inefable”.
Lo cierto es que pese a su timidez, sus apariciones casi accidentales en eventos públicos y la necesidad de evadir entrevistas a toda costa, Murakami se ha convertido en una superestrella de la literatura japonesa. Autor de culto y traducido a más de cuarenta idiomas, ha logrado plasmar en las páginas de sus novelas un universo atravesado por la soledad, el amor intenso, la incertidumbre y la melancolía.
Puede leer: Capítulo de “Trilogía”, novela del Premio Nobel de Literatura 2023, Jon Fosse
Durante una entrevista con The New Yorker, casi sin quererlo Murakami se refirió al evasivo Premio Nobel mientras explicaba lo difícil que resulta ser un caballero, al tiempo que se es un novelista. “Tengo una definición de un novelista caballero: primero, no habla del impuesto sobre la renta que ha pagado; en segundo lugar, no escribe sobre sus exnovias o exesposas; y, tercero, no piensa en el Premio Nobel de Literatura”. Al terminar su definición, le pidió a la periodista que no le preguntara sobre ninguna de esas tres cosas.
A pesar de no haber recibido nunca ese reconocimiento, el escritor nacido en Kioto tiene muchos otros en su palmarés: el Premio Mundial de Fantasía (EE.UU., 2006), el Asahi Prize (Japón, 2006), el Franz Kafka (República Checa, 2006), el Jerusalén (Israel, 2009) y el Hans Christian Andersen de Literatura (Dinamarca, 2016). Este año fue galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023 por “la singularidad en su literatura, su alcance universal y su capacidad para conciliar la tradición japonesa y el legado de la cultura occidental”.
Más noticias del Magazín:
Haruki Murakami
Murakami fue catapultado a la lista de los Bestseller gracias a su novela más famosa, que lleva el nombre de una canción de The Beatles: Norwegian Wood (1987). Traducida como Tokio Blues, la historia fue publicada en 36 idiomas y solo en Japón vendió más de diez millones de ejemplares. La obra del escritor se caracteriza por tener un tono tan íntimo que puede transmutar a lo onírico; la dualidad entre la certeza y la incertidumbre; el ansia de encontrar el amor y la incapacidad de librarse de la soledad; la deshumanización en las grandes ciudades, la cultura occidental y la música, su otra gran pasión.
“Los lectores suelen decirme que hay un mundo irreal en mi trabajo: que el protagonista va hasta allí y luego regresa a la realidad. No siempre puedo ver esa frontera. Por eso, en muchos casos, se confunden”, le dijo a The New Yorker y argumentó que al menos en Japón caminar de un universo a otro no resulta tan difícil. “Por eso en mis historias, si bajas al fondo de un pozo, hay otro mundo, y no necesariamente se puede notar la diferencia”.
No puede dejar de leer: Las cenizas de Fernando Botero llegan a Pietrasanta, Italia, para su despedida
Aunque tiene miles de seguidores y sus lectores hacen largas filas con el tipo de fervor que caracteriza más a la novela juvenil, bastante alejada de su género, Murakami no se considera extraordinario. O quizás sí. Solo cuando escribe. “Soy un hombre normal. Cuando camino por la calle y alguien dice: ‘Disculpe, señor Murakami, es un placer conocerlo’, me siento extraño, ¿sabe? No soy nada especial. Aunque creo que cuando escribo sí soy algo especial, o al menos extraño”, le dijo al medio estadounidense.
Tal como concluyó el jurado del premio Princesa de Asturias: “Haruki Murakami es un gran corredor de fondo de la literatura contemporánea”, pues en ningún momento ha dejado de escribir. Tusquets Editores publicará en 2024 la traducción en español de su nueva novela: La ciudad y sus muros inciertos. Ya veremos si en octubre vuelve a estar cerca del Nobel, aunque diga que nunca piensa en él.