Pozzetto, tras las huellas de Campo Elías Delgado (Por capítulos)
Presentamos un avance del nuevo libro de Edwin Olaya Molina: “Pozzetto, tras las huellas de Campo Elías Delgado”.
Edwin Olaya Molina
Basta con Googlear Bogotá, diciembre de 1986 para encontrarnos con uno de los sucesos más escabrosos en la historia del país: La masacre de Pozzetto, ejecutada por Campo Elías Delgado. Este año, al cumplirse los treinta y seis años de los hechos, el autor bogotano Edwin Olaya Molina, psicólogo y perfilador criminal, en compañía de su casa editorial Quillango Editores, presenta después de una investigación exhaustiva de más de doce años la reedición de su obra Pozzetto, tras las huellas de Campo Elías Delgado. En este caso, lejos de la ficción o de las historias que se han contado de boca en boca, el autor reconstruye los acontecimientos y con su experticia hace varios acercamientos al expediente original del caso, en donde nos presenta la verdad sin florituras, lejos de metaforizaciones o ficciones literarias.
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III
Se desencadenó entonces un verdadero espíritu del infierno.
«El incidente de la ventana»
La versión oficial que se difundió con amplitud por los medios de comunicación indicaba que el jueves 4 de diciembre de 1986, Campo Elías Delgado había cometido un doble homicidio en la Alhambra, al norte de la ciudad. Posteriormente se desplazó al edificio en Chapinero donde vivía y allí asesinó a varias mujeres, incluyendo a su mamá, y que más tarde, tras cenar, desató la masacre en Pozzetto; sin embargo, la evidencia indica algo diferente: fue la noche del 3 de diciembre de 1986, cuando Campo Elías inició su descenso definitivo al abismo.
Doña Rita era una mujer de setenta y dos años que pasaba todo el día en su apartamento, en donde a algunas de sus vecinas les enseñó a tejer. Debido a problemas de circulación se le dificultaba bajar escaleras, motivo por el cual evitaba al máximo salir y era usual que, desde la ventana de la cocina de su apartamento en el cuarto piso, hiciera descender por medio de una cuerda un canasto que era recibido por una vecina en el primer piso del edificio de al lado; en el interior del canasto iba la pequeña lista de las compras y el dinero para pagarlas. Una vez el mandado estaba hecho, el canasto hacía su lento ascenso llevando consigo el pan, la leche y eventualmente, el periódico.
La noche del miércoles tanto los vecinos de doña Rita como los residentes del edificio contiguo escucharon un gran escándalo: oyeron a la anciana gritar y llorar, luego, el estruendo de un vidrio que se rompía. Después por el hueco de la ventana rota se asomó doña Rita quien al ver abajo a la mujer que le ayudaba con sus mandados, le dijo que se entrara, que no se estuviera ahí, que se entrara. Luego de eso: silencio.
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A la mañana siguiente nadie supo nada de doña Rita, nadie la escuchó y menos aún le pidió a su vecina que fuera por la leche o por el pan. De la suerte de la anciana se supo cerca de las seis de la tarde cuando encontraron su cuerpo en la cocina.
Los medios de comunicación también informaron que Campo Elías le había disparado a su madre y que esta era la causa de muerte, pero lejos estaban de la verdad, una verdad que superaba por mucho la versión que recorrió las calles con el pasar de los años.
El médico forense encargado de la necropsia de doña Rita, pese a la carbonización del 99% que presentaba el cuerpo, logró identificar dos grupos de lesiones:
Una se trataba de un hematoma craneal ubicado entre los huesos occipital y parietal izquierdos que se relacionaba más profundamente con un hematoma epidural en región temporoparietal izquierda. Este tipo de traumatismo puede provocar mareos, confusión, pérdida de conocimiento, además de debilidad y es consistente con un mecanismo contundente, es decir, con un golpe, ya sea porque un objeto impactó el cráneo o bien, el cráneo chocó con contra una superficie fija.
La otra lesión en realidad era más de una. Tres heridas ocasionadas por un elemento cortocontundente, como un cuchillo, en la espalda, el pecho y el costado. El forense identificó que, debido a los daños en estructuras internas, la muerte de la anciana se produjo por un shock hipovolémico, es decir, la mujer se desangró hasta fallecer.
Disparar a su propia madre, la versión más difundida y aceptada, aunque no deja de provocar conmoción, no se iguala de ninguna manera a lo que realmente sucedió. Veamos. Con un arma de fuego no es necesario mantener cercanía con la víctima, cinco, diez o más metros son suficientes para accionar el arma y, con la suficiente puntería, dar en el blanco y cumplir con el objetivo. Sin embargo, emplear un arma como un cuchillo, la distancia no es una opción, debe haber cercanía entre el victimario y su víctima, lo cual trae consigo la posibilidad de ver de frente el dolor, la ira o la sorpresa de esta. En ese instante, entre Campo Elías y su madre se produjo una transferencia emocional enmarcada por la violencia, él transfirió lo que bullía en su interior en contra de su madre con cada puñalada, y a su vez la anciana dejó la huella de sus últimos momentos en la memoria de su hijo.
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A propósito de las tres heridas, ha surgido una pregunta totalmente válida, si Campo Elías era un experto combatiente, ¿por qué apuñalar a su madre en tres ocasiones? A esta inquietud se suma una pregunta eslabonada ¿cuántas heridas debes infligir con un cuchillo para matar a alguien? Una posible respuesta está en el overkill, un término anglosajón que podríamos traducir burdamente como sobrematar, y que se ha empleado en el análisis del comportamiento criminal para describir aquella conducta en la que un agresor produce más heridas de las necesarias para ocasionar la muerte de su víctima; cada disparo, cada puñalada es como si fuera la primera y con cada una de ellas busca la muerte. Típicamente, este tipo de comportamientos se asocian con la ira; no obstante, en el caso de doña Rita pareciera una ira controlada, una ira casi estratégica.
Lanzamiento del libro
El lanzamiento se realizará el próximo sábado 3 de diciembre a las 5:00 p.m en la librería México del Fondo de Cultura Económica 11 #5-60, Bogotá. El autor estará en conversación con el escritor Esteban Cruz, la perfiladora criminal y escritora argentina Laura Quiñones Urquiza y la editora y directora de Quillango Editores, Andrea Figueroa. El evento será transmitido por las redes sociales de la editorial. A las 7:00 p.m se hará una lectura y firma de autógrafos en la librería Matorral Sede la Macarena Cra. 5 #26C-36
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Basta con Googlear Bogotá, diciembre de 1986 para encontrarnos con uno de los sucesos más escabrosos en la historia del país: La masacre de Pozzetto, ejecutada por Campo Elías Delgado. Este año, al cumplirse los treinta y seis años de los hechos, el autor bogotano Edwin Olaya Molina, psicólogo y perfilador criminal, en compañía de su casa editorial Quillango Editores, presenta después de una investigación exhaustiva de más de doce años la reedición de su obra Pozzetto, tras las huellas de Campo Elías Delgado. En este caso, lejos de la ficción o de las historias que se han contado de boca en boca, el autor reconstruye los acontecimientos y con su experticia hace varios acercamientos al expediente original del caso, en donde nos presenta la verdad sin florituras, lejos de metaforizaciones o ficciones literarias.
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III
Se desencadenó entonces un verdadero espíritu del infierno.
«El incidente de la ventana»
La versión oficial que se difundió con amplitud por los medios de comunicación indicaba que el jueves 4 de diciembre de 1986, Campo Elías Delgado había cometido un doble homicidio en la Alhambra, al norte de la ciudad. Posteriormente se desplazó al edificio en Chapinero donde vivía y allí asesinó a varias mujeres, incluyendo a su mamá, y que más tarde, tras cenar, desató la masacre en Pozzetto; sin embargo, la evidencia indica algo diferente: fue la noche del 3 de diciembre de 1986, cuando Campo Elías inició su descenso definitivo al abismo.
Doña Rita era una mujer de setenta y dos años que pasaba todo el día en su apartamento, en donde a algunas de sus vecinas les enseñó a tejer. Debido a problemas de circulación se le dificultaba bajar escaleras, motivo por el cual evitaba al máximo salir y era usual que, desde la ventana de la cocina de su apartamento en el cuarto piso, hiciera descender por medio de una cuerda un canasto que era recibido por una vecina en el primer piso del edificio de al lado; en el interior del canasto iba la pequeña lista de las compras y el dinero para pagarlas. Una vez el mandado estaba hecho, el canasto hacía su lento ascenso llevando consigo el pan, la leche y eventualmente, el periódico.
La noche del miércoles tanto los vecinos de doña Rita como los residentes del edificio contiguo escucharon un gran escándalo: oyeron a la anciana gritar y llorar, luego, el estruendo de un vidrio que se rompía. Después por el hueco de la ventana rota se asomó doña Rita quien al ver abajo a la mujer que le ayudaba con sus mandados, le dijo que se entrara, que no se estuviera ahí, que se entrara. Luego de eso: silencio.
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A la mañana siguiente nadie supo nada de doña Rita, nadie la escuchó y menos aún le pidió a su vecina que fuera por la leche o por el pan. De la suerte de la anciana se supo cerca de las seis de la tarde cuando encontraron su cuerpo en la cocina.
Los medios de comunicación también informaron que Campo Elías le había disparado a su madre y que esta era la causa de muerte, pero lejos estaban de la verdad, una verdad que superaba por mucho la versión que recorrió las calles con el pasar de los años.
El médico forense encargado de la necropsia de doña Rita, pese a la carbonización del 99% que presentaba el cuerpo, logró identificar dos grupos de lesiones:
Una se trataba de un hematoma craneal ubicado entre los huesos occipital y parietal izquierdos que se relacionaba más profundamente con un hematoma epidural en región temporoparietal izquierda. Este tipo de traumatismo puede provocar mareos, confusión, pérdida de conocimiento, además de debilidad y es consistente con un mecanismo contundente, es decir, con un golpe, ya sea porque un objeto impactó el cráneo o bien, el cráneo chocó con contra una superficie fija.
La otra lesión en realidad era más de una. Tres heridas ocasionadas por un elemento cortocontundente, como un cuchillo, en la espalda, el pecho y el costado. El forense identificó que, debido a los daños en estructuras internas, la muerte de la anciana se produjo por un shock hipovolémico, es decir, la mujer se desangró hasta fallecer.
Disparar a su propia madre, la versión más difundida y aceptada, aunque no deja de provocar conmoción, no se iguala de ninguna manera a lo que realmente sucedió. Veamos. Con un arma de fuego no es necesario mantener cercanía con la víctima, cinco, diez o más metros son suficientes para accionar el arma y, con la suficiente puntería, dar en el blanco y cumplir con el objetivo. Sin embargo, emplear un arma como un cuchillo, la distancia no es una opción, debe haber cercanía entre el victimario y su víctima, lo cual trae consigo la posibilidad de ver de frente el dolor, la ira o la sorpresa de esta. En ese instante, entre Campo Elías y su madre se produjo una transferencia emocional enmarcada por la violencia, él transfirió lo que bullía en su interior en contra de su madre con cada puñalada, y a su vez la anciana dejó la huella de sus últimos momentos en la memoria de su hijo.
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A propósito de las tres heridas, ha surgido una pregunta totalmente válida, si Campo Elías era un experto combatiente, ¿por qué apuñalar a su madre en tres ocasiones? A esta inquietud se suma una pregunta eslabonada ¿cuántas heridas debes infligir con un cuchillo para matar a alguien? Una posible respuesta está en el overkill, un término anglosajón que podríamos traducir burdamente como sobrematar, y que se ha empleado en el análisis del comportamiento criminal para describir aquella conducta en la que un agresor produce más heridas de las necesarias para ocasionar la muerte de su víctima; cada disparo, cada puñalada es como si fuera la primera y con cada una de ellas busca la muerte. Típicamente, este tipo de comportamientos se asocian con la ira; no obstante, en el caso de doña Rita pareciera una ira controlada, una ira casi estratégica.
Lanzamiento del libro
El lanzamiento se realizará el próximo sábado 3 de diciembre a las 5:00 p.m en la librería México del Fondo de Cultura Económica 11 #5-60, Bogotá. El autor estará en conversación con el escritor Esteban Cruz, la perfiladora criminal y escritora argentina Laura Quiñones Urquiza y la editora y directora de Quillango Editores, Andrea Figueroa. El evento será transmitido por las redes sociales de la editorial. A las 7:00 p.m se hará una lectura y firma de autógrafos en la librería Matorral Sede la Macarena Cra. 5 #26C-36
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