Dora Glottman y la portada de su primera novela.
Foto: Cortesía Penguin
A Bárbara le temblaban las manos. Le faltaba aire, aprisionada entre una de las camionetas blindadas que le habían asignado tras el nombramiento de su marido, Andrés Palacios, como canciller. Camino al palacio presidencial, la que se suponía sería una noche en la que celebrarían la llegada de su marido al Gobierno resultó ser también la que cambiaría a Bárbara Medina para siempre.