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Después de su fallecimiento, el 29 de julio de 2023, comenzó un trabajo de organización y clasificación de la extensa biblioteca del historiador inglés Malcolm Deas, catalogado como uno de los colombianistas más importantes de la historia cultural del país. Esta no solo incluía libros, sino también documentos históricos, mapas, grabados, cartas y fotografías. Hoy se pondrán a la venta 386 piezas de esta colección en una subasta organizada por Bogotá Auctions: 220 se subastarán de manera presencial y 166 se podrán adquirir a través de su página web. Quienes deseen participar en la puja podrán hacerlo en la sede de esta casa de subastas (calle 70 n.° 10A–59), a las 7:00 p. m., y los interesados en conocer estos objetos podrán verlos gratis allá mismo.
Entre las piezas más llamativas hay varias primeras ediciones firmadas de libros de Gabriel García Márquez; una carta manuscrita de Víctor Hugo, que pasó primero por una librería de Venezuela; un documento que registra las importaciones de Cartagena de Indias entre 1799 y 1800, en donde quedó consignada la entrada de esclavos a la Nueva Granada, y una defensa de Antonio Nariño escrita después de que fuera encarcelado por la publicación de la Declaración de los Derechos Humanos. Esta última llama la atención porque es una pieza que fue censurada por las autoridades coloniales de la época y varias páginas quedaron en blanco.
“Para nosotros realmente es un orgullo poder contar con estas piezas, porque es un tipo de homenaje a un hombre que aportó muchísimo al patrimonio y a la historia de Colombia”, afirmó Timothée de Saint Albin, director del departamento de libros de esta casa de subastas. Él es un hombre que ha pasado los últimos 20 años entre mapas y libros únicos en su especie y hoy se encarga del cuidado y la conservación de la biblioteca de Deas. En esta conversación con El Espectador, reveló detalles sobre la organización de este evento, al tiempo que ahondó en su historia y su interés por el coleccionismo.
¿Cómo surgió esta subasta?
En esta subasta vamos a ofrecer parte de la biblioteca que Malcolm Deas tenía en Oxford. Él fue un importante historiador inglés especialista en la creación y constitución del Estado colombiano. Su colección, que construyó en un lapso de alrededor de 50 años, tiene publicaciones únicas y en subasta van a estar algunas de las más importantes. Entre ellas hay una carta manuscrita de Víctor Hugo, que primero estuvo una librería de Venezuela; unas primeras ediciones de novelas de García Márquez firmadas por él; un documento que registra las importaciones de Cartagena de Indias entre 1799 y 1800, en donde se registra la entrada de esclavos a la Nueva Granada; una defensa de Antonio Nariño escrita después de que fuera encarcelado por la publicación de la Declaración de los Derechos Humanos —que tiene la particularidad de haber sido censurada— y un mapa muy singular de Alexander von Humboldt donde se delimita el río Magdalena y la parte sur del departamento de Caldas. Estos son apenas unos ejemplos, pues se trata de un abanico de documentos muy amplio.
¿Hay alguna pieza de la colección que le llame más la atención?
El mapa del río Magdalena de Alexander von Humboldt, que incluye un dibujo de Francisco José de Caldas del sur del Magdalena. Esta podría ser la pieza más importante de la historia de la cartografía colombiana. Pero también me llama la atención por la figura de Humboldt. Creo que a veces nos cuesta entender la magnitud de este personaje porque fue el científico más importante de su época. Dominaba todas los campos de la ciencia, desde la biología y la medicina hasta la física y la geología. Aparte de ser un gran intelectual era físicamente una persona con una fuerza increíble. Es famosa la historia de que por muchos años fue el primero en haber subido al punto más alto del globo, cuando en 1802 subió el volcán Chimborazo, en Ecuador, y superó los 5.900 metros de altura. Y además de eso era una persona muy generosa, pues en sus investigaciones siempre daba crédito a historiadores como José Manuel Restrepo, al mismo Caldas y a otras élites locales que aportaban a su trabajo. Es un personaje muy particular y por eso este mapa me gusta tanto.
¿Cuáles son las proyecciones de precio de estos objetos?
Como es una subasta, eso es algo que determina el mismo mercado. Nosotros fijamos un precio de salida que negociamos previamente con el vendedor y el promedio de precio de venta normalmente es 3,5 veces el precio de salida. Aunque, claro, hay un pequeño porcentaje que se vende por debajo del precio de salida, al igual que hay otros que, por tratarse de piezas únicas en el mundo, pueden llegar a un precio diez veces mayor que el original.
¿Cómo se inició su trabajo en el mundo de las subastas y el coleccionismo?
Hace 20 años decidí abrir una galería de mapas antiguos en la calle de los anticuarios aquí en Bogotá, porque esa es mi especialidad, y después de un tiempo trabajar ahí empecé también a trabajar con libros de viajeros. Duré ocho años allí y luego con unos amigos decidimos abrir la casa de subastas Bogotá Auctions, que al principio manejaba solo arte. Cuando se amplió la oferta y empezamos a ofrecer libros también, yo quedé a cargo de ese departamento, dada mi experiencia. Y allí es donde he estado los últimos once años.
¿Cuáles son los retos de la preservación de objetos en un mundo que tiende a lo digital?
El coleccionismo siempre se ha adaptado, porque es una práctica que data de hace más de 5.000 años. Cuando llegó la imprenta, hubo coleccionistas que la consideraron una innovación peligrosa, porque pensaron que dejarían de existir piezas únicas, que eran estos libros escritos a mano, para dar paso a ediciones de cientos o miles de ejemplares. Cada tecnología genera nuevos desafíos, pero tal como pasó entonces ahora nos estamos adaptando a un mundo en el que la digitalización es cada vez mayor. Además, esto también abre otras puertas, porque ya existen coleccionistas que se dedican a guardar solo piezas digitales. Para Bogotá Auctions ha significado la apertura a un mercado internacional, entonces ha sido todo parte de un proceso de adaptación muy interesante.
¿Cree que el coleccionsimo bebe de una conexión emocional con los objetos?
Evidentemente. Es algo que pasa sobre todo con piezas como la primera edición que tenemos de Cien años de soledad. Porque no es solo que se trate de un texto muy importante, sino que hay algo hasta milagroso en el hecho de tenerlo, porque es un libro que sabemos estuvo en manos de una importante poeta, que es María Mercedes Carranza, que es a quien está dedicado este libro. Claramente, quien se quede con esta pieza va a tener una conexión emocional mucho más grande que con cualquier otra que se consiga en una librería. Aparte, hay que tener en cuenta que el coleccionismo se nutre mucho de piezas que no se encuentran digitalizadas y, de hecho, la mayoría de las que ofrecemos en Bogotá Auctions solo existen en físico. Entonces, si alguien quiere tener acceso al registro aduanero de Cartagena pues tiene que comprarlo, porque es un manuscrito que no está publicado en otra parte.
