“Purl”, un ovillo de la lana fucsia para reflexionar sobre la diversidad
El corto se estrenó en 2019, pero sigue comentándose: fue un éxito entre el público y la crítica, que celebró el argumento y la creatividad de la producción.
Laura Camila Arévalo Domínguez
¿Seremos las mujeres tan extrañas para los hombres que la metáfora de la bola de lana fucsia que usan en “Purl” es aceptable? ¿O las mujeres que no son deseables, como aquel ovillo de lana de este corto, resultan tan extrañas y despiertan tan poco interés para los hombres? Lo que tal vez quiso expresar la directora, Kristen Lester, es que tal vez así es como un porcentaje de hombres blancos y heterosexuales ven a una mujer cuando se atreve a trabajar en su entorno. Pero no solo tendría que tratarse de un asunto de género, sino de diversidad: Purl, la bola fucsia, no logra ser aceptada por un grupo de hombres que se visten, hablan y se ríen de lo mismo, por un grupo de ejecutivos que no conciben los universos de la diferencia.
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¿Seremos las mujeres tan extrañas para los hombres que la metáfora de la bola de lana fucsia que usan en “Purl” es aceptable? ¿O las mujeres que no son deseables, como aquel ovillo de lana de este corto, resultan tan extrañas y despiertan tan poco interés para los hombres? Lo que tal vez quiso expresar la directora, Kristen Lester, es que tal vez así es como un porcentaje de hombres blancos y heterosexuales ven a una mujer cuando se atreve a trabajar en su entorno. Pero no solo tendría que tratarse de un asunto de género, sino de diversidad: Purl, la bola fucsia, no logra ser aceptada por un grupo de hombres que se visten, hablan y se ríen de lo mismo, por un grupo de ejecutivos que no conciben los universos de la diferencia.
Ahora que Netflix dejó de ser el gigante de las películas y series por streaming, los contenidos que las demás plataformas ofrecen son inagotables. Por su parte, Disney+ tiene la gran variedad de sus producciones alojadas en esta plataforma que, además, también reúne sus cortos. Este es el caso de Purl, una producción dirigida por Kristen Lester, que además fue el primer resultado de Pixar SparkShorts, una iniciativa que estrenará cortos exclusivos para internet de forma gratuita y que serán producidos por los mismos empleados de Pixar. Algo así como un trampolín interno.
Los primeros años profesionales de Lester como animadora fueron un reto que atravesó en medio de hombres a los que, según ella, se les hizo extraño verla ahí. Para este corto ella imaginó alrededor de unos 100 ejecutivos iguales: blancos, heterosexuales, frívolos y machistas. Hablan de deportes, gimnasios y responden a las dificultades con reacciones inseguras para reafirmar su masculinidad: para las crisis, fuerza y agresividad. Se visten igual y toman agua o café en una esquina de esa gran oficina que, de nuevo, se ve igual en cada rincón, pero proyecta modernidad, uniformidad y ni un ápice de feminidad. No hay ni una sola mujer allí. Tampoco hay latinos, afros o asiáticos. Es un ecosistema homogeneo en el que, además, estos hombres están cómodos.
Pero después, en un ascensor, llega la bolita de lana con una caja llena de detalles para decorar el que será su escritorio: pocillo púrpura con su foto, maceta con flor, agujas, mantel de lana y una laptop que también se esmeró por personalizar. Después de que entró en esa oficina llena de hombres que no se esforzaron por disimular su sorpresa y de, además, saludarlos a todos intentando romper un hielo que más bien parecía un cráter mucho más grande que el edificio de aquella oficina, Purl llegó a su lugar y lo convirtió en un pequeño lunar de color que no tenía nada que ver con el resto de ese espacio en el que solo se oían teléfonos, carcajadas estridentes y se olía café.
Y aquí es donde se inicia la lucha y se comienzan a generar los interrogantes: ¿a qué estará dispuesta Purl para encajar? Sus intentos por saludar, contar chistes o participar en las reuniones fueron fallidos, así que, ¿se resignará? Y no, no lo hace: entiende que la única forma para pertenecer (su gran anhelo) será parecerse a ellos, así que aprovecha una de las acostumbradas ausencias del grupo y se transforma en una figura plana (como ellos), de aspecto frío (como ellos) y frívola (también como ellos) para que la acepten. Se uniforma además con chistes machistas, agresividad y egoísmo. Cuando por fin se siente incluida, comienza a idealizar lo que será de ahora en adelante su relación con aquel clan: la siguen, la veneran y hasta celebran su código para entrar definitivamente al grupo de hombres: vomita después de los excesos con el alcohol.
Sin duda, el corto toma una postura con respecto al machismo, la exclusión y la poca diversidad que existe en algunas empresas en las que aún imperan los estereotipos y las segregaciones no solo contra las mujeres, sino también contra las personas de color o de otros países. La xenofobia es otro de los monstruos que se critican en esta producción de doce minutos.
Aunque el corto se estrenó en 2019, los usuarios de Disney+ van en aumento desde que se convirtió en una de las alternativas para el entrenamiento en casa no solo para los niños, sino también para los adultos que quieran recordar viejas épocas, sean amantes de Pixar o simplemente quieran cambiarse al mundo animado. Es por esto que Purl sigue comentándose en redes sociales, además de que fue un éxito en la crítica, que celebró el argumento y la creatividad de la producción.
Sin embargo y según un artículo publicado en El País, el corto “pecó” por varias imprecisiones y errores ocasionados tal vez por una mirada miope o demasiado distante de las implicaciones del problema en realidad, o de las variantes que podría tener la propuesta: “Purl no se ocupa de que en su empresa haya lugar para la diferencia, sino que se funde en el sistema corrupto y malicioso que ya existe. Uno en el que tus méritos no valen para nada si no te pliegas al statu quo. Purl llega a esa empresa y se convierte en un agente de cambio en un momento de crisis corporativa más que obvia (”tenemos un fracaso entre manos”, dice uno de esos ejecutivos más preocupados por emborracharse que por sacar adelante su empresa). Esto recuerda inevitablemente a esas mujeres que toman puestos de poder únicamente en tiempos de crisis y que parecen abocadas al fracaso. Purl peca, sobre todo, al ignorar el hecho de que el feminismo debe ser de clase. Purl vive en la oficina: está allí mañana y tarde y, por la noche, se va con los colegas de cañas. ¿Qué ocurrirá, estimada Purl, cuando quieras tener un hijo, tu propio ovillito de lana? ¿Cuánto de tu tiempo te queda para cosechar tus logros personales, para relajarte en casa o para compartir con tu familia si no sales de esa oficina? ¿Qué será de ti y de tus logros, Purl?”, dice Guillermo Alonso, autor del texto.
A pesar de que el corto es explícito en un gran porcentaje, también hay sugerencias que se prestan a interpretaciones como las de Alonso, pero también como las de KC Ifeanyi, de Fast Company, que opinó qué “Tendría que ser el nuevo vídeo corporativo de formación de la sensibilidad para empresas’”. Es una pieza que a pesar de sus buenas intenciones, deja muchas preguntas sin resolver (lo que para muchos es bueno), pero que asume una postura en cuanto al tóxico legado de los cánones de las oficinas, la religión, el machismo y la poca diversidad a la que no nos hemos acostumbrado y seguimos negando.