Las Negritas de Puloy se convirtieron en comparsa en 1984. / Emmanuel Upegui
—¿Y es que no podías prometerle a Dios otra cosa? —le reclama Isabel Muñoz a su hermana Martha todos los años en época de carnaval.
—¡Pero, niña! Si es que las promesas se pagan con algo que de verdad duela cumplir.
Una mañana de enero, hace más de veinte años, Martha quedó paralizada cuando quiso levantarse de la cama. Se le doblaron las rodillas, le fallaron las piernas, le pesaron las manos. Algo le pinchaba la piel, le tiraba los músculos y le enfriaba los huesos. Algo adentro, muy adentro, le machacaba las entrañas. Cuando...
Por Laura Galindo M.
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