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Rafael Barajas Durán, el arte de las ideas fallidas en la ilustración

El viernes 21 de abril, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el caricaturista e ilustrador mexicano ofreció un taller en el que habló de su proceso creativo y su oficio, que lleva ejerciendo por más de tres décadas.

Andrea Jaramillo Caro
24 de abril de 2023 - 02:33 a. m.
Antes de adoptar El Fisgón como su pseudónimo, Rafael Barajas Durán fue conocido como Cuentagotas.  / Jorge Londoño
Antes de adoptar El Fisgón como su pseudónimo, Rafael Barajas Durán fue conocido como Cuentagotas. / Jorge Londoño
Foto: El Espectador - Jorge Londoño

Sobre dos lienzos en blanco descansaba un boceto a lápiz de la peor señora del mundo, la protagonista del cuento del mismo nombre escrito por el mexicano Francisco Hinojosa, dibujado por las manos del caricaturista e ilustrador mexicano Rafael Barajas Durán, más conocido como El Fisgón.

“En el norte de Turambul, había una vez una señora que era la peor señora del mundo. Era gorda como un hipopótamo, fumaba puro y tenía dos colmillos puntiagudos y brillantes”, es como el autor describe a la mujer y son las palabras que Barajas interpretó para traerla a la vida a través de ilustraciones.

Las manos de Barajas ya conocen el trazo de esta señora, cuyo relato ha traspasado las letras, y con pintura negra comenzó a repasar las líneas que ya había marcado con lápiz mientras hablaba sobre la ilustración, las imágenes y las caricaturas. Desde el pabellón de México como país invitado de honor a la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2023, El Fisgón aseguró que “hay muchos que piensan que la ilustración incomoda a la literatura, que las ilustraciones crean confusión entre el lector y el escritor”. Pero Barajas está convencido de que tanto la ilustración como la escritura son disciplinas artísticas que se complementan “maravillosamente y tenemos indicios históricos de que forman una pareja indisoluble y es curioso porque nosotros soñamos en imágenes, pero expresamos todos los sueños en palabras”.

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El ilustrador, con pincel y pintura en mano, hacía pausas en su obra para volverse hacia el público y continuar con la conversación. Con más de 30 años de experiencia, Rafael Barajas se ha destacado como caricaturista e ilustrador. Sin embargo, sus inicios no fueron en este campo. Había comenzado a dibujar caricaturas a los 17 años, pero se graduó de Arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México. No tuvo que pasar mucho tiempo antes de que se diera cuenta de que su vida no iba a estar en ese mundo y que sus manos le servían más como “monero”.

Sus caricaturas dieron paso a las ilustraciones que han marcado su carrera y tomando como hilo conductor al “monstruo” que ideó Hinojosa, Barajas se sumió en su espacio creativo, donde permitió que la audiencia fuera testigo de su proceso, mientras relataba cómo había creado la imagen visual de esa mujer de horror.

La primera vez que Barajas tuvo contacto con el cuento, lo leyó cinco veces y cada una de ellas se preguntaba “¿por qué era tan bueno?”. Llegó a la conclusión de que más allá del lenguaje llano de la narrativa, se encontraba a una mujer que es una madre y un villano clásico de cuentos, pero que es, a la vez, un ogro. Ahí encontró su desafío. Con referencias a las flappers de 1920 y a las amas de casa mexicanas, El Fisgón le dio un rostro a la peor señora del mundo. Para él, las ilustraciones y los libros ilustrados no solo son un abrebocas a la narrativa y la literatura, sino también al mundo plástico. “Es una narrativa que es muy distinta de la literaria. El chiste del ilustrador es que debe entender una plástica e ir desarrollando una plástica que va acorde con la narrativa que te dice el escritor. Un escritor cursi necesita un ilustrador cursi. Un escritor de terror necesita a un ilustrador que pueda recrear sus creaciones de terror”.

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Barajas ha cumplido con este oficio de interpretar las palabras del autor y traducirlas con respeto al mundo de las imágenes, pero detrás del ilustrador se encuentra al caricaturista que, durante años, ha contado con dibujos el mundo que nos rodea en el diario La Jornada. “La importancia de la caricatura política se encuentra en que son un paso entre el universo abstracto y el universo concreto son imágenes que vuelven tangibles ideas que son abstractas”. En este mundo de la caricatura política fue donde nació El Fisgón como nombre artístico.

A diferencia de la ilustración, Barajas contó a El Espectador que él considera que “no es cierto que la imagen valga siempre mil palabras. Depende de qué imagen y depende de qué mil palabras. Yo estoy convencido de que los artistas, los caricaturistas, ejercemos un oficio muy peculiar. Lo que nosotros hacemos es un trabajo de síntesis porque es un trabajo de síntesis periodística, sin duda. Porque es un trabajo de humor. Y el trabajo de humor siempre es un trabajo de síntesis”. Ese trabajo de humor también lo ve como un oficio que se trabaja con el tiempo, “cada caricaturista desarrolla un sentido del humor que va muy acorde a su personalidad”.

Mientras el sentido del humor es algo que desarrolló acorde a su personalidad y lo ve como un oficio, afirmó, con respecto a una pregunta de la audiencia, que “el estilo es la muerte del artista”. “El chiste es seguir experimentando con tu actividad y estoy convencido de que eso aplica para todos los géneros. Creo que de lo que se trata es justamente de ir encontrando las lógicas internas de tu oficio y de ir resolviéndolas. Si tú crees que ya encontraste tu estilo, cuidado. Picasso lo decía con mucha claridad, si tú haces un cuadro y te gusta mucho, bórralo, y tenía razón. Quiere decir que ya habías encontrado una fórmula y que la estabas repitiendo. De lo que se trata justamente es de romper esa fórmula y de ver qué encuentras de nuevo”.

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Rafael Barajas Durán no cree en las malas ideas, cree en las “ideas fallidas”. “Las ideas fallidas son, por supuesto, parte del proceso creativo. Recuerdo una historia muy bonita de Willem de Kooning, un pintor abstracto norteamericano, él empezó a tener mucho éxito y se dio cuenta de que mucha gente lo imitaba. Imitaban sus dibujos. Y él decía, con un poco de burla y mucha sabiduría, que de lo que no se dan cuenta es que no son capaces de hacer los malos dibujos. Los malos dibujos son parte del proceso creativo. Si tú no estás haciendo malos dibujos estás mal. El poder hacer los malos dibujos es lo único que te puede distinguir o que te puede establecer la diferencia entre lo que es un buen trabajo y lo que es un mal trabajo. Si no tienes ideas fallidas, si partes de la idea de que todo lo que haces está bien, ¿qué quieres decir? Que no tienes capacidad de discriminación. Yo sí creo que la mayor parte del trabajo que todos hacemos es fallida”, dijo a este diario, mientras a su alrededor los asistentes al taller hacían corrillo para ver cómo terminaba de pintar a la peor señora del mundo y tomarse una foto con él.

Las ideas fallidas tienen un protagonismo constante en la carrera de Barajas, quien contó que no ha hecho una sola ilustración que esté a la altura de lo que su mente produjo. “Todo el tiempo tienes que andar revisando qué es lo que hiciste mal, pero yo te voy a decir cuál es el gran mérito, cuál es el chiste de todo esto. El chiste es perder el miedo al ridículo y al fracaso, porque el miedo al ridículo y al fracaso siempre estará presente en absolutamente cualquier trabajo creativo”. Esto lo aprendió de su padre y aquel deseo de escribir un libro que jamás vio la luz, por el temor de no estar a la altura de lo que esperaba. El Fisgón entendió que “no vas a publicar realmente lo que quisieras publicar, todo lo que vas a publicar siempre va a ser un remedo de lo que te imaginaste”. Entran, entonces, las expectativas en ese trabajo de vida y Barajas afirmó a El Espectador que en este oficio uno debe tener un alto nivel de resistencia a la frustración, “porque uno siempre será muy limitado y todo lo que hagas tendrá grandes defectos. No conozco a nadie que esté realmente contento con lo que está haciendo. Es decir, si alguien está muy satisfecho con lo que está haciendo o es muy vanidoso o no está entendiendo los límites de su oficio”.

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De la creatividad, la imaginación, la experimentación y las ideas fallidas salió la mujer que estaba pintando, junto con muchas otras creaciones. Su línea de trabajo le exige estar constantemente imaginando y traduciendo un mundo abstracto a imágenes tangibles, pues, para El Fisgón, la imaginación “es un músculo que se ejercita, si lo dejas de trabajar se atrofia. La mejor manera de mantener viva la imaginación es estarte cuestionando todo el tiempo y estarte proponiendo todo el tiempo nuevas cosas. Otra forma de mantener viva la imaginación constantemente es leer. Quien lee mantiene la imaginación. Quien no lee ya se fregó”.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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