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Un equipo de 15 profesionales sacó hoy la primera de las 20 piezas en las que se dividió el pecio para poder llevar a cabo los trabajos, aprovechando las fisuras y fracturas que ya presentaba la madera, que data de entre el año 610 y el 580 antes de Cristo.
La pieza extraída, de unos 72 centímetros de largo por 26 de ancho, explicó el arqueólogo responsable del proyecto, Carlos de Juan, es la más pequeña de las que conforman la nave y, por tanto, la más sencilla de extraer.
Se ubica en la proa a estribor y fue extraída en una “cama” de fibra de carbono fabricada in situ, en el fondo del mar, por los buceadores especializados. En esa lámina de fibra la apoyaron para poder manipularla en posición horizontal, la más segura para evitar el deterioro de la madera arqueológica, y sacarla del mar.
Este sistema se utilizó como prueba piloto y se empleará con otra serie de fragmentos de los que no se conoce la forma de la cara exterior porque están apoyados en la arena, por lo que las piezas deben ser fabricadas en el momento y sobre la marcha.
Es lo que ocurre, por ejemplo, con la pieza que forma la quilla, la de mayor tamaño (unos 3,3 metros de largo por 70 centímetros de ancho), y que será la última en sacarse del agua.
Esos trabajos, indicó De Juan, está previsto que se prolonguen durante unas siete jornadas, mientras que otras piezas más sencillas, como la extraída este viernes 13 de septiembre, se pueden extraer en cuestión de horas.
Para las piezas de las que sí se conoce la forma de su cara exterior, la extracción se va a hacer en camas ya prefabricadas.
Tras esta primera porción, los arqueólogos procederán a extraer las cuadernas, piezas de madera transversales que forman el esqueleto del barco, antes de proceder con el resto de porciones.
Una vez sacadas del agua, es imprescindible que las piezas no pierdan la posición horizontal y también que no se sequen, por lo que serán trasladadas al laboratorio del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA), en Cartagena (sureste), o bien sumergidas en cubetas, como en caso del fragmento extraído hoy, o bien envueltas en un film plástico para preservar la humedad.
El trabajo de tratamiento y consolidación en el laboratorio se prolongará al menos durante los próximos cuatro años, explicó el experto. Este barco fenicio, denominado “Mazarrón II”, fue localizado a unos 50 metros de la playa de La Isla, en la localidad de Puerto de Mazarrón (sureste), en 1995, durante los trabajos de investigación sobre otro pecio hundido de la misma época, el “Mazarrón I”.
Este último se conservaba solo parcialmente, fue extraído del mar y se expone en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA), en Cartagena, mientras que el “Mazarrón II”, que se conservaba prácticamente completo y con todo su cargamento a bordo (más de dos toneladas de mineral de plomo, un ánfora, un molino de mano y su ancla de plomo y madera, entre otros efectos), permaneció hasta ahora en su yacimiento original.
En el año 2000, una vez extraído su cargamento, que también se expone en el museo nacional, se optó por protegerlo en el fondo del mar con una caja metálica.
Sin embargo, en los últimos años, la caja comenzó a hundirse en la arena a mayor velocidad de lo que lo hace la barca, por lo que en 2021 la comunidad autónoma y el Ministerio de Cultura consensuaron la necesidad de extraer el pecio para garantizar su protección, una decisión que fue corroborada en mayo de 2022 por la UNESCO durante unas jornadas de expertos celebradas en Cartagena.
El presidente de la comunidad autónoma, Fernando López Miras, que asistió al acto de extracción, calificó este hecho como un hito histórico tras años de debates, análisis y trabajo conjunto, que quedará para la historia de la arqueología, de España y el mundo.
También el alcalde de Mazarrón, Ginés Campillo, subrayó el hito marcado y ha reclamado que la embarcación, una vez restaurada, sea musealizada en la localidad.