Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Redescubrir Las mil y una noches a la luz de las fuentes árabes ha sido el objetivo del traductor Paulo Lemos Horta, una obra que el escritor Gustavo Martín Garzo ha comparado con “la vida”, por “su deseo de no acabar nunca”.
Aladino o Alí Babá son algunos de los personajes que pueblan este conjunto de relatos, en los que Sherezade dejaba sin terminar hasta la siguiente jornada para alargar su vida un día más, una obra que ha llegado a través de traducciones europeas y de otros medios de comunicación, como las películas de Disney, pero que no tenía una traducción proveniente del árabe.
El traductor ha explicado que, tras una investigación, han descubierto que alguno de los capítulos más famosos de esta obra no provenían de traductores franceses, sino de las memorias de un contador de historias, Hanna Diyab, proveniente de Alepo (Siria) en un viaje a París hace 300 años.
Preguntado por las críticas que han hecho a esta y otras obras sobre el carácter orientalista de Las mil y una noches, que construye una imagen exótica y anclada en el pasado de los países no occidentales, Lemos ha asegurado que esa podía ser la visión previa a descubrir que “el contador de historias de Aladino era árabe”.
“Es lo contrario de lo que pensábamos: no es una obra de orientalismo, sino de ‘occidentalismo’, es una obra del árabe, siendo presentado al rey Luis XIV que imprime en la historia de Aladino sus propias experiencias maravillosas del viaje de Siria a Francia hace 300 años”, ha explicado.
También ha justificado la presencia de una obra con un marcado carácter persa en un festival de literatura de la India en que “las historias viajan” y que muchos de los relatos que recoge, como el de Sherezade y el sultán Shahriar, tiene su origen en el subcontinente indio.
Por su parte, el novelista Gustavo Martín Garzo ha reconocido que, como narrador, siempre ha querido escribir Las mil y una noches, una obra “que se confunde con la vida porque la vida es el cuento de nunca acabar”, parafraseando a Carmen Martín Gaite.
Preguntado por la continuidad que ahora inunda todos los formatos culturales, el autor del Elogio a la fragilidad y La novela de los sueños, entre otras, ha valorado esta forma de contar historias porque “el lector es un vagabundo” y quiere vivir “una aventura interminable”.