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Remo Anzovino, el narrador de sonidos

El compositor italiano habló para El Espectador sobre su música original y las bandas sonoras que ha compuesto para algunos de los documentales sobre artistas, que se han estrenado a través de Cine Colombia, como Frida Kahlo, Vincent van Gogh, Paul Gauguin, entre otros. La música de Anzovino se podrá escuchar próximamente en el documental “Borromini y Bernini: genios de la arquitectura en Roma”.

Andrea Jaramillo Caro
06 de junio de 2024 - 01:00 a. m.
Remo Anzovino, de 48 años, en los primeros años de su actividad artística, compuso música para teatro y diseño sonoro.
Remo Anzovino, de 48 años, en los primeros años de su actividad artística, compuso música para teatro y diseño sonoro.
Foto: Paolo Grasso

“Miro al cielo mientras la vida se va, mientras feliz pinto por última vez”, es el primer verso de la canción Yo te cielo (Canción para Frida). Esta pieza, interpretada por Yasemin Sannino y compuesta por Remo Anzovino, fue el cierre del documental Frida: viva la vida y la puerta que me introdujo a la música de este compositor italiano. Cuando los créditos rodaron y la melodía comenzó, la mezcla de sonidos entre el piano, la trompeta y la voz de Sannino hicieron que esta canción se sintiera como una balada y una máquina del tiempo hacia el momento en el que la artista mexicana escribió las líneas que le otorgaron el título a esta canción.

“Yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida”, fueron las palabras exactas que Kahlo escribió en 1947 en su carta a Carlos Pellecier y que Anzovino tomó prestadas para el coro de esta pieza. “Leí ese poema dentro de una de sus cartas y me di cuenta de que podía utilizarlo como parte de la letra, pero no tenía la primera estrofa. Comencé a escribir en español y me imaginé a Frida antes de morir, en la cama, y en mi cabeza está pintando el último cuadro y no piensa en que su marido no llegue, sino que piensa en su primer novio que es Alejandro, quien estaba con ella el día del accidente en el bus. De hecho, en el texto lo dice”, aseguró el compositor en entrevista para El Espectador.

“Estaba enamorado de Frida Kahlo desde antes de que me ofrecieran participar en la banda sonora. Cuando esa oportunidad llegó, quise saber todo sobre ella, por lo que leí todas sus cartas”, dijo Anzovino. “Con el director Giovanni Troilo estuvimos de acuerdo en que no queríamos que la música fuera de temática mexicana. En vez, nos sorprendió el hecho de que Frida Kahlo a lo largo de su vida habló con una amiga imaginaria e intenté escribir una especie de canción de cuna que sirvió como base para el soundtrack”.

Los acordes de las canciones de esa banda sonora llevan a quien la escucha a recordar una suerte de ronda infantil, con un sonido más dulce. Para Anzovino la música en un filme debe dar un punto de vista adicional a lo que se muestra en la pantalla. “El sonido de la melodía debe hacerte sentir un nuevo significado de esa secuencia. Cuando escribo para una película siempre trato de que la música amplifique y enriquezca las imágenes, y no que la melodía diga lo que ya nos muestran. Cuando tuve mis primeras experiencias con el cine mudo comprobé esto, y creo que sigue vigente hasta hoy”.

Ennio Morricone y Bernard Herrmann han sido sus referentes para sus bandas sonoras y cómo se acerca a ellas. Sin embargo, para sus composiciones originales, que no están relacionadas con una película, la historia es diferente. El compositor puso como ejemplo su álbum de 2023 Don’t forget to fly, que describió como “una película hecha de sonidos”. “Cuando escribo mis propios discos, el sonido no sigue imágenes en la pantalla, sino que mi música crea dentro de ti las imágenes. Esta es la gran diferencia. Trato de escribir música que te haga imaginar tu historia, tu película, tus imágenes y plasmarlas en una página en blanco”.

Pero, para Anzovino, la música va más allá de las imágenes que puede ser capaz de crear. “La definición de música, que para mí es la más bella, es la que dio el compositor John Cage. Él decía que la música es todo aquello que nuestros oídos pueden escuchar, por lo que el ruido también puede ser música. El canto de un pájaro, esta misma entrevista, los ruidos de una construcción, que, si se organizan y se añade un violín o algún instrumento, se convierten en una armonía”.

Aunque el compositor aseguró que su música original está hecha para que su audiencia imagine sus propias películas e imágenes con sus melodías, este concepto no se escapa de sus bandas sonoras. En 2019 se estrenó en Colombia el documental El jardín secreto de Monet. No pude ver la película, pero sí escuché la música, y podía imaginar el jardín del artista, los nenúfares sobre el lago y la luz que iluminaba la escena, mientras de fondo sonaba Following light, el tema principal del filme. “La banda sonora de ese documental fue muy importante para mí, porque soy fanático de las historias, y poder hacer la música para un documental de Monet significaba profundizar en la vida de este pintor y sus obras. Cuando leí el guion, y vi las imágenes, me di cuenta de que corría el riesgo de enamorarme de esta historia, porque la vida de Monet es muy interesante. Los elementos de las historias de estos personajes son muy musicales y regreso siempre al valor de esos detalles de sus vidas”.

Algo similar sucedió con Gaugin y Van Gogh, las composiciones de Anzovino se han destacado por la relación y el diálogo íntimo que proponen con el artista que trata. “Volvía siempre a la premisa que es la fuerza de una historia la que crea la música”, dijo, refiriéndose a la forma en que se acerca a las biografías de los artistas.

Ese concepto fue uno de los pilares para la composición de Don’t forget to fly, una pieza en la que afirmó haber escrito primero la historia, “como si fuera a grabar una película”, y luego vino la música. Este “filme” lo describió como un sueño, uno que ya está en marcha, antes de que comience la melodía. “Los primeros acordes de la canción representan la primera imagen del sueño, en la que estás frente al infinito y quieres volar. Te lanzas al vacío, pero no caes, sino que inicias una nueva experiencia personal en el planeta desconocido del aire. Allí exploras ese cielo, como un nadador. Esa es mi película y las imágenes que sigue mi música”.

El sueño, de acuerdo con Anzovino, va cambiando y, al final, la música se revela como un despertar frente a la realidad en la que vivimos. “Nuestro mundo y entorno actual están llenos de ansiedad, el cambio climático y las guerras que vemos llenan nuestra realidad. Con este álbum quería llevar el mensaje de que no debemos olvidarnos de volar y de nuestros sueños, porque considero que eso es lo más importante para el ser humano”.

Esta creencia de Anzovino se reflejó en su vida, pues el ahora compositor fue antes un abogado penalista. El italiano afirmó que se inició en la música a los nueve años y compuso su primera canción a los 11. “La música ha sido la cosa más importante de mi vida, por lo que todo lo que he querido decir, todo lo que siento, lo que veo, lo he dicho a través de la música”. Sin embargo, la jurisprudencia llamó su atención debido a que se considera un narrador. “Esa profesión me permitió estudiar diferentes historias. Si representas a una persona acusada de un asesinato o de robo, detrás de esa persona hay una vida. Pero la música se volvió más importante y, por suerte, me he podido dedicar a ella. Me hice abogado porque me gustan las historias, y el abogado en un juicio penal debe contar el relato de un ser humano”.

Más allá de su gusto por las historias, Remo Anzovino se ve a sí mismo como un narrador de sonidos, donde narra sus sentimientos e ideas con acordes y armonías, en donde las palabras brillan por su ausencia. El estilo del compositor italiano radica, en sus palabras, en “decir algo con la menor cantidad de palabras. La música debe decirte algo que hable de ti, aunque no te conozca”. Para él, sus composiciones se configuran como un regalo al mundo, en donde el compositor no es el dueño de la música que crea, sino su audiencia, “porque son ellos quienes la usan y le dan una vida propia”.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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