Repensar la humanidad y la sociedad a través del FIAV Bogotá
Las obras nacionales e internacionales que integran la programación del Festival Internacional de Artes Vivas de Bogotá abordan temáticas relacionadas con la conservación y el cambio climático, la guerra y sus efectos, la corrupción política, y los pueblos étnicos y raciales, entre otras. El evento se realizará del 4 al 14 de octubre.
Danelys Vega Cardozo
El 2 de octubre de 1979, un pintor abstracto llamado Joan Miró pronunció algunas palabras en la Universidad de Barcelona tras su nombramiento como Doctor Honoris Causa: “Un artista es alguien que, entre el silencio de los demás, utiliza su voz para decir algo que debe ser útil para los hombres”. Él creía firmemente en la responsabilidad cívica del artista. Casi 45 años después, sus palabras permanecen intactas y varios artistas, sin importar su procedencia o disciplina, han asumido aquella tarea. Lo han hecho con su voz, su cuerpo y sus ideas convertidas en obras.
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El 2 de octubre de 1979, un pintor abstracto llamado Joan Miró pronunció algunas palabras en la Universidad de Barcelona tras su nombramiento como Doctor Honoris Causa: “Un artista es alguien que, entre el silencio de los demás, utiliza su voz para decir algo que debe ser útil para los hombres”. Él creía firmemente en la responsabilidad cívica del artista. Casi 45 años después, sus palabras permanecen intactas y varios artistas, sin importar su procedencia o disciplina, han asumido aquella tarea. Lo han hecho con su voz, su cuerpo y sus ideas convertidas en obras.
Una muestra de ello son los intérpretes detrás de las propuestas que integran la programación del Festival Internacional de Artes Vivas, FIAV Bogotá. Conectados con la realidad nacional y mundial, sus piezas transitan por temáticas y preocupaciones similares: conservación y cambio climático, la guerra y sus efectos, la corrupción política, la maternidad, la condición humana, y los pueblos étnicos y raciales.
Los efectos del cambio climático cada vez son más visibles. Hace un mes, António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, alertaba sobre ello: “El calor extremo está afectando gravemente a las personas y al planeta. El mundo debe hacer frente al reto del aumento de las temperaturas”. Aquello es, en parte, un llamado a repensar la forma cómo los seres humanos se relacionan con su entorno y el medio ambiente. Un llamado al que se han unido algunas compañías invitadas al FIAV Bogotá. Una de ellas es la danesa Hotel Pro Forma y su pieza Neoarctic, un espectáculo multidisciplinar, que une la arquitectura, el diseño, la ópera, las artes plásticas, las nuevas tendencias, el performance y el teatro, para alertar sobre el cambio climático y la desaparición de varias especies biológicas.
No es el único grupo danés con una preocupación medioambiental. A través de cinco marionetas de tamaño humano, una soprano y un actor, la compañía Sew Flunk Fury Wit reflexiona sobre las consecuencias de una catástrofe climática mundial en su obra Stov-Dust-Hokori.
Valiéndose también de los muñecos o, mejor dicho, de títeres, el grupo bogotano Paciencia de Guayaba propone Kiwa, Wood Wide Web, una pieza que invita a los espectadores a tomar conciencia sobre el papel que han jugado los seres humanos en la destrucción de los ecosistemas y de la biodiversidad en el mundo. Una invitación similar, pero centrada en las fuentes hídricas, es la que realiza el Teatro Laboratorio La Huella en La Profecía del Frailejón, donde las causas de la contaminación serán el tema para cavilar.
Si la guerra de los seres humanos con el planeta y otras especies ha traído consecuencias, la del hombre con el hombre no se queda atrás. Si hablamos de las más recientes, 40.223 palestinos han muerto durante la guerra entre Israel y Hamás. Mientras tanto, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) advierte que “más de 14,6 millones de personas en Ucrania, el 40 % de la población total del país, requieren apoyo humanitario con urgencia”. De hecho, Protocolo del Quebranto, una pieza escrita y dirigida por el español Mario Vega, está relacionada con la guerra en Ucrania. La obra, que se presentará en el FIAV Bogotá, fue construida a partir de los testimonios de soldados mutilados y de madres que perdieron a sus hijos en medio de los enfrentamientos; incluso los de un sacerdote que cavó en su jardín una fosa para dar sepultura a los cadáveres.
De Europa a Latinoamérica, los efectos de la guerra están presentes, como en Caranguejo Overdrive, propuesta de la compañía brasileña Aquela Companhia de Teatro, que pone en escena las consecuencias de los conflictos bélicos mediante un personaje que representa a un excombatiente de la Guerra del Paraguay, considerada como la más sangrienta de América Latina, según el Museo Nacional Casa del Acuerdo de Argentina. El dolor de la ausencia que trae la guerra también atañe a las propuestas nacionales. Un ejemplo de ello es Las aventuras de Pinocho ante una Comisión de la Verdad, obra del Teatro del Embuste relacionada con la desaparición forzada, y que entrelaza la obra de Carlo Collodi con testimonios recopilados por la Comisión de la Verdad. La corrupción política es otro de los temas que aborda la pieza.
Al igual que aquella producción, Todos eran mis Hijos, adaptación de la obra homónima de Arthur Miller, explora la sociedad colombiana marcada por la violencia armada y la corrupción política, así como elementos inherentes a la condición humana, entre ellos la culpa. Siguiendo la misma línea, pero desde una obra argentina, bajo la dirección del clown Gabriel Chame Buendia, Medida por Medida (La Culpa es Tuya) propone una adaptación de la obra de William Shakespeare para reflexionar sobre la cultura de la culpa, la corrupción y el abuso del poder. España se une a aquellas piezas con José Sanchís Sinisterra y Vitalicios, que emplea el humor negro para hacer una crítica a una sociedad permeada por la corrupción, que favorece a unos sobre otros porque, como dice Roberto Musso en Fiesta en lo del Dr. Hermes, “el favorecido será un nuevo amigo que nos deberá siempre un favor”.
Sin importar la latitud, hablar sobre la maternidad es otro de los intereses de las piezas que hacen parte del Festival Internacional de Artes Vivas de Bogotá. Desde Italia, Emma Dante y Piccolo Teatro proponen Misericordia, un homenaje a las mujeres y su resiliencia, a través de la historia de tres prostitutas y un niño discapacitado. Por su parte, la compañía colombiana de danza contemporánea L’Explose, con Origánika, ofrece un encuentro coreográfico entre madre e hija, que explora la relación entre la vida y la muerte. Zahy Tentehar, actriz indígena brasileña, se integra a estas propuestas con Azira’i, un espectáculo con el que le rinde homenaje a su madre, la primera mujer chamán de la reserva indígena de Cana Brava (Maranhão, Brasil). El tributo lo hace en portugués y en su lengua nativa.
Las compañías nacionales también viraron su mirada hacia los pueblos indígenas. En coproducción con el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, Mapa Teatro se basa en La Vorágine, de José Eustasio Rivera, para construir una nueva en las tablas: La Vorágine Más Allá, donde la historia y la lengua del pueblo indígena nükak adquieren protagonismo. Partiendo de la misma obra literaria de José Eustasio Rivera, Habub: escrituras de arena y agua; dirigida y escrita por Carmen Gil Vrolijl, recurre a las artes expandidas para sumergir a los espectadores en la selva amazónica y en las voces de la población indígena.
En cuanto a las temáticas afro, dos propuestas del Pacífico emplean la música y la danza para resistir y reivindicar su territorio: Derrum-bá (Diookaju Generación Arte Afro) y La Otredad (Pacific Dance). Mientras tanto, la danza africana se fusiona con la danza contemporánea europea en Performers, una pieza de Cie Auguste-Bienvenue, compañía de Burkina Faso. Por medio de Silencio, un niño afrodescendiente de cinco años, Johan Velandia, y su obra Negro ofrecen “un viaje a la memoria y al pasado, presente y futuro de un país racista, homofóbico y estigmatizador”, como afirma La Congregación Teatro, la compañía detrás de la obra.
La condición humana es un tema transversal en varias de estas obras, pero se vuelve protagónico en piezas como Diptiych: the missing door and the lost room (Peeping Tom), donde los personajes deben luchar con ellos mismos, con sus recuerdos, su oscuridad, su desolación y su nostalgia. Por su parte, Gregorio Duvivier se inspira en el mito griego de Sísifo, con el que denomina su obra y reflexiona sobre la condición humana y la hiperconexión que afronta la sociedad que, como ha señalado Byung-Chul Han en sus libros, anula los espacios de reflexión al condenar a las personas al ruido y a los estímulos constantes. Quizá el FIAV Bogotá sea la excusa para parar, aunque sea por once días.