Reseña de “Fieras”, la nueva novela de Óscar Adán
El empeño de una joya pone a las fieras en movimiento, a seguirse el rastro con desesperación y violencia. Gladys debe recuperarla a cualquier precio, si no lo hace, su patrona, la mujer a la que robó, se cobrará con su vida. Esta primera escena funciona como desencadenante en la nueva novela de Óscar Adán, publicada por el Fondo de Cultura Económica.
Javier Zamudio
Adán es autor de Cerveza nacional (2017), guionista de la novela gráfica María, de Jorge Isaacs, y del cómic Cuentos de Horacio Quiroga. Recibió mención al Mejor Cortometraje (MinCultura, 2013) y el estímulo Escritura de Guion (FDC, 2019. Ha participado en TorinoFilmLab (2019), BAM Projects (2021), Talent Forum, B3 (2021) y FicViña.
La novela, escrita en tercera persona, se mueve al ritmo vertiginoso de los hechos, que se traducen en deseo, muerte y en la búsqueda de venganza o redención. Sin embargo, esto último nunca llega, pues los personajes son presas de un monstruo más despiadado: el destino. Nacidos entre la pobreza y la maldad, son herederos de esta misma suerte. La estructura se corresponde con la propia del género, conduciendo al lector por un terreno escarpado que transforma y ubica a los personajes en el límite de su propia humanidad, dejando traslucir lo peor de estos.
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Luego de que su patrona, Judith, le advierte que tiene tres días para devolver la joya, a Gladys deja de importarle todo a su alrededor, incluso sus hijos, que son una carga más en su vida y quedan en el olvido. Ella parece dispuesta a todo para sobrevivir. Visita a Alirio, que regenta la compraventa, pero este no está dispuesto a devolver la alhaja sin un pago que sobrepasa lo prestado inicialmente.
A partir de aquí, la novela se desarrolla haciendo saltos temporales para contar la odisea de Gladys y la vida de los personajes, que son presentados de manera grotesca, mutilados, desfigurados. En este sentido, el autor usa el cuerpo como símbolo de lo perdido. La miseria no es solo un rasgo que hereda violencia, también deforma, corta, destruye lo físico. Las imágenes de lo corporal se convierten en un elemento estético de la novela, una forma de argumento que la atraviesa hasta el final.
El narrador omnisciente es preciso e incluso poético, y respeta el registro y el tono de los personajes que se amoldan de manera coherente con el mundo que habitan. Estos últimos no determinan la historia, se desarrollan a su lado sin mayor proeza o control, son arrastrados por ella y naufragan en sus aguas. Adán no banaliza la miseria y escapa de los lugares comunes, creando un mecanismo narrativo que crece en intensidad y en profundidad en cada página. Logra esto, además, a través de una economía del lenguaje que apela a la fuerza del sustantivo para crear imágenes contundentes.
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Otro elemento que destaca es la relación entre lo masculino y lo femenino; ambos roles, ataviados con una apariencia salvaje, se enfrentan en un mundo donde impera la fuerza del primero. Aquel universo brutal encuentra una respuesta igualitaria en los personajes femeninos, que no dudan en mandar a matar, engañar o robar para marcar su poderío.
La historia ocurre en Bogotá, pero fácilmente podría ubicarse en cualquier lugar en el que exista la pobreza y esta sea un condimento para la violencia. De este modo, Fieras consigue convertirse en una historia universal, que exhibe los estragos del capitalismo, tierra fértil donde este tipo de relato es posible y, asimismo, demuestra el gran potencial narrativo de Óscar Adán, un autor que vale la pena seguir muy de cerca.
Adán es autor de Cerveza nacional (2017), guionista de la novela gráfica María, de Jorge Isaacs, y del cómic Cuentos de Horacio Quiroga. Recibió mención al Mejor Cortometraje (MinCultura, 2013) y el estímulo Escritura de Guion (FDC, 2019. Ha participado en TorinoFilmLab (2019), BAM Projects (2021), Talent Forum, B3 (2021) y FicViña.
La novela, escrita en tercera persona, se mueve al ritmo vertiginoso de los hechos, que se traducen en deseo, muerte y en la búsqueda de venganza o redención. Sin embargo, esto último nunca llega, pues los personajes son presas de un monstruo más despiadado: el destino. Nacidos entre la pobreza y la maldad, son herederos de esta misma suerte. La estructura se corresponde con la propia del género, conduciendo al lector por un terreno escarpado que transforma y ubica a los personajes en el límite de su propia humanidad, dejando traslucir lo peor de estos.
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El narrador omnisciente es preciso e incluso poético, y respeta el registro y el tono de los personajes que se amoldan de manera coherente con el mundo que habitan. Estos últimos no determinan la historia, se desarrollan a su lado sin mayor proeza o control, son arrastrados por ella y naufragan en sus aguas. Adán no banaliza la miseria y escapa de los lugares comunes, creando un mecanismo narrativo que crece en intensidad y en profundidad en cada página. Logra esto, además, a través de una economía del lenguaje que apela a la fuerza del sustantivo para crear imágenes contundentes.
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