“Las tres hijas”: la muerte es una ausencia

Vincent está agonizando y sus médicos dicen que en cualquier momento morirá. Sus tres hijas regresan al apartamento en Nueva York que compartieron en su infancia para asegurarse de que todo esté en orden para cuando el momento llegue. Rachel (Natasha Lyonne) ha sido la única que lo ha estado cuidando día y noche, mientras que Katie (Carrie Coon) lucha con su hija adolescente y Christina (Elizabeth Olsen) ha iniciado su propia familia en la costa oeste de los Estados Unidos.

Azazel Jacobs nos introduce a un pequeño apartamento que durante la mayoría del filme tiene una habitación cerrada, de la que emergen solo los sonidos de las máquinas de apoyo vital. Es a raíz de esta muerte anunciada que configura las relaciones familiares entre estas tres mujeres. Katie es bastante rígida y desea firmar una orden de “no resucitar” para su padre, tomando las riendas de la casa en su rol de hermana mayor. Christina es bastante sumisa e intenta mantener una actitud positiva mientras añora a su pequeña hija, mientras que Rachel, siendo una media hermana de ellas dos, se aleja e intenta procesar sus preocupaciones a través de las apuestas deportivas y el uso recreativo de drogas.

A través de la ausencia, el director y guionista muestra la muerte de una manera distinta en este drama. Conocemos de la presencia del padre mediante los sonidos que emanan del cuarto y vemos el efecto que tiene sobre sus hijas, que están viviendo un duelo en vida. De esta manera, personalidades distintas chocan por elementos tan pequeños como el humo de un cigarrillo o unas manzanas en la nevera, y apela a un sentido más profundo de la naturaleza humana: la empatía que proviene de una familia.

Presentada en 2023 durante el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), “Las tres hijas” utiliza un lenguaje que podría ser casi teatral. El grueso de la película se desarrolla en una única locación y se aprovecha un diálogo bastante escueto para presentar los mundos internos de estas mujeres: cómo afrontan el duelo y cómo pretenden mantener los lazos cuando el único elemento que parece unirlas está a punto de morir.

El cierre es, quizá, uno de los momentos más agridulces de todo el filme: aparece Vincent, este hombre del que solo hemos sabido por las historias de sus hijas, y es aquí en donde Jacobs utiliza todo su arsenal para hacernos reflexionar sobre el rol de un padre en una familia, en cómo alguien moribundo se enfrenta a su propia mortalidad y, finalmente, cómo el amor resulta en algo tan universal que provoca una risa reconfortante seguida de lágrimas.

Tras su estreno a nivel mundial, el portal “Rotten Tomatoes” reveló que un 94 % de críticas son positivas, realzando a Coon, Lyonne y Olsen por sus interpretaciones. Esto llevó a que Netflix iniciara una campaña para poder contar con nominaciones para las actrices en la categoría de “Mejor actriz de reparto” en los Premios Óscar del próximo 2 de marzo de 2025, a la par de otras categorías que incluyen “Mejor actor de reparto”, “Mejor película” y “Mejor guion original”.

Vincent está agonizando y sus médicos dicen que en cualquier momento morirá. Sus tres hijas regresan al apartamento en Nueva York que compartieron en su infancia para asegurarse de que todo esté en orden para cuando el momento llegue. Rachel (Natasha Lyonne) ha sido la única que lo ha estado cuidando día y noche, mientras que Katie (Carrie Coon) lucha con su hija adolescente y Christina (Elizabeth Olsen) ha iniciado su propia familia en la costa oeste de los Estados Unidos.

Azazel Jacobs nos introduce a un pequeño apartamento que durante la mayoría del filme tiene una habitación cerrada, de la que emergen solo los sonidos de las máquinas de apoyo vital. Es a raíz de esta muerte anunciada que configura las relaciones familiares entre estas tres mujeres. Katie es bastante rígida y desea firmar una orden de “no resucitar” para su padre, tomando las riendas de la casa en su rol de hermana mayor. Christina es bastante sumisa e intenta mantener una actitud positiva mientras añora a su pequeña hija, mientras que Rachel, siendo una media hermana de ellas dos, se aleja e intenta procesar sus preocupaciones a través de las apuestas deportivas y el uso recreativo de drogas.

A través de la ausencia, el director y guionista muestra la muerte de una manera distinta en este drama. Conocemos de la presencia del padre mediante los sonidos que emanan del cuarto y vemos el efecto que tiene sobre sus hijas, que están viviendo un duelo en vida. De esta manera, personalidades distintas chocan por elementos tan pequeños como el humo de un cigarrillo o unas manzanas en la nevera, y apela a un sentido más profundo de la naturaleza humana: la empatía que proviene de una familia.

Presentada en 2023 durante el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), “Las tres hijas” utiliza un lenguaje que podría ser casi teatral. El grueso de la película se desarrolla en una única locación y se aprovecha un diálogo bastante escueto para presentar los mundos internos de estas mujeres: cómo afrontan el duelo y cómo pretenden mantener los lazos cuando el único elemento que parece unirlas está a punto de morir.

El cierre es, quizá, uno de los momentos más agridulces de todo el filme: aparece Vincent, este hombre del que solo hemos sabido por las historias de sus hijas, y es aquí en donde Jacobs utiliza todo su arsenal para hacernos reflexionar sobre el rol de un padre en una familia, en cómo alguien moribundo se enfrenta a su propia mortalidad y, finalmente, cómo el amor resulta en algo tan universal que provoca una risa reconfortante seguida de lágrimas.

Tras su estreno a nivel mundial, el portal “Rotten Tomatoes” reveló que un 94 % de críticas son positivas, realzando a Coon, Lyonne y Olsen por sus interpretaciones. Esto llevó a que Netflix iniciara una campaña para poder contar con nominaciones para las actrices en la categoría de “Mejor actriz de reparto” en los Premios Óscar del próximo 2 de marzo de 2025, a la par de otras categorías que incluyen “Mejor actor de reparto”, “Mejor película” y “Mejor guion original”.