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Esta película, como las otras dos de la triada, “se adentra profundamente en la búsqueda del amor y la comprensión”, en palabras de su propio director, y lo hace a través de la extrema devoción católica de una manera que es igualmente fascinante y desconcertante para el espectador occidental.
Ulrich aborda una problemática religiosa y moralista que resuena no solo en la cultura austriaca, sino en la sociedad global en general. A través de su narrativa, su director logra presentar este dilema de una manera que resulta accesible incluso para aquellos que son ajenos a la cultura y la población austriaca, trascendiendo las barreras culturales y conectando con una audiencia diversa.
La denuncia se hace presente con los actos de hipocresía representados por Ana María, la protagonista de la historia y una fiel devota católica, quien transita entre una humilde y genuina devoción a una egolatría que deja de lado la potestad de ayudar al prójimo por un extremo y parasitario compromiso religioso. Estas conductas la llevan a someterse a lo que ella denomina como “sacrificios”, expiando así los pecados que presencia en su día a día, desde el propio rechazo a la madre de Dios, hasta el inaudito encuentro sexual de un grupo de personas en mitad del bosque, rindiéndose a un masoquismo y degradación corporal radical. Su inclemencia es ignorada cuando ella misma es pecaminosa, lo que saca a relucir su clara hipocresía y la contradicción de sus aparentes ideales religiosos.
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Ulrich adopta un enfoque clásico en términos cinematográficos. Sus composiciones son verdaderamente pictóricas y cada plano se asemeja a un cuadro que contiene una meticulosa simetría y composición: más allá de pretender representar una belleza visual, mediante el encuadre y el montaje logra mantener los elementos de importancia en un punto específico de la pantalla, favoreciendo la receptividad y fácil visualización por parte de la audiencia.
La película también está cargada de momentos poderosos y emocionales, donde los actores se entregan con improvisaciones crudas y de gran intensidad dramática que generaron una notable incomodidad en el público: ya son muchas las personas que han abandonado la sala en búsqueda de un respiro frente a escenas específicas.
Paradise: faith es provocadora y profunda. Aborda temas universales frente a la búsqueda de un aparente amor y comprensión a través de la religión. Todo esto encapsulado en una propuesta minimalista, pero sustanciosa, que brinda una experiencia cinematográfica difícil de pasar por alto.