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Intermedio editores, del periódico El Tiempo, acaba de publicar Escritos en contravía. Pensamientos políticamente incorrectos, una antología de algunas de las columnas periodísticas de Eduardo Escobar, que invitan a reflexionar y a reír. (Recomendamos: La importancia del Festival del Bullerengue en María La Baja).
Las precede un muy bello dibujo de Antonio Caballero. En ellas convergen muy diversos temas: la historia, la sociología, el cine, el jazz, la escritura y los escritores, la política, la religión, los temas culturales y artísticos, o el fútbol... junto con fragmentos de sus memorias familiares y juveniles.
En esta colección de escritos no hay discurso de odio, ni racismo, ni sexismo. Pero el escritor no cae en la necedad acomodaticia de las ridículas fórmulas de lo llamado “políticamente correcto”, con sus restricciones verbales, impulsadas por las feministas, los movimientos homosexuales, y/o las minorías étnicas.
No usa esterotipias reductoras. Ni enmascaramientos. No comparte la llamada “corrección política” porque es equivalente a restricción y censura de términos. Por el contrario, exhibe una amplia riqueza verbal e intelectual. Ese New Speak de moda, que pronosticó con ironía George Orwell, como lenguaje de control verbal y de control del pensamiento, y que desafía la multiplicidad y las costumbres culturales, no existe en la escritura de Eduardo Escobar, que siempre ha estado en contra de la pobreza léxica.
Una tarea principal del escritor ha sido ensanchar el lenguaje. Preservar el lenguaje de su estrechamiento y disminución. Su trabajo invita al lector a disfrutar las palabras que ya casi desaparecen, a encontrar mucha variedad y riqueza entre sinónimos y antónimos, a ensanchar continuamente el caudal verbal, e incluir en el sonajero del lenguaje la diversidad, como lo hicieron sus antecesores antioqueños, León de Greiff y Tomás Carrasquilla.
Por eso su escritura luce e impacta con sus distintas gamas, tonalidades y riqueza lingüística. Los términos usados no son rebuscados ni eruditos, simplemente el escritor no se deja limitar o reducir por el insuficiente lenguaje coloquial y explora otros sonidos, sentidos, texturas y resonancias auditivas. Porque el lenguaje también puede producir sugerencias y músicas.
Es muy importante la invitación continua a la reflexión y desmitificación. Analiza temas fundamentales como la imaginaria tarea redentora que se adjudican algunos hombres que se sienten salvadores de la humanidad. O el supuesto comunismo salvador que tantos pensaron encontrar...
Descubre, a veces, mediante el recurso elegante de la alusión, muchos supuestos redentores y supuestos héroes como el Che, Lenin, Camilo Torres, el mono Jojoy, Tirofijo, Carlos Pizarro, Iván Márquez, Iván Mordisco, Karina, La Chiqui, el comandante Pablito, Ligia Vásquez, Stalin, o el cura Pérez... Hombres que han hecho el trabajo sucio, sin lograr hacer un mundo mejor.
Escritos en contravía no se refiere solo a una forma de escribir lo contrario, sino a la posibilidad de rearmar las preguntas y respuestas para obtener otra manera de pensar, y otras formas mejor matizadas de analizar los temas cotidianos, filosóficos o políticos, y, en general, los problemas del mundo. Lo insólito, incorrecto e irónico hacen muy especial esta escritura singular. Y sobresalen muchas columnas en este sentido innovador: “Las mariposas del estómago”, “Análisis de Barbie”, “Volver a Bergman”, “La revista legendaria” (Playboy), “Un paralelo provocador” (entre John Lennon y el Che), y, entre muchas otras, las que señalan las contradicciones y flaquezas de Sartre, de Heidegger o de Marx. Y en todas el conocimiento histórico, la ironía y el humor salpimientan una agradable escritura de sorpresas.
* Profesora titular de la Universidad Nacional de Colombia, donde trabajó 40 años como docente e investigadora. Tiene doctorado en literatura latinoamericana de la Universidad de la Sorbona, Francia.