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La capacidad de ser nuestra mayor amenaza

Presentamos una reseña de la nueva edición novela de Julio Verne, “Veinte mil leguas de viaje submarino” (Panamericana).

Jahir Camilo Cediel Rincón
09 de noviembre de 2024 - 10:00 p. m.
La obra de Julio Verne fue publicada por primera vez el 20 de marzo de 1869.
La obra de Julio Verne fue publicada por primera vez el 20 de marzo de 1869.
Foto: Editorial Panamericana
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En la noche profunda, surcada por el abismo del océano y una luna oculta tras múltiples nubes grises que dan una sensación de blanco diáfano, como el eco de un fantasma muy antiguo, existe un silencio que se barre con las olas, una nada que se interrumpe en el viento, una luz fosforescente que, incipiente, les da a las aguas un color tenebroso. Entonces surge, desde estas profundidades de reflejos trémulos, lo que parece un narval gigantesco que pretende destruir el barco desde el que se observa la catástrofe. La irrupción de un cuerpo al salir del agua, el choque del metal, el estruendo del mar, los gritos, las luces que explotan, luego el silencio que lo sepulta todo. El tiempo pasa y guarda en las profundidades de todas las aguas el secreto de tal aparición, sobre la cual se crean múltiples leyendas acerca de sus orígenes, características y funestos ataques contra embarcaciones alrededor del planeta. Nunca nadie ha podido cazar o estudiar tal fenómeno de la naturaleza, pero eso iría pronto a cambiar. Panamericana Editorial publica en 2023, una nueva edición de una de las mejores novelas del escritor francés Julio Verne, Veinte mil leguas de viaje submarino, publicada originalmente en 1869.

La edición de esta mágica obra del escritor llega a nosotros ahora gracias a la traducción de Santiago Ochoa y de unas ilustraciones clásicas. Al contemplar la portada del libro, el lector podrá encontrarse con dos elementos mezclados que aparecen separadamente en la obra, lo que crea una unidad ingeniosa: la escafandra y el tentáculo, el tono naranja para una y el violáceo para el otro. Los detalles en los tornillos y tentáculos, la textura del metal, el degradado de los colores, etc., hacen relucir la obra. Los grabados que acompañan al libro en su interior son piezas en las que es muy fácil perderse y también hacen que sea bastante difícil salir de la narrativa del maestro francés. La escritura de Veinte mil leguas de viaje submarino es sencilla de seguir por su característico encanto, magia impresa debajo de las palabras, y por su exactitud. La obra del escritor tiene un estilo científico, específico, descriptivo y, aun con esas características, no deja de atrapar por su capacidad para narrar. A primera impresión pareciera que una escritura apegada a las minucias y detalles de verdad que aparecen en las cosas, puede convertirse en una narrativa arenosa que no suelta de ningún modo la descripción desmedida, pero no es el caso de la novela, la cual atrapa desde el inicio y no para de contar hechos, sin dejar de lado la pausa que describe, que contempla.

Dentro de la obra, ya para 1866 se conocía mundialmente de un animal gigantesco que atacaba a los barcos en alta mar luego de que apareciera una estela fosforescente en el agua, no obstante, no había ningún patrón que describiera el comportamiento de algún animal conocido, lo que solo elevó la expectativa frente al desconocimiento. Este misterio de la ciencia es el punto en común de múltiples investigadores que decidieron darle caza a tal desconocido. A ellos se sumó el Profesor francés Aronnax, experto con varios años de estudio en las profundidades marinas, su ayudante personal, Conseil, entusiasta y enciclopedia andante de los océanos, y Ned Land, arponero canadiense con un conocimiento desmedido de las especies de las aguas por mera experiencia. Dichos personajes vivirán una de las más grandes aventuras, ya que, aquel animal gigantesco y misterioso no era tal, sino más bien una estructura metálica, un artificio de lo humano, un enorme submarino que aterrorizaba al mundo. El mayor de los peligros de la humanidad no proviene de las profundidades del mar como un animal desconocido; no, es otro ser humano que proviene de algún lugar de la tierra. Somos nuestra mayor amenaza. Nuestros personajes se embarcarán en este submarino, creación de un loco, soñador y apasionado por completo a las profundidades del mar, mismas que representan su tenaz aversión por la humanidad y lo que esta simboliza para la historia de la opresión e injusticia. Nemo, el capitán del submarino Nautilus, cuyo origen permanecerá desconocido, es quien retendrá a nuestros personajes en esta cárcel metálica, una que solo contempla hacerse la convivencia más amable o, en caso de querer abandonar el artefacto, la muerte. El capitán invita a nuestros personajes a seguirle en una aventura que se prolongará por veinte mil leguas a través del viaje submarino, lo que entusiasma al profesor y a su ayudante, pero genera repudio en el canadiense arponero. La obra de Julio Verne está centrada internamente en la tensión que se desarrolla entre estos cuatro personajes y externamente en el viaje sin igual vivido por ellos mismos.

He de reconocer que Veinte mil leguas de viaje submarino es una de mis obras favoritas. Su escritura científica es una apertura hacia las aguas de esos mares infestados de colores, especies, formaciones rocosas, plantas, bosques submarinos y temperaturas diversas. Es como si Julio Verne, al intentar describir con precisión lo que los personajes veían y experimentaban, escribía al mismo tiempo un largo poema sobre las profundidades de los océanos, sobre la hondura de la maldad humana en naufragios, asesinatos o hundimientos de ciudades enteras. La belleza de esta obra solo se puede comparar a la profundidad de las aguas que describe, a la solidez de su estructura narrativa y a la capacidad de capturar en un solo texto una de las ficciones narrativas realizadas más reconocidas.

Por Jahir Camilo Cediel Rincón

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