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Reseña de “We are who we are”

La serie We are who we are (2020), que se transmite por HBO, reflexiona sobre cómo retratar la identidad de una generación de jóvenes.

Julián David Cortés
29 de abril de 2021 - 12:00 a. m.
"We are who we are", profundiza temas como el deseo, la atracción y la orientación sexual.
"We are who we are", profundiza temas como el deseo, la atracción y la orientación sexual.
Foto: Facebook We are Who We Are HBO

El instante adolescente:

El primer encuentro entre Catilin y Fraser, protagonistas de We are who we are, la última serie de Luca Guadagnino, es un encuentro de miradas a través de la palabra. Perdido en los pasillos de una nueva escuela, Fraser descubre a Catilin quien, de pie, solitaria, recita un poema de Whalt Whitman para su clase:

I am he that aches with amorous love;

Does the earth gravitate? Does not all matter,

aching, attract all matter?

So the Body of me, to all I meet, or know.

***

Yo soy aquel a quien atormenta el amoroso anhelo;

¿Acaso, no gravita la tierra? ¿Acaso, toda la materia,

no es torturada y atraída por la materia toda?

Así el cuerpo mío es atraído por todos cuantos tropiezo o conozco.

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El poema recitado describe la atracción inevitable del poeta hacia la intensidad del mundo y de las personas. Es desde estos versos que empezará una atracción de Fraser por Catilin que, si bien no es directamente de amor, por lo menos, es de inspiración. Aunque aparentemente este momento pase desapercibido entre ambos, es posible encontrar en él la marca que guía al resto de la serie, la cual, ante todo, va a privilegiar la intensidad de la mirada. Una mirada que responde al llamado de los poetas del futuro a quienes Whitman dedicó cientos de sus versos. Un llamado dedicado a los hombres y mujeres para encontrar un sentido a la era moderna, donde espera que puedan vivir en amor con la máquina y la naturaleza

Actualmente, parece que las series sobre adolescentes enfocan sus tramas en relación a la fiesta, la droga y el sexo, muchas veces con propósitos educativos, aunque casi siempre con objetivos mercantiles – y no hay que desgastarse mucho para saber cuáles tienen mayor éxito. Aun así, se promueven desde el discurso de que simplemente retratan una realidad. Cosa que no se niega, porque la fiesta, la droga, el sexo, son una realidad. A veces, tal vez por pura ambición ingenua, el discurso va más allá diciendo que retratan una generación específica. Pero lo cierto es que, por más música, contextos, escenarios, o modas que cambien, los conflictos de los jóvenes son casi siempre los mismos. Los problemas de los personajes de Saturday Night Fever (1977), por ejemplo, no se distinguen mucho lo que les sucede a los personajes de Euphoria (2019).

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¿Qué es entonces retratar a una generación de jóvenes? ¿Cómo puede esperarse una mirada tan específica de algo tan general? ¿Qué identidad, además, espera revelarse ahí? Tal vez, esto juegue a favor de We are who we are, pues sus personajes son algo así como nómadas: viven actualmente en una base militar americana en Italia; constantemente se desplazan de base a base por el mundo, cambiando de personas y de contexto. Los personajes no tienen entonces una identidad fija, aprenden a mutar según el espacio que corresponda. Los jóvenes –la serie se enfoca cada tanto también en la vida de los adultos– viven acá desligados de cualquier compromiso generacional, siguen solamente el camino de la juventud, o bien, de la vida.

Tal vez a esto se deba la facilidad con la que la serie observa tan de cerca las sensaciones de cada personaje. La urgencia de Guadagnino no es tanto por narrar ninguna generación, sino por detenerse en lo que se vive en la juventud misma: la curiosidad, el deseo, la ansiedad, el letargo, la intensidad. El tiempo es clave entonces y el guion más que un argumento es usado como un poema; antes de cualquier giro narrativo, nos concentramos, literalmente, en el universo que rodea a los personajes y en las sensaciones a las que están sometidos. Por decir, en el cuarto capítulo, en medio de una fiesta que terminará de forma caótica, Guadagnino deja unos instantes para observar los objetos que quedaron atrás, cada toma es la historia que se dejó en cada objeto, el efecto que, aún ya olvidado, aún ya en otro presente, dejamos sobre las cosas. Quizá por eso cada capítulo lleva el nombre de Right here, Right Now.

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La intención y el logro de We are who we are no es necesariamente innovador. Esta mezcla de idealismo y naturalismo –un eco que dejó la poesía de Whitman– se puede destacar, digamos, en el cine de Éric Rohmer, que ya ha antes ha sido inspiración para Guadagnino. Pero se agradece enormemente, sobre todo en el formato de series, una historia así que permita detenernos y educar la mirada, que no hipersexualice la adolescencia, que dé espacio para la observación y la curiosidad, que despierte el deseo que vive latente en cualquier juventud: el deseo de que los instantes duren.

Por Julián David Cortés

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