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Retratos, ilusionismo y filosofía: la música más allá de las notas

El compositor, pianista y musicólogo italiano Giovanni Bietti ofrece conferencias-conciertos durante el Cartagena Festival de Música y habló para El Espectador sobre algunos de los conceptos que menciona en sus charlas. En estas ha hablado sobre música nórdica, el programa del festival y cuenta algunas historias detrás de las melodías y los compositores que las crearon.

Andrea Jaramillo Caro
06 de enero de 2024 - 10:10 p. m.
Giovanni Bietti dará un ciclo de conferencias en el festival como abrebocas de la programación para los conciertos.
Giovanni Bietti dará un ciclo de conferencias en el festival como abrebocas de la programación para los conciertos.
Foto: Cortesía Cartagena Festival de Música
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Desde el Palacio de la Proclamación, en el Centro Histórico de Cartagena, un piano de cola ubicado entre dos ramos de flores sobre el escenario recibía a los asistentes a la segunda conferencia-concierto del italiano Giovanni Bietti. Los aplausos sonaron cuando salió al escenario vestido de negro y se sentó en la banca frente al instrumento. Comenzó hablando sobre el compositor noruego Edvard Grieg, su biografía y estilo característico.

El piano se convirtió en el protagonista para ejemplificar aquello de lo que Bietti hablaba. Desde la forma en que los compositores intentaron reproducir el sonido de la voz con el piano, hasta las ilusiones que se podían crear a través de ritmos, pasando por los personajes o situaciones que un compositor podía pintar con sonidos, hasta los retratos y homenajes que se hacían unos a otros. Los sonidos de este instrumento plagaban el aire mientras Bietti explicaba como compositores como Grieg tomaban inspiración del folclor y las leyendas nórdicas para caracterizarlas en su música. Un concepto romántico, propio de la época, fue la forma que estas piezas parecen no tener fin y podrían continuar, como las mil y una noches del personaje de Scheherazade.

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Estas fueron las bases para las palabras que intercambié con el compositor y musicólogo a la salida de su conferencia. Las calles del Centro histórico de Cartagena, con sus casas de colores vibrantes y flores y plantas que decoran los techos, sirvieron de fondo para esta conversación.

Usted habló de los retratos de compositores, ¿cómo se desarrolló este género?

La idea del retrato es muy antigua y es característica, sobre todo, de la improvisación. Cuando tú improvisas música, normalmente te inspiras en alguien, entonces todos los improvisadores son muy buenos en la imitación del estilo de otro músico. Hay un gran repertorio instrumental, por ejemplo, de cadencia o preludios escritos en el estilo de otro. En el siglo XVIII ya había piezas de Clementi escritas en el estilo de Mozart... En el siglo XIX esta idea comienza a ser utilizada continuamente al interior de las composiciones. Schumann, por ejemplo, fue quien escribió un retrato de Chopin, yo estoy convencido de que la segunda balada de Chopin es un retrato de Schumann y está dedicada a él. Schumann escribió un retrato de Liszt, la Fantasía en C. Schumann es el gran maestro de los retratos musicales.

Esta es una tradición que continuó en el siglo posterior. Hay piezas muy famosas como, por ejemplo, Ravel a la manera de Borodin o Chabrier. György Ligeti escribió una obra que es un autorretrato con otros compositores que se llama “Autorretrato con Reich y Riley”, dos minimalistas. La idea del retrato musical es citar el estilo de otro músico y de alguna forma rendirle homenaje. También hay muchos ejemplos en el renacimiento, misas escritas al estilo de alguien más. Es una idea que pertenece a la forma misma de hacer música. La música no nace de la nada, siempre hay un contexto y tomas como referencia a alguna autoridad o alguien que te interesa y el retrato es simplemente una formalización de esta característica común en todos los músicos.

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Mencionó también que se pueden realizar ilusionismos con la música...

En este campo también hay precedentes, por ejemplo, la música de Bach escrita solo para un violín o un violonchelo es una polifonía, como si hubiera más voces ocultas. En estos casos suenan dos voces y también dos internas, esta es una polifonía ilusoria porque está usando una sola línea, esa es la percepción que tenemos, dado que nuestros oídos tienden a pegarse a algunas notas. Esta es una de las inspiraciones de la escritura del siglo XIX, la idea de las tres manos que tocan se realizó de varias maneras. Esta es una escritura característica de Thalberg, pero Mendelssohn la exploró más. Esto tuvo desarrollos interesantes durante el siglo XVIII y XIX, la idea de dar la sensación de que tocan más instrumentos cuando solo hay uno. Ligeti es el gran maestro de este tipo de musicalidad, él escribía obras donde hay notas tocadas de tal manera que parecen notas diferentes a las que se encuentran en otra música. Parece que no es un pianista solo, sino que hay dos o tres pianistas, porque hay todo un cruce y entrelazamiento de ritmos muy complejos.

¿Cómo llegaron los compositores a la conclusión de que era posible realizar este tipo de cosas?

Creo que es por la práctica de improvisación. Algo se apodera de tus manos. De hecho, no es casualidad que muchos de los ejemplos que he citado sean ejemplos de piano. El piano teniendo dos manos y diez dedos puede dar la sensación de múltiples instrumentos, múltiples voces, múltiples líneas superpuestas. Esto es más fácil con el piano que con la flauta, por ejemplo.

Edvard Grieg ha hecho varias apariciones en los programas del festival. Si hablamos de su país como inspiración, hay que mencionar el nacionalismo...

Esta es precisamente una característica de la música del siglo XIX, porque el siglo XIX fue el período de las revoluciones. Es decir, el período en el que empezamos a pensar en términos locales y ya no en términos globales. Y en mi opinión es un problema. Es decir, la Ilustración, con todas sus limitaciones, tenía la idea de una humanidad universal. Entonces existía la idea de que todos los hombres eran hermanos, que es lo que canta Beethoven en su sinfonía. Y, por el contrario, para un compositor polaco-noruego del siglo XIX, el principal problema es dar voz a su independencia. Así que crea una música nacional. Todas las líneas nacionalistas son del siglo XIX.

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Luego empezamos a pensar en lo que caracteriza a la música noruega. Si analizas una melodía noruega es muy probable que exista una sueca muy parecida. La música supera fácilmente todas las barreras. Pero la idea es que la canción popular sea el espíritu de una nación, es una idea sobre la que los grandes románticos de principios del siglo XIX escribieron continuamente. Canciones populares, melodías populares, poemas populares son la expresión de nuestro espíritu, el espíritu de nuestro pueblo, la visión es nacionalista. El objetivo es diferenciarse de los demás y fue una de las motivaciones más importantes de la música del siglo XIX y, para mí, también una de sus limitaciones.

¿Cómo cree que este concepto de nacionalismo ha transformado nuestra percepción con respecto a la música?

Lo ha transformado muchísimo. Tanto es así que durante muchos años se dijo que nadie podía cantar ópera italiana si no era italiano, nadie podría tocar bien la música de Chopin si no era polaco. Por supuesto que esto es un error. Es una cuestión de cuánto estudias, de qué tan abierto estás a las influencias. Pero la visión nacionalista... no es casualidad que los nacionalismos estén volviendo a estar de moda en el mundo en estos momentos, sucede en Europa en casi todas partes. Los que quieren cerrar las fronteras, los que no quieren inmigrantes, todos estos son aspectos que un músico europeo del siglo XIX habría entendido perfectamente y un Beethoven habría considerado incomprensibles.

¿Cree que eso se refleja en la música actual?

La música que la gente escucha actualmente es un fenómeno comercial. Por el contrario, el objetivo es venderla a todo el mundo tanto como sea posible. Entonces, no solo no hay características nacionales, sino que no hay características en absoluto. Es decir, la música que hace una estrella colombiana es cantada en inglés. Lo cual en mi opinión tiene muy poco sentido. Pero creo que es poco interesante intentar hacer música estadounidense poniéndole ritmo latino. El problema es a quién te diriges. Porque, al ser música de masas, debe ser muy sencilla y muy inmediata. Este no era el objetivo de un músico como Grieg o Dvořák. La idea era que la expresión polaca fuera un enriquecimiento de una tradición. Hoy, sin embargo, lo que importa es vender.

Andrea Jaramillo Caro

Por Andrea Jaramillo Caro

Periodista y gestora editorial de la Pontificia Universidad Javeriana, con énfasis en temas de artes visuales e historia del arte. Se vinculó como practicante en septiembre de 2021 y en enero de 2022 fue contratada como periodista de la sección de Cultura.@Andreajc1406ajaramillo@elespectador.com

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