Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En la edición número 72 de la revista de poesía Ulkira, que se lanza hoy a las 6:30 p.m. en el Planetario de Bogotá, se realiza un acercamiento a la vida y obra de poetas como Liliana Cadavid, Alejandra Pizarnik, Rosario Castellanos, Antonia Pozzi y Gustavo Adolfo Garcés, quien fue homenajeado en el 31° Festival Internacional de Poesía de Bogotá, que finaliza hoy.
También se incluye un espacio denominado “30 poetas destacadas”, en donde los protagonistas son los versos de distintas autoras nacionales e internacionales, un recorrido por Venezuela, Uruguay, México, España, Italia, Ecuador, Chile, Argentina, Brasil y Colombia. Compartimos diez de estos poemas.
La avenida (Mercedes Roffé, Argentina)
Si hay árboles como hojas/ si hay gente/ como signos de admiración/ también ha de haber, seguramente/ mundos/ como avenidas radiantes/ ocres/ niñas/ cielos/ como dorados cúmulos preñados/ transparentes/ galaxias, cosmos, éteres/ como negros carruajes.
Le invitamos a leer: 120 años de Marguerite Yourcenar: la importancia literaria de sus cuentos
Sueño con un poema (Shelly Bhoil, Brasil)
Sueño con un poema/ sobre palabras/ sin palabras/ como un pensamiento primitivo/ nonato/ en la conciencia/ del lenguaje/ luego la gramática/ pero un patois efímero/ a cada paso/ en cada lengua/ pendiendo/ de la aporía/ una vez que pisas/ a tu Dios/ tu pensamiento primitivo/ del universo –/ un megapoema/ por el Creador/ que sondea más hondo/ que la hondura de los sueños de un poeta/ esparcido por los largos cielos/ más allá del aliento alocado/ de nuestras vidas recurrentes/ Sueño con un poema/ sobre palabras/ sin palabras.
En el cuenco de las manos (América Gabriela Merino, Chile)
Desde el fondo de una sombra densa y craquelada/ surgieron brazos enormes cubiertos de tristeza. / Éramos frágiles, / el temblor del agua reflejaba nuestro propio temor. / Extendiéndose en los atardeceres, en la humedad del mar, / en la perdida serenidad del tiempo/ en un respiro/ a través del dibujo impreciso de las montañas/ como si en el cuenco de nuestras manos/ pudiéramos asir la palabra eternidad/ el último sonido que atraviesa un árbol/ que ha envejecido/ tardíamente y sin orillas, / sin oleaje, desaparece/ como desaparecen las imágenes/ de quienes solamente podemos recordar en los sueños.
Páramo (Aleyda Quevedo, Ecuador)
Tréboles, geranios, sábila macho y hojas de higo/ distorsionan ligeramente eso que es apacible. / Distintos modos de derramar angustia/ sobre la hierba del páramo:/ ríspida, afinada y muy útil. / Una parte del mosaico verde y puntiagudo/ de la vida que se enfrenta con fe, / enclavada en la altura de una ciudad. / Distintos modos de vivir en tu apacible casa, / acariciando la elevación espiritual de la hierba, / noble hábito de oler la oscuridad en el jardín. / De vez en cuando volar…/ sobre el entramado verde y puntiagudo, / ser habitada por ramas lilas y escarcha blanca. / Otro modo de derramar angustia / y sembrar compasión, / a pesar de padecer en el páramo y vivir la vida real.
Le recomendamos leer: Gioconda Belli: hacerse amiga del exilio, pero nunca del olvido
[Yo era una hermosa piedra para el aire] (María Ángeles Pérez López, España)
Yo era una hermosa piedra para el aire. / Espesa, rotunda, y con un ojo alerta/ para alcanzar al águila en el pecho, / con la marca de la sangre del azor/ —otra forma de decir mi propia historia—/ o de un pájaro cualquiera para el caso, / con la marca de las plumas del azor/ o del águila también, o la serpiente, / con la marca de la tinta del azor/ con que escribir los nombres perseguidos, /la nómina esencial del corazón.
*** (Raffaela Fazio, Italia)
No debemos creer que somos eternos/ me dice. / Yo en cambio pienso/ que para vivir debemos/ sentirnos inmortales. / Para vivir necesitamos amar/ –ya sea atentos/ ya sea rendidos/ Pero el tiempo inherente al amor/ es el presente.
Escribo de la misma forma en que se desangra un animal (Jeanne Karen, México)
A los quince años fui una muerte delgada, una línea de satín coronada con diamantes, / diente de resplandor, desesperación en un traje color menta, y las ganas de correr. / Apenas hace poco me percaté de la enfermedad de los sueños premonitorios. / Me despierta el ruido del torrente a las tres y media de la mañana, / los aromas a orégano, jazmín y sándalo se distribuyen por toda la casa. / Me levanto, soy un barco en la oscuridad, navego en aguas turbias, / busco la tranquilidad de un rincón, una forma de leer y otra de poner en palabras/ lo que sucede. Vi la lluvia fosfórica, vi las raíces crecidas de los árboles/ de un jardín inmenso y silencioso. Hace tiempo que no pasa el tiempo, / hace un instante eterno que flotamos en la atmósfera, ya tanto de vivir y no vivir, / de caminar en la frontera que divide la realidad del sueño. / Una infusión de manzanilla es necesaria para estar alerta. / El invierno entra a la casa por el gran ventanal del patio. / Fríos y negros pájaros vuelan lentamente, mueven las alas, y todo permanece.
Le puede interesar: Historia de la literatura: “Beloved”
Nausicaa a Ulises (Martha Canfield, Uruguay)
Como puerto en tu ruta hacia la nada/ cada vez más exasperante/ y cada vez más inevitable/ mis abrazos te conducen/ como en un plácido sueño/ del primer amanecer/ a la remota playa donde/ una vez fue posible creer/ que un día había de llegar el paraíso/ y es la luz rosada que comienza/ y es la brisa lenta de las palmas/ y la fatiga de la noche sobre el viento/ y la sonrisa triste que vaga/ entre las manos ahora quietas/ y es el silencio/ porque tu viaje habrá de continuarse/ lo sabemos/ y las palabras del adiós/ no lograrían decirte la ruina del castillo/ el tiempo enfermo o la caída a tierra/ del pájaro golpeado en pleno vuelo/ así que en este último beso te declaro/ que he renunciado al canto/ y te dejo partir/ mirándome los brazos pesadísimos/ con todo lo que en otra historia/ hubiera debido ser hermosamente tuyo/ si el narrador quisiera/ y te despido aquí desde la orilla/ miro tu nave que se aleja/ y sólo pido la clemencia del sueño/ para la noche que vendrá/ y la frescura de la tierra/ en la desesperante nostalgia/ que ya empieza.
Restos de mí (Sandy Juhasz, Venezuela)
Lloveré mi entierro sentada en la grama/ en un bolsillo la vida entera, en otro pastillas para/ dormir/ las derrotas irán conmigo para echárselas a dios en cara/ el amor quedará en alguna noche/ como un cadáver que se ofrece a la tierra/ mi madre no desampara este cuerpo vacío/ un sorbo de vino se le muere en los labios/ cose una manta con ráfagas de nosotras y huele a sol/ sobre mi pelo una luna duerme/ las hormigas la espantan/ es mucho peso para el viaje y dios nos vive lejos/ en sus hombros llevan la noche/ no esta que se queda en el mundo/ sino otra anterior a ella misma/ noche de un solo ojo que lámparas enciende/ su brisa cósmica me desprende/ en el aire orbita una pregunta/ ¿Quién dormirá a mis muertos cuando no esté?
Pregunta (Lucía Donadío, Colombia)
Pregunto al río/ por la verdad/ de tu muerte. / Pregunto al árbol/ por la verdad/ de tu vida. / Pregunto al cielo/ por la verdad/ de tus ojos. / Pregunto al mar/ por la verdad/ de tu alma. / Seguir preguntando/ será mi destino.
Si le interesa seguir leyendo sobre El Magazín Cultural, puede ingresar aquí 🎭🎨🎻📚📖