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En ese tiempo, Herodes rey de Judea, por miedo a la profecía sobre el nacimiento del Mesías (rey de los judíos), había ordenado que todos los niños menores de 2 años fueran decapitados. La Virgen María y San José, exiliados de Judea, para salvar la vida del Niño, se dirigieron a Belén; fueron desplazados. Los Reyes postrados ante el Niño Jesús, en compañía de María y José, rodeados de animales y en un humilde establo, le ofrendaron oro, incienso y mirra, una adoración que representa la calidad de ser rey, venir de Dios y el anuncio del padecimiento.
La palabra “mago” se entendía en término de astronomía y los nombres de los tres Reyes magos: Melchor, Gaspar y Baltazar, fueron adjudicados y hace parte de una larga tradición y de forma especial a partir de la edad media, aparecieron por primera vez en un famoso mosaico del siglo VI en Ravena, Italia. Este motivo de los Reyes Magos, en la época del Renacimiento tuvo un gran esplendor estético. Artistas, pintores de gran talla como Botticelli, El Bosco, Rubens, El Greco, Velázquez y etc. formaban parte de su devoción cristiana y su presencia en el arte continúa viva.
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Sin embargo, más allá del relato histórico, hoy, 6 de Reyes del 2024, me hace pensar que en la actualidad se sigue viviendo la esquizofrenia por el poder que desalienta las vidas y termina con muchas de ellas. Hoy también siguen existiendo Herodes.
Pensemos en Ucrania, en Gaza, en Israel y por qué no, en Colombia y otras partes del mundo. Pensemos en los niños del mundo y en las vidas que padecen. Considero que hoy, además de ser un día de celebración, debería ser también un día de acogimiento y de toma de conciencia.
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Para terminar, quiero compartir unas palabras que el Papa Francisco mencionó hoy para esta celebración: “la peregrinación humana de cada uno de nosotros, de la distancia a la cercanía”. Permitámonos y dejémonos seguir guiando por el Niño, los niños y el cielo. La tradición y la historia siempre tienen mucho que decir.