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¿Por qué está en Estados Unidos? ¿En qué consistieron estas visitas a Nueva York y Washington?
Se trató de una invitación para asistir a unas conferencias en la Universidad de Georgetown, en Washington, y dos eventos en la Universidad de Columbia por la Semana de la Libertad de Prensa. También asistí a una reunión con altos funcionarios del departamento de Estado y el Senado.
Para hacer cualquier tipo de periodismo, hay que cumplir con un rigor básico. Uno de ellos es investigar, así que ¿cuáles son las particularidades del periodismo investigativo? ¿Por qué se diferencia de los otros?
Todo el periodismo en sus diferentes áreas debe contener investigación. Lo que se conoce como periodismo investigativo se diferencia en que debe ir más allá del registro, profundizar, contrastar, cuestionar y, sobre todo, lo cual es su fin esencial, sacar a la luz pública aquello que los poderosos quieren mantener oculto a la sociedad. Esto implica invertir tiempo y recursos durante días, semanas o meses, algunas veces sin la certeza de llegar a un resultado concreto.
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Si los resultados de las investigaciones, que son trabajos de largo aliento que a veces se podrían frustrar por algún dato o alguna fuente, son tan inciertos, ¿qué lo lleva a insistir? Hemos visto las consecuencias positivas para una sociedad cuando las investigaciones se publican, pero cuando pasan seis meses y usted tiene que parar de trabajar, ¿cómo se enfrenta a eso?
Aunque algunas veces es incierto llegar al resultado esperado en una investigación; lo importante es insistir, persistir, resistir y tener la paciencia para no abandonar la investigación, así sea necesario dejar pasar unas semanas o incluso meses mientras se consiguen nuevas o mejores pistas que permitan llegar a un resultado. La recompensa se ve justamente cuando la publicación tiene un efecto que beneficia a la sociedad.
Por percibirla como una “forma de ayudar”, usted alguna vez quiso que su profesión fuese la de policía, pero terminó siendo periodista por accidente (uno creería que eligió esta alternativa por ser otra forma de ayudar). En efecto, sus investigaciones han contribuido a que la democracia se fortalezca o se demuestre que el periodismo sirve para sostenerla, pero ¿por qué? ¿Usted se siente como un actor distinto y vital para la democracia colombiana? Y no se lo pregunto como Ricardo Calderón, sino como periodista investigativo…
El periodismo en general, y el de investigación en particular en la mayoría de países, cumple un rol fundamental para la democracia. Cuando se hace bien, con seriedad, rigurosidad y ajeno a cualquier tipo de pasiones y presiones, se encarga, por ejemplo, de exponer los “pecados” de X o Y persona que está aspirando a un cargo de elección popular. Sacar a la luz pública esto le otorga a la sociedad elementos que le permitan eventualmente elegir mejor.
En este país es popular la frase “la justicia colombiana no funciona”. ¿Usted cómo lidia con eso? Le ha pasado que, después de meses de investigar, su trabajo se publique y haya revuelo, pero ¿no pase nada?
Los periodistas no somos policías, fiscales ni jueces, y obviamente no estamos llamados a impartir justicia ni a actuar como justicieros. A lo que sí estamos obligados es a entregar información veraz, verificada, contrastada e investigada a más no poder, que permita dejar en evidencia abusos de poder, violaciones de derechos humanos, corrupción, etc. Nuestra labor, como yo la asumo, consiste en ser contrapoder, evidenciando lo que el poder oculta. Que la justicia no opere sin duda es frustrante, pero no como periodista, sino para la sociedad.
Usted estaba acostumbrado a la prensa, ¿cómo le ha ido en televisión?
Duré 26 años en prensa escrita. El cambio a televisión ha sido un desafío interesante en el que, por fortuna, hemos contado con la oportunidad de hacer parte de Noticias Caracol, una redacción llena de periodistas ante quienes me quito el sombrero todos los días, así suene lagarto, pero es la realidad. Es un sitio donde los principios del periodismo, la objetividad, la responsabilidad y la veracidad, entre muchos otros, son el norte.
En la charla de Georgetown, usted dijo que uno de los problemas de los gobernantes es que no tienen autocrítica. ¿Cree que ese también podría ser un problema de nosotros los periodistas? Y se lo pregunto porque, a veces, sobre todo cuando nos va bien y hay exposición, éxito y premios, terminamos inmersos en unos comités de aplausos que nos pueden nublar el enfoque…
Sin duda, este es un gremio al que le hace falta mucha autocrítica. Una de las principales es entender que los periodistas no somos la noticia ni los protagonistas, sino la sociedad. Sería mejor con menos estrellas de escritorio y más periodistas de calle.
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Durante la charla en Columbia, las personas de la mesa y usted hablaron sobre la actual disputa por la atención: medios de comunicación vs. redes sociales. Y se habló del afán por explicar por qué el periodismo profesional no se puede comparar con la información que circula en redes...
Las redes se han transformado en el vehículo por el cual se informa un porcentaje importante, especialmente las nuevas generaciones. Esto tiene el riesgo enorme de que la información que allí se consiga no tenga ningún tipo de rigor, control o calidad, convirtiéndolo en un mundo donde la mentira y la desinformación son las reglas generales. Esto le ha hecho un daño al periodismo, pero también hay que reconocer que el peor enemigo de nuestra profesión es, justamente, el mal periodismo, el que se hace con intereses políticos o económicos. Por cuenta de algunos pocos casos, se tiende a generalizar y a meter a todos los medios y periodistas en la misma bolsa. El antídoto para esto es esforzarse en hacer más y mejor periodismo. No tengo duda de que, a diferencia del imaginario que se vende, la gente está dispuesta (y lo necesita) a consumir periodismo serio y de calidad.
La periodista mexicana Carmen Aristegui dijo en una entrevista para “El País”, de España, que “hay una guerra contra el periodismo crítico”. A usted lo han perseguido, amenazado y hasta han intentado matarlo. Como usted dice, esta profesión está muy desprestigiada: el periodismo miente, los medios están comprados, etc. Para enfrentar todo esto, supongo que no solo hay que estar motivado, sino convencido, ¿cuáles son sus convicciones?
Históricamente, la relación del periodismo con el poder ha sido tensa. Esto ha aumentado en los últimos años y en diferentes países de Latinoamérica, debido a gobiernos populistas que alientan un discurso en contra de los medios con el fin de minar su credibilidad ante investigaciones que dejan en evidencia abusos del poder. Se trata de una narrativa populista. Desde el poder, asumen que es más fácil gobernar con una sociedad que no esté informada o que simplemente esté informada con lo que les interesa. Eso ocurre lamentablemente a lo largo del continente. Insistir permanentemente es parte de la esencia de este oficio.
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