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“Lo que hace comprensible nuestra guerra es contar uno a uno cada caso”, afirma Silva en una entrevista, en la que señala: “lo que impide que reaccionamos es que todo está dicho en términos generales, en cifras, en estadísticas, a pesar de que es doloroso”.
Por eso decidió narrar en “El libro del duelo” (Penguin Random House) el sufrimiento que durante 15 años vivió Raúl Carvajal, padre de un militar colombiano que fue víctima de los “falsos positivos”, como se llama en el país las ejecuciones cometidas por miembros del Ejército.
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Don Raúl, como se le conocía y quien falleció por covid-19 en julio de 2021, recorrió durante más de 10 años el país en su viejo camión para exigir justicia en el caso de su hijo, el cabo primero Raúl Antonio Carvajal Londoño.
Según contaba, su hijo fue asesinado en 2006 por el propio Ejército y presentado como muerto en un combate con la guerrilla de las FARC porque semanas antes se había negado a asesinar a dos jóvenes como parte de un “falso positivo”.
Trabajo de oficina
Todos los días, don Raúl se estacionaba en la Avenida Jiménez con Carrera Séptima, en el centro de Bogotá. Su camión lo hacía visible porque estaba cubierto de pancartas en las que narraba la historia de su hijo, además de fotografías de quienes eran presidente y ministro de Defensa en la época en la que el cabo Carvajal fue asesinado: Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, respectivamente.
Esa imagen, revela Silva Romero, lo “había impresionado mucho”.
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“Cuando lo vi en su esquina, la de la Jiménez con Séptima, donde llegaba a las 8.30 y se iba a las 5.00 de la tarde haciendo el trabajo de oficina de contarle a todo el mundo lo que le había pasado a su hijo, me impresionó mucho”, afirma el escritor.
Sin embargo, le causó un mayor impacto su muerte porque, si bien es consciente de que muchas personas le habían puesto cuidado e incluso se convirtió en una de las caras visibles de un conflicto que ha dejado más de ocho millones de víctimas de todo tipo, no hubo “una autoridad que en el nombre de todos le dijera que lo había escuchado al menos”.
“Era muy constante el reclamo al Estado, a todas las instituciones del Estado que él hacía, y creo que incluso hay algo allí, más bien triste, y es que cuando la única autoridad grande que ha hablado de este tema, que ha sido Santos, habló en la Comisión de la Verdad sobre los falsos positivos, don Raúl ya estaba en coma en el hospital, no alcanzó a escuchar eso”, afirma.
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Entender al personaje
Parte de la tarea que se puso Silva Romero, para la cual contó con el apoyo y los relatos de la familia de don Raúl, era que los lectores entendieran quién era él y por qué tuvo la vida que tuvo, por qué hizo lo que hizo.
Conocer a esa persona, con todos sus matices, hace que todo lo que vivió este padre desahuciado sea “todavía más doloroso”.
“Uno ve a esa persona, que era mi intención, con sus dimensiones, con sus malos genios y su humor, así como su vocación de cuidar a los niños y su cercanía con los niños y es muy doloroso, es extremadamente doloroso saber que tuvo que pasar por lo que pasó”, afirma.
Silva confiesa que no todo fue doloroso y muchas veces esos diálogos fueron divertidos para la familia, que le acompañó en el proceso creativo del libro y lo guió para poder retratar, de la forma más fiel, a don Raúl.
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La familia, sin embargo, no es la única fuente porque es consciente de que “a todo el mundo se le olvidan cosas, cada cual recuerda las cosas de otra manera”.
“La memoria tiene unas trampas ahí en las que uno no puede confiar del todo y por eso acudí a los archivos de prensa y de los noticieros, a gente que estuvo cerca de él, a los amigos que viajaron con él”, explica.
Por eso es que “la construcción de la persona yo creo que es el punto fuerte que puede tener el libro”.
Y es que si bien el caso nunca ha sido cerrado ni don Raúl consiguió justicia, Silva Romero considera que esta víctima del conflicto “le ha hecho justicia” a su hijo a través de su relato, “de cómo ha contado todo”.