“Ríos somos todos y en cenizas terminamos”: Alberto Gómez
Dos de las películas dirigidas por el cineasta hacen parte de la selección oficial del Festival Internacional de Cine de Cartagena. Ríos de ceniza, una de ellas, se proyecta mañana a la 8:00 p.m. en el Teatro Adolfo Mejía.
Danelys Vega Cardozo
Un puente. Un río. Los peces. Un hombre. Un joven. El miedo. El confort. La cobardía. El pasado como un lastre. La muerte: un viaje “necesario”. La posibilidad del encuentro consigo mismo. El sacrificio. El camino que debe recorrer Esteban —el protagonista del largometraje Ríos de Ceniza— para hallar sus propias respuestas, aunque sean insuficientes y siempre conduzcan al mismo destino: las cenizas. Y en cenizas también estuvo a punto de convertirse, en varias ocasiones, esta película. Las paradojas de la vida.
Diez años tardó la cinta en pasar del papel a la pantalla grande. La idea le surgió en 2011 a Alberto Gómez Peña mientras se encontraba realizando una maestría en guion audiovisual en la Universidad de Navarra, España. A partir de ahí, el cineasta se “obsesionó” con que aquello debía volverse una película. Sin embargo, el camino en ese proceso estuvo lleno de ‘oscuridad’, de puertas cerradas, de incertidumbre y hasta de autoengaños para no desistir en el camino y lograr sacar adelante aquel sueño.
Cuando Gómez se trazó aquella meta ya contaba con treinta años y sabía que era el momento de “jugar a hacer una película”. Él quería formar una familia y acababa de dar el “primer paso”: casarse. Era consciente de que cuando llegaran los niños, tal vez, materializar su fantasía iba a ser más complicado. Entonces la presión comenzó a emerger. La presión por llegar rápido a la meta, como si cada segundo contara, como si cada minuto fuera definitivo. La creencia de que debía ser ahora porque o sino quizás no sería nunca. “Yo tenía claro que, digamos, era un momento de presión; de dar resultados, y me entregué como nunca a escribir una historia que me saliera del alma y que al mismo tiempo fuera desahogo, pero que al mismo tiempo rindiera tributo al cine que había visto, y que también fuera una oportunidad para hacer algo que de pronto iba a ser maravilloso o de pronto iba a ser algo terriblemente mal logrado”, dice el cineasta.
Pero saltar al vacío tuvo su recompensa. Sin haberse estrenado la cinta comenzaron a llegar los reconocimientos en diversos festivales nacionales. Hasta que llegó el tan anhelado día: el estreno del filme. El 4 de junio de 2021, en el Festival de Cine Latino de Filadelfia, Estados Unidos, los espectadores por fin conocieron la historia completa de Esteban. “Más allá de lo que haya alcanzado la película, lo importante es que me permite hacer otras. Pablus Gallinazo, que es la película que viene después de Ríos de Ceniza, surge del reconocimiento que yo empiezo a tener, y ahora, por ejemplo, estoy terminando otra y estoy vinculado con otras cosas…Me gustaría estar todavía más ocupado en lo audiovisual”.
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Pero esas ganas de estar más ocupado no vienen tanto del amor por el cine. Porque, aunque Gómez considera que la pintura, la música, la cultura, las narraciones, entre otras, son muy importantes, a él lo que en verdad le apasiona es emprender, porque le gusta sentirse activo y ver cómo es capaz de conseguir lo que se propone. Y es que para el director de cine hacer una película es muy similar a sacar adelante un emprendimiento: un camino “apretado” y solitario al inicio, pero que con el tiempo viene acompañado de personas que están dispuestas a jugársela por el proyecto. Dice el cineasta que, para él, los proyectos que le “mueven” son aquellos llenos de historias. Aquellas que considera que pueden transformar vidas. “La historia que nos contamos y nos cuentan determina cosas trascendentes. La vida está llena de narraciones que han logrado cambiar el rumbo de la humanidad”.
***
Y hay diferentes versiones de la historia dependiendo de quién te la cuente…
Exactamente…Y también de la historia que uno se cuente porque a veces uno recrea las historias como más a uno le conviene o como más uno las quiere creer.
Atravesó diversas dificultades para sacar adelante Ríos de ceniza, incluso tuvo que recaudar fondos a través de una “vaca”, ¿por qué, a pesar de todo eso, decidió seguir adelante con el proyecto?
Yo estaba teniendo tantas negativas que yo me inventaba que las respuestas no eran tan negativas y cualquier respuesta positiva, sin ninguna relevancia, le daba relevancia. Le aprendí a dar relevancia a cosas muy pequeñas, insignificantes, que podían ser muy chistosas o ridículas para algunas personas. Durante todo ese proceso me encontré una frase, no sé si la dijo Churchill, pero también es una de esas que están de moda todo el tiempo, que la valentía también tiene en seguir intentándolo aun cuando la gente no cree en lo que uno está haciendo, y a mí eso me parece maravilloso, porque los caminos de muchas profesiones son muy solitarios. Yo creo que seguir andando cuando uno está recibiendo apoyo y todo el mundo le dice que todo está chévere pues eso, por supuesto, tiene mérito, pero no es que sea muy difícil.
Pero a pesar de lo que comenta, ¿hubo algún momento en que dijera: “¡no más!, voy a parar con esto”?
“Yo creo que hubo varios momentos en que yo decía: “juepucha, no soy capaz”, pero también decía: “bueno, listo, hagámosle”. Yo siempre hago una analogía con los trayectos largos. Uno puede llorar del cansancio y seguir caminando, no importa que uno llore uno sigue caminando, o llorar y detenerse. Yo creo que muchas veces lloraba, pero seguía caminando.
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Pasa en el cine y también en las novelas literarias: una construcción de personajes a partir de una mezcla de realidad y ficción, ¿qué tanto sucedió esto en Ríos de ceniza?
Yo siento que siempre hay componentes de la realidad en los personajes que uno crea…Pero bueno, yo creo que, en mi caso, o en el caso de esta película, hay componentes de ficción en todos los personajes también, porque creo que me fue más fácil así, de esa forma, o sea es como una estrategia de la escritura: de combinar ciertos rasgos que uno conoce de ciertas personas o de uno mismo con otras cosas; es un juego, ¿no? Y bueno también ahí llegan los actores y le colaboran mucho a uno. Yo siempre esto lo menciono, es algo repetitivo que yo digo todo el tiempo: “hay directores que son genios y la verdad son genios, yo estoy seguro de que yo no soy ninguno de ellos”, entonces cuando uno está seguro de que no es un genio es importante escuchar; de hecho, es inteligente escuchar, porque de pronto entre más gente esté pensando en lo mismo, hay más posibilidades de sacar una solución (…) Hay una frase que, por lo menos en lo audiovisual, se oye mucho y es: “Uy, no, es que él o ella son buenos porque la tienen clara”. Yo nunca la tengo clara.
Dice que no se considera un genio, pero ¿se debe a lo que acaba de mencionar? ¿Por “no tenerla clara”?
Por muchas cosas. Uno siendo profesor se da cuenta que hay personas que tiene muchas facilidades, yo no me siento con muchas facilidades en absolutamente casi que nada. Pero también me he dado cuenta de que la gente que tiene muchas facilidades, no siempre, algunos de ellos y de ellas, les cuesta trabajo la persistencia, porque precisamente la tienen fácil y además no se la han ganado; genéticamente lo tienen, es como el que nace bonito, inteligente…Hay ciertas cosas que no se han construido, entonces no se saben valorar porque están ahí y siempre han estado, entonces como que cuesta bastante trabajo la insistencia, entonces uno se da cuenta que las personas comunes y corrientes tenemos un chance de lograr cosas si insistimos. Pero también hay que darse cuenta de que las cosas no son como lo que uno soñaba de niño: “juepucha, quiero ser un genio”, pero si uno no es un genio, pues asúmalo rápidamente, no se meta en ese cuento, porque va a ser una historia más de esos personajes completamente frustrados que le echan la culpa al sistema y no hicieron nada, más bien sepa que se puede llegar por otros caminos.
Y ahora hablemos de Esteban, ¿cómo surgió este personaje?
Por un miedo grande que siempre he tenido. Yo fui muy miedoso de niño, pero siempre me he cuidado, la mayoría de las veces y con el paso de los años más, de no ser como un pusilánime, como una persona que se acostumbra al confort, a la comodidad y deja de intentar seguir su propio camino, y yo creo que en la sociedad hay muchos perfiles como Esteban: que están ahí en una situación muy compleja, pero se la aguantan porque eso les da estabilidad.
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¿Y por qué añadirle el tema de la muerte e incluso el suicidio?
La muerte…pues también yo creo que tiene que ver con que uno describe dependiendo de las cosas que está sintiendo en ese momento. Yo creo que yo no quisiera volver a escribir una película eh… digamos con…con esa sensación de depresión o casi existencialismo o casi vacío existencial en el que yo estaba en esa época, pero refleja ese momento que estaba viviendo, no es que yo me quisiera suicidar —pero tampoco tendría problema en decirlo porque creo que es una idea que le ha pasado a muchos— pero sí había como un vacío existencial; sentía la metáfora de Ríos de ceniza: sentía que básicamente todos terminamos en lo mismo: ríos somos todos y en cenizas terminamos. Hay una gran decepción, en ese momento, del “para qué”, entonces ahí se mezclan cosas.
¿Y descubrió ese para qué?
Yo no creo que sea un descubrimiento, pero sí creo que hay una toma de consciencia de que mientras estemos acá, en este espacio, no es inteligente, para mí, gastarse esta vida frustrado por cosas que seguramente van a pasar después o no van a pasar. Si uno ya está aquí; en el ahora, lo más inteligente es meterle contenido a este momento porque si no es un desperdicio.
Un puente. Un río. Los peces. Un hombre. Un joven. El miedo. El confort. La cobardía. El pasado como un lastre. La muerte: un viaje “necesario”. La posibilidad del encuentro consigo mismo. El sacrificio. El camino que debe recorrer Esteban —el protagonista del largometraje Ríos de Ceniza— para hallar sus propias respuestas, aunque sean insuficientes y siempre conduzcan al mismo destino: las cenizas. Y en cenizas también estuvo a punto de convertirse, en varias ocasiones, esta película. Las paradojas de la vida.
Diez años tardó la cinta en pasar del papel a la pantalla grande. La idea le surgió en 2011 a Alberto Gómez Peña mientras se encontraba realizando una maestría en guion audiovisual en la Universidad de Navarra, España. A partir de ahí, el cineasta se “obsesionó” con que aquello debía volverse una película. Sin embargo, el camino en ese proceso estuvo lleno de ‘oscuridad’, de puertas cerradas, de incertidumbre y hasta de autoengaños para no desistir en el camino y lograr sacar adelante aquel sueño.
Cuando Gómez se trazó aquella meta ya contaba con treinta años y sabía que era el momento de “jugar a hacer una película”. Él quería formar una familia y acababa de dar el “primer paso”: casarse. Era consciente de que cuando llegaran los niños, tal vez, materializar su fantasía iba a ser más complicado. Entonces la presión comenzó a emerger. La presión por llegar rápido a la meta, como si cada segundo contara, como si cada minuto fuera definitivo. La creencia de que debía ser ahora porque o sino quizás no sería nunca. “Yo tenía claro que, digamos, era un momento de presión; de dar resultados, y me entregué como nunca a escribir una historia que me saliera del alma y que al mismo tiempo fuera desahogo, pero que al mismo tiempo rindiera tributo al cine que había visto, y que también fuera una oportunidad para hacer algo que de pronto iba a ser maravilloso o de pronto iba a ser algo terriblemente mal logrado”, dice el cineasta.
Pero saltar al vacío tuvo su recompensa. Sin haberse estrenado la cinta comenzaron a llegar los reconocimientos en diversos festivales nacionales. Hasta que llegó el tan anhelado día: el estreno del filme. El 4 de junio de 2021, en el Festival de Cine Latino de Filadelfia, Estados Unidos, los espectadores por fin conocieron la historia completa de Esteban. “Más allá de lo que haya alcanzado la película, lo importante es que me permite hacer otras. Pablus Gallinazo, que es la película que viene después de Ríos de Ceniza, surge del reconocimiento que yo empiezo a tener, y ahora, por ejemplo, estoy terminando otra y estoy vinculado con otras cosas…Me gustaría estar todavía más ocupado en lo audiovisual”.
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Pero esas ganas de estar más ocupado no vienen tanto del amor por el cine. Porque, aunque Gómez considera que la pintura, la música, la cultura, las narraciones, entre otras, son muy importantes, a él lo que en verdad le apasiona es emprender, porque le gusta sentirse activo y ver cómo es capaz de conseguir lo que se propone. Y es que para el director de cine hacer una película es muy similar a sacar adelante un emprendimiento: un camino “apretado” y solitario al inicio, pero que con el tiempo viene acompañado de personas que están dispuestas a jugársela por el proyecto. Dice el cineasta que, para él, los proyectos que le “mueven” son aquellos llenos de historias. Aquellas que considera que pueden transformar vidas. “La historia que nos contamos y nos cuentan determina cosas trascendentes. La vida está llena de narraciones que han logrado cambiar el rumbo de la humanidad”.
***
Y hay diferentes versiones de la historia dependiendo de quién te la cuente…
Exactamente…Y también de la historia que uno se cuente porque a veces uno recrea las historias como más a uno le conviene o como más uno las quiere creer.
Atravesó diversas dificultades para sacar adelante Ríos de ceniza, incluso tuvo que recaudar fondos a través de una “vaca”, ¿por qué, a pesar de todo eso, decidió seguir adelante con el proyecto?
Yo estaba teniendo tantas negativas que yo me inventaba que las respuestas no eran tan negativas y cualquier respuesta positiva, sin ninguna relevancia, le daba relevancia. Le aprendí a dar relevancia a cosas muy pequeñas, insignificantes, que podían ser muy chistosas o ridículas para algunas personas. Durante todo ese proceso me encontré una frase, no sé si la dijo Churchill, pero también es una de esas que están de moda todo el tiempo, que la valentía también tiene en seguir intentándolo aun cuando la gente no cree en lo que uno está haciendo, y a mí eso me parece maravilloso, porque los caminos de muchas profesiones son muy solitarios. Yo creo que seguir andando cuando uno está recibiendo apoyo y todo el mundo le dice que todo está chévere pues eso, por supuesto, tiene mérito, pero no es que sea muy difícil.
Pero a pesar de lo que comenta, ¿hubo algún momento en que dijera: “¡no más!, voy a parar con esto”?
“Yo creo que hubo varios momentos en que yo decía: “juepucha, no soy capaz”, pero también decía: “bueno, listo, hagámosle”. Yo siempre hago una analogía con los trayectos largos. Uno puede llorar del cansancio y seguir caminando, no importa que uno llore uno sigue caminando, o llorar y detenerse. Yo creo que muchas veces lloraba, pero seguía caminando.
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Pasa en el cine y también en las novelas literarias: una construcción de personajes a partir de una mezcla de realidad y ficción, ¿qué tanto sucedió esto en Ríos de ceniza?
Yo siento que siempre hay componentes de la realidad en los personajes que uno crea…Pero bueno, yo creo que, en mi caso, o en el caso de esta película, hay componentes de ficción en todos los personajes también, porque creo que me fue más fácil así, de esa forma, o sea es como una estrategia de la escritura: de combinar ciertos rasgos que uno conoce de ciertas personas o de uno mismo con otras cosas; es un juego, ¿no? Y bueno también ahí llegan los actores y le colaboran mucho a uno. Yo siempre esto lo menciono, es algo repetitivo que yo digo todo el tiempo: “hay directores que son genios y la verdad son genios, yo estoy seguro de que yo no soy ninguno de ellos”, entonces cuando uno está seguro de que no es un genio es importante escuchar; de hecho, es inteligente escuchar, porque de pronto entre más gente esté pensando en lo mismo, hay más posibilidades de sacar una solución (…) Hay una frase que, por lo menos en lo audiovisual, se oye mucho y es: “Uy, no, es que él o ella son buenos porque la tienen clara”. Yo nunca la tengo clara.
Dice que no se considera un genio, pero ¿se debe a lo que acaba de mencionar? ¿Por “no tenerla clara”?
Por muchas cosas. Uno siendo profesor se da cuenta que hay personas que tiene muchas facilidades, yo no me siento con muchas facilidades en absolutamente casi que nada. Pero también me he dado cuenta de que la gente que tiene muchas facilidades, no siempre, algunos de ellos y de ellas, les cuesta trabajo la persistencia, porque precisamente la tienen fácil y además no se la han ganado; genéticamente lo tienen, es como el que nace bonito, inteligente…Hay ciertas cosas que no se han construido, entonces no se saben valorar porque están ahí y siempre han estado, entonces como que cuesta bastante trabajo la insistencia, entonces uno se da cuenta que las personas comunes y corrientes tenemos un chance de lograr cosas si insistimos. Pero también hay que darse cuenta de que las cosas no son como lo que uno soñaba de niño: “juepucha, quiero ser un genio”, pero si uno no es un genio, pues asúmalo rápidamente, no se meta en ese cuento, porque va a ser una historia más de esos personajes completamente frustrados que le echan la culpa al sistema y no hicieron nada, más bien sepa que se puede llegar por otros caminos.
Y ahora hablemos de Esteban, ¿cómo surgió este personaje?
Por un miedo grande que siempre he tenido. Yo fui muy miedoso de niño, pero siempre me he cuidado, la mayoría de las veces y con el paso de los años más, de no ser como un pusilánime, como una persona que se acostumbra al confort, a la comodidad y deja de intentar seguir su propio camino, y yo creo que en la sociedad hay muchos perfiles como Esteban: que están ahí en una situación muy compleja, pero se la aguantan porque eso les da estabilidad.
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¿Y por qué añadirle el tema de la muerte e incluso el suicidio?
La muerte…pues también yo creo que tiene que ver con que uno describe dependiendo de las cosas que está sintiendo en ese momento. Yo creo que yo no quisiera volver a escribir una película eh… digamos con…con esa sensación de depresión o casi existencialismo o casi vacío existencial en el que yo estaba en esa época, pero refleja ese momento que estaba viviendo, no es que yo me quisiera suicidar —pero tampoco tendría problema en decirlo porque creo que es una idea que le ha pasado a muchos— pero sí había como un vacío existencial; sentía la metáfora de Ríos de ceniza: sentía que básicamente todos terminamos en lo mismo: ríos somos todos y en cenizas terminamos. Hay una gran decepción, en ese momento, del “para qué”, entonces ahí se mezclan cosas.
¿Y descubrió ese para qué?
Yo no creo que sea un descubrimiento, pero sí creo que hay una toma de consciencia de que mientras estemos acá, en este espacio, no es inteligente, para mí, gastarse esta vida frustrado por cosas que seguramente van a pasar después o no van a pasar. Si uno ya está aquí; en el ahora, lo más inteligente es meterle contenido a este momento porque si no es un desperdicio.