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Hace 20 años, Rodrigo Santoro (Petrópolis, 1975) llegó a la Biennale de Venecia con Abril Despedaçado (de Walter Salles). Era joven y no sospechaba que con el tiempo se convertiría en uno de los actores más internacionales de Brasil.
Con la producción brasilera 7 Prisioneros, dirigida por Alexandre Morato, Santoro regresa a la Mostra. En este filme Santoro interpreta a Luca, el jefe de un deshuesadero en São Paulo, eslabón de una cadena de traficantes de personas, que bajo amenaza de muerte a sus familiares, mantiene en cautiverio y trabajo forzado a siete hombres provenientes de diferentes partes de Brasil.
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En esta producción de Netflix, presentada fuera de competición oficial del Festival Internacional de Cine de Venecia y en la que comparte protagonismo con Christian Malheiros, Santoro asumió uno de los grandes retos de su carrera.
“Hablemos en español”, propone no sin antes advertir que es posible que lo mezcle con italiano – que está aprendiendo- y con portugués; la valentía de su propuesta le viene de una experiencia reciente en España en donde estuvo varias semanas haciendo de Magallanes y hablando en castellano durante la producción de la serie Boundness.
Tanto Abril Despedaçado como Bicho de 7 cabezas (de Laís Bodanzky, 2000) las identifica como las causantes directas de la llamada de Hollywood, a la que atendió pero trazándose como propósito “volver siempre a Brasil”, dice sentado en una inmensa sala del Hotel Excelsior en Lido (Venecia), vestido de blanco, con mascarilla, “porque tengo allá a mi familia, mis amigos, mis raíces”, afirma.
Pero esos retornos recurrentes también es una oportunidad para trabajar, “porque interpretar en tu propia lengua te da una libertad muy diferente a la que tienes actuando en otro idioma”, apunta.
¿Cómo fue para usted sobreponerse a tanta miseria humana para interpretar su personaje en 7 Prisioneros?
Muy doloroso. Este proyecto está basado en una larga investigación del director Alexandre Morato, que ha trabajado con víctimas reales de la esclavitud laboral. El personaje que interpreto (Luca) está lejos de mi realidad, yo crecí en una familia de clase media con privilegios en un país extremadamente desigual. Luca proviene de un lugar muy pobre y miserable. De modo que la primera cosa que tuve que hace fue investigar racionalmente pero también desde el punto de vista emocional y experimental tuve que acercarme a esta realidad. Estuve en comunidades, en favelas, hablé con mucha gente.
Hay una parte de la película en la que Luca dice que viene de la mierda, que nació en una cloaca, durante el proceso esa línea siempre resonaba en mí, y es que la distancia de mi realidad con respecto a la de ese hombre era muy grande y no conseguía decir esas palabras de manera convincente. Me empeñé en sentirlas y por eso experimenté captando olores y sensaciones en sitios reales, y recordarlos durante el rodaje me ayudó a llegar al lugar que necesitaba.
Fue un reto muy grande y a la vez doloroso porque me generó mucho cuestionamiento interno, culpa, muchas sensaciones incómodas. Sin embargo creo que fue bueno que eso sucediera. Después de ver la película por primera vez en la Mostra, me sentí muy contento de haberla hecho porque es un asunto muy importante y urgente.
Es una historia perturbadora que plantea un problema y realidad que no son exclusivos de un país en específico. La esclavitud laboral moderna es un global.
En estos momentos 40 millones de personas sufren de esa esclavitud
Y como bien refleja la película, hay hilos de poder que la manejan. ¿Cómo cree que va a calar esta cinta en el mundo, ya que será vista a través de Netflix en muchos países?
Es una gran suerte. Creo mucho en cosas que a veces se alinean y deben pasar. Netflix es la mayor plataforma del mundo y primeramente los admiro por haber tomado el riesgo con una película como esta; por otra parte están conscientes de su importancia, por eso esperaron para estrenarla, ya estaba lista en medio de la pandemia, pero prefirieron esperar un año para el estreno. Creo que por el hecho de que va a llegar a tantas personas en todo el mundo se va a generar una discusión.
La película es un retrato social de un sistema que reconocemos como injusto y desigual, pero a través de esa historia es como si pudiéramos encararla, entender al menos uno de los ejemplos del resultado del sistema que oprime a esta gente, que no les permite crecer, caminar, que les priva de sus derechos, que no les permite pertenecer a la sociedad como personas que son.
¿Verse en la pantalla en una historia tan devastadora interpretando un rol potente, con una fisionomía que no es precisamente glamorosa, ha sido un ejercicio para abofetear la vanidad?
(se ríe) ¡Muy bien! Así lo creo. También fue un desafío en ese sentido, porque no tengo el físico que requería el personaje. Después de leer el guion la primera pregunta que le hice a Alex (el director) fue ¿por qué yo?, ¿es que necesitas a un actor famoso para el rol? Alex es un hombre transparente como un vidrio, muy dulce y honesto, me dijo que no era por eso, sino porque precisamente yo no era la elección obvia, que era perfecto para hacer de Luca. Me dijo que podría dar un buen resultado, no le creí en aquel momento, hasta le dije que era un sonador (se ríe).
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Trabajamos mucho el guion haciéndole un par de ajustes, pero al principio era muy específico y no estaba seguro de poder dar la talla. En el cine la imagen es muy importante, debe convencer a los espectadores de inmediato. Al comienzo Alex propuso caracterizaciones muy fuertes, pero le dije que no, que incluiría varios detalles basados en lo que había observado, como el pelo y la vestimenta, yo quería alejarme del estereotipo. Me propuse dar con la verdad del personaje o al menos intentar construirla. Sabía que iba a ser un desafío gigante pero estaba consciente de que era algo muy importante para mi.
¿En qué radicó esa importancia?
Es un rol importante para mí para crecer, para madurar como ser humano. Ahora yo tengo una mirada, un entendimiento, una sensación muy diferente sobre el abismo social, sobre la miseria existente. Nunca me había puesto en ese lugar y claro que todavía está lejos de lo que es de verdad, pero intenté hacer cosas que me acercasen a esa realidad. El trabajo en 7 Prisioneros me causó mucho dolor.