Rosalía de Castro: adalid de la literatura gallega (Plumas transgresoras)
La novelista y poeta española, nacida en Santiago de Compostela, es reconocida junto a Eduardo Pondal y Curral Enríquez por haber sido una figura prominente del “Rexurdimento gallego”, caracterizado por la relevancia que cobró la lengua gallega a lo largo del siglo XIX.
Mónica Acebedo
“... y los hombres no cesan de decirte siempre que pueden que una mujer de talento es una verdadera calamidad...” (Las literatas. Carta a Eduarda (1865).
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“... y los hombres no cesan de decirte siempre que pueden que una mujer de talento es una verdadera calamidad...” (Las literatas. Carta a Eduarda (1865).
La pluma de Rosalía de Castro fue una transgresora en varios sentidos: fue precursora del renacimiento de la literatura gallega; a partir del Romanticismo, sentó las bases de la poesía española moderna; dejó constancia de la importancia de la presencia femenina en los círculos literarios; desafió a una sociedad conservadora al no dejarse intimidar por ser hija ilegítima y se consagró como una de las escritoras más importantes del siglo XIX en España. Alberto de Frutos se refiere a ella así: “Rosalía de Castro contribuyó a dignificar esta lengua [la gallega], merced a obras como Cantares gallegos o Follas novas; si bien, hacia el final de su vida, compuso En las orillas del Sar en castellano” (Breve historia de la literatura española, Nowtilus, 2016, p. 160).
No tuvo una vida fácil. Nació el 24 de febrero de 1837 en Santiago de Compostela. Su padre era un sacerdote y su madre, una mujer noble, soltera. Por ser hija ilegítima, fue registrada como de padre y madre desconocidos. Su condición de bastarda e hija de un clérigo la marcó e influyó en muchas de sus obras. Pasó la temprana infancia a cargo de familiares lejanos, luego, vivió con su madre y junto a ella logró recibir una buena educación en idiomas y letras. A los diecinueve años se mudó a Madrid y tan pronto llegó se conectó con los círculos literarios de la ciudad, gracias al escritor Manuel Murguía, con quien contrajo matrimonio en 1858 y fue el principal promotor de sus letras. La pareja vivió en varios lugares de España, tuvo siete hijos, una de las cuales murió al nacer y otros dos en edades tempranas. También se vio avocada a numerosas dificultades económicas. Desde muy pequeña padeció dolencias y problemas constantes de salud, incluidas depresiones severas. Murió a los cuarenta y ocho años de cáncer. Son famosas las últimas palabras a sus hijos: “Abre esa ventana, que quiero ver el mar”. Uno de los mitos que rodean su muerte es el de haberles pedido a sus hijos que quemaran sus manuscritos inéditos.
Su obra, tanto poética como en prosa, se caracteriza por ser intimista, ahondar en las pasiones y dolencias amorosas, reflejar la pobreza del pueblo gallego y sus costumbres, defender a la mujer y criticar las construcciones patriarcales: “Si yo fuese hombre, saldría en este momento y me dirigiría a un monte, pues el día está soberbio; tengo, sin embargo, que resignarme a permanecer encerrada en mi gran salón...”.
En la lírica estuvo influenciada por Gustavo Adolfo Bécquer y Heinrich Heine. Algunas de sus obras de lírica son Cantares gallegos (1863), primer texto escrito totalmente en gallego; Follas novas (1880), también en gallego, contiene numerosos poemas íntimos sobre la muerte, la soledad y la condición humana. En las orillas del Sar (1884), escrito en castellano, innova en versificación y simbolismo. En prosa no se queda atrás, con obras sobre la injusticia, la condición femenina, la pobreza yy la identidad gallega. La hija del mar (1859) es un ejemplo del Romanticismo en España: una mujer abandonada por su marido. En esta novela narra las injusticias contra las mujeres y se refiere a las madres solteras: “Hija de un momento de perdición, su madre no tuvo siquiera para santificar su yerro aquel amor con que una madre desdichada hace respetar su desgracia ante todas las miradas, desde las más púdicas hasta las más hipócritas”. Flavio (1861) es la historia de una escritora clandestina que sufre por el amor de un hombre posesivo y manipulador: “Decid que queréis vernos esclavas y no compañeras vuestras; decid que de un ser que siente y piensa como vosotros queréis hacer unos juguetes vanos, unas máquinas (...) que, a medida de vuestro deseo, estén alegres”; Ruinas (1866), en cambio, habla de la amistad y la solidaridad del pueblo gallego: “De la amistad íntima con las criaturas de nuestra especie suele comúnmente sacarse lágrimas y pesares, y todo lo peor que podía acontecerle a la buena señora con el compañero que había elegido era recibir algunos arañazos, que solía curar con bálsamo reservado y cuidado en un tiesto para el efecto, aun cuando pocas veces tenía que recurrir a él, pues Florindo era el gato más leal, más amable y bien educado del mundo”; El caballero de las botas azules (1867) es una sátira entretenida de la sociedad madrileña: “¡Necio afán el de la gloria póstuma, cuyo ligero soplo pasará como si tal cosa sobre el esparcido polvo de tus huesos! Cuídate de lo presente y deja de pensar en lo futuro, que ha de ser para ti como si no existiese”.
En resumen, Rosalía de Castro fue una escritora que rompió con patrones preestablecidos. A través de sus escritos expresó temas existenciales, sentimientos íntimos que no eran temas que usualmente abordaban las mujeres; sentó las bases del florecimiento de la literatura gallega; junto con Bécquer se convirtió en una de las precursoras de la lírica moderna española y ha sido referente, desde entonces, de voces poéticas tanto en gallego como en español.