Rossy de Palma: “El arte nos ayuda a hacer una resiliencia constante”
Faltaban pocas horas para su regreso a España. Rossy de Palma, la actriz española, estuvo en el Festival Internacional de Cine de Cartagena y recibió un tributo. Caminó por las calles del centro histórico, tomó fotos y bailó vallenato.
Pedro Mendoza
Llegó a la hora acordada. Cordial y gentil, se sentó en la mesa y me recordó que teníamos poco tiempo, plazo que no se cumplió: hablamos durante más de 50 minutos sobre su vida, el cine, la música, la cultura de los estados, la guerra y Pedro Almodóvar.
“Esta Cartagena ha sido como un umbral para pasar a otra dimensión, me voy mejor de lo que vine. Me voy renovada”, me dijo mientras recordó las fotos que le hizo su amigo Rubén Afanador, fotógrafo colombiano con quien estuvo en el Aviario, cerca a Cartagena y la isla de Barú. “Este mes de mayo seré la editora jefe de Harper’s Bazaar de España”, y me mostró las fotos que estaban en su celular.
Le sugerimos leer: “Toro”, más allá del surgimiento de un fotógrafo preso
Tenía un vestido negro con un sobrero del mismo color.
Es serena al hablar y se ríe con mucha facilidad. Emotiva, conoce de pasiones y premios. Participó en “Madres Paralelas”, la película de Pedro Almodóvar nominada en el 2021 a los Premios Óscar por su banda sonora y en la categoría de mejor actriz protagónica con Penélope Cruz.
En pocas horas un avión la sacará del realismo mágico de García Márquez, las esculturas de Botero y los versos de Julio Flórez...
La poesía es la madre de todas las artes. Tres colombianos referentes del arte maravilloso. Fíjate en Julio, como el mes, y las flores que me encantan, ese nombre ya es poético.
¿Le faltaron días en esta primera visita a Cartagena?
Creo que me faltaron dos o tres. Cuando ya estoy aclimatada, me han hecho el tributo y cuando empezaba a gozar, me debo ir. Esta amabilidad de los cartageneros y cartageneras es una barbaridad: su simpatía, ese amor a la vida y con esta naturaleza que les rodea seguro se llevan mejor las dificultades. Soy muy sensible y lloro por las cosas bonitas y por las dolorosas. Aquí he tenido un contacto muy espiritual con las gentes, conmigo misma, con esta luna llena que hemos visto.
Hablemos de lo que dijo en varias ocasiones sobre las calles, las murallas y los balcones de Cartagena...
Sí, sobre la ciudad y sus gentes: yo creo que hay una deuda histórica muy grande que no se paga nunca, eso parece ser. Toda la riqueza que se ha generado en muchas generaciones ha sido gracias a la violencia, la conquista. Esta palabra de conquistar era muy bonita en su vertiente, hermosa, pero cuando hablamos de los conquistadores, fue con violencia de obligación. Mira, te recuerdo lo que dije el día que recibí el tributo: me alegró profundamente recibir este premio por la india Catalina que sacrificó su libertad, aportó cultura y resultó siendo una herramienta indispensable para los colonizados. Naciendo en España, sé la historia de los conquistadores y celebramos ese descubrimiento, pero soy consciente de las faltas, del dolor. Yo me pregunto: ¿y qué descubrimos? fuimos allí, cambiamos sus vidas, les robamos el oro y les dejamos la biblia.
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¿Y esas conquistas ya se terminaron ?
Es como si el colonialismo nunca hubiera acabado, solo ha cambiado la imagen. En el estrato social siempre quedas abajo, tienes que ser un gran deportista o un gran músico con mucho talento para salir de ese estrato. Estas condenado a ese nivel de poca educación y escasos medios para vivir.
Explíquenos, por favor, ¿qué es La fragilidad del migrante?
Si a las personas se les diera riqueza en sus lugares de origen, no tendrían que migrar. Luego se les trata como parias porque migran. Toda la riqueza de occidente se ha creado con mano de obra esclava. Como digo, la historia de la humanidad está vinculada a la migración. Dile a las aves que no migren. Yo creé una pieza con recortes de periódicos que junté durante años. Las pateras, esas embarcaciones que se usaban para migrar, los naufragios en el mar de la gente que intenta venir. “La fragilidad de migrar” es un barco chiquito hecho con todos esos periódicos. Yo he nacido en España, pero te digo que solo creo en las fronteras gastronómica. Me siento ciudadana del mundo.
Rubén Afanador es su amigo y tiene mucho que ver con que usted esté en Colombia, ¿cómo fue ese reencuentro?
Este mayo seré la editora jefe de Harper’s Bazaar de España y estuve con Rubén en el Aviario para hacer unas fotos hermosas en Barú con la playa, el mar. Es una historia de amor muy larga la que tenemos, hemos trabajado juntos por más de 30 años y tengo fotos históricas con él. Lo adoro.
¿Qué fue lo que le entregó a Rubén Afanador cuando terminó su conversatorio en el Festival de Cine de Cartagena?
¡Pero te has dado cuenta! Yo le he traído de regalo un abanico muy bello de una de las colecciones que hago y me había olvidado de darle un rollito de jamón de jabugo pata negra de Enrique Tomas, que es un jamonero español buenísimo.
Hablemos sobre la guerra...
Horrorosa. Esta que estamos viendo ahora y todas las demás no tienen ningún sentido, son obsoletas y anacrónicas. En el conversatorio hablé de eso, recordé a ese niño que pregunto por qué no hacían aquellas guerras con pistolas de agua. Yo estas guerras no las nombro, no las invoco y no las dejo entrar en mí.
Pedro Almodóvar le cambió su nombre y la llevó a sus películas. El año pasado y durante esta época estuvieron nominados a un Premio Óscar. ¿Cada cuanto habla con él? ¿Han hablado sobre su visita a Colombia?
Sí, le mandé un mensaje sobre Cartagena y sobre lo mucho que ha gustado aquí “Madres Paralelas”. Envié la foto con José Luis Alcaide, director de fotografía y su compañera Marilú, ella ha sido la maquilladora de la película, y le he dicho que tenemos aquí unos cuantos amigos. A él le gustaría mucho venir a Cartagena, le encantaría esto. Es un colorista y aquí moriría con tanto color. Yo hablo mucho con Pedro, tenemos una relación muy familiar. Una cosa es el trabajo, que lo hemos disfrutado mucho, pero forma parte de mi familia humana, de mi vida.
Para muchos países, la cultura no está priorizada en las agendas de sus gobiernos, ¿usted qué piensa de eso?
Sin la cultura no somos nada. Tiene un poder terapéutico que nos ayuda a comprender la vida, una tristeza. Cuántas penas nos ha quitado escuchar una canción: es la medicina del alma. El arte está hecho para sanarnos, para ayudarnos y reproducir la naturaleza. El arte nos ayuda a hacer una resiliencia constante.
Dicen que uno vuelve a los lugares donde ha sido feliz, ¿qué pasó con las amigas con las que hizo la banda de música Peor imposible?
Somos una hermandad. Hemos perdido a tres miembros, pero siempre estamos en contacto, somos hermanos de vida. “Uno vuelve siempre, a los viejos sitios, donde amo la vida”, mira esa letra es maravillosa, “y entonces comprende, cómo están de ausentes, las cosas perdidas… Quiero volver a Cartagena porque aquí he amado mucho la vida.
¿Aprendió a bailar vallenato?
Pues claro que bailé. Es difícil, no se pilla rápido, es sincopado: intentaba cogerlo a tiempo, no vas a tierra, es maravilloso. Tengo que volver para bailar y aprender más.
Para llegar a este lugar en el que estamos hablando, pasó por la plaza donde hay una escultura de Botero, y caminó por la calle de la casa de García Márquez, ¿encontró su realismo mágico ?
Mi hijo se llama Gabriel y se lo puse porque es un nombre muy dulce. Me gustaba mucho García Márquez, pero a mi hijo a veces le llamo Gabru porque Gabo me parece más de señor. No tuve la suerte de conocer al Nobel colombiano, pero mis primeras incursiones con la literatura fueron Ernesto Sábato y García Márquez, mucho realismo mágico. Fue parte de la literatura latina que conocí. Allí empecé mis incursiones desde muy jovencita. Ya cuando tuve la cosa francófona me metí mucho más.
***
Le doy las gracias y, después, nos pide una foto en grupo. Sonríe y, como si se tratará de un personaje de su vida real, toma el celular y busca el poema de Julio Flórez.
Lee en voz alta: “‘Oye: bajo las ruinas de mis pasiones, y en el fondo de esta alma que ya no alegras, entre polvos de ensueños y de ilusiones yacen entumecidas mis flores negras’, mira, estoy a flor de piel, me dan ganas de llorar”.
Llegó a la hora acordada. Cordial y gentil, se sentó en la mesa y me recordó que teníamos poco tiempo, plazo que no se cumplió: hablamos durante más de 50 minutos sobre su vida, el cine, la música, la cultura de los estados, la guerra y Pedro Almodóvar.
“Esta Cartagena ha sido como un umbral para pasar a otra dimensión, me voy mejor de lo que vine. Me voy renovada”, me dijo mientras recordó las fotos que le hizo su amigo Rubén Afanador, fotógrafo colombiano con quien estuvo en el Aviario, cerca a Cartagena y la isla de Barú. “Este mes de mayo seré la editora jefe de Harper’s Bazaar de España”, y me mostró las fotos que estaban en su celular.
Le sugerimos leer: “Toro”, más allá del surgimiento de un fotógrafo preso
Tenía un vestido negro con un sobrero del mismo color.
Es serena al hablar y se ríe con mucha facilidad. Emotiva, conoce de pasiones y premios. Participó en “Madres Paralelas”, la película de Pedro Almodóvar nominada en el 2021 a los Premios Óscar por su banda sonora y en la categoría de mejor actriz protagónica con Penélope Cruz.
En pocas horas un avión la sacará del realismo mágico de García Márquez, las esculturas de Botero y los versos de Julio Flórez...
La poesía es la madre de todas las artes. Tres colombianos referentes del arte maravilloso. Fíjate en Julio, como el mes, y las flores que me encantan, ese nombre ya es poético.
¿Le faltaron días en esta primera visita a Cartagena?
Creo que me faltaron dos o tres. Cuando ya estoy aclimatada, me han hecho el tributo y cuando empezaba a gozar, me debo ir. Esta amabilidad de los cartageneros y cartageneras es una barbaridad: su simpatía, ese amor a la vida y con esta naturaleza que les rodea seguro se llevan mejor las dificultades. Soy muy sensible y lloro por las cosas bonitas y por las dolorosas. Aquí he tenido un contacto muy espiritual con las gentes, conmigo misma, con esta luna llena que hemos visto.
Hablemos de lo que dijo en varias ocasiones sobre las calles, las murallas y los balcones de Cartagena...
Sí, sobre la ciudad y sus gentes: yo creo que hay una deuda histórica muy grande que no se paga nunca, eso parece ser. Toda la riqueza que se ha generado en muchas generaciones ha sido gracias a la violencia, la conquista. Esta palabra de conquistar era muy bonita en su vertiente, hermosa, pero cuando hablamos de los conquistadores, fue con violencia de obligación. Mira, te recuerdo lo que dije el día que recibí el tributo: me alegró profundamente recibir este premio por la india Catalina que sacrificó su libertad, aportó cultura y resultó siendo una herramienta indispensable para los colonizados. Naciendo en España, sé la historia de los conquistadores y celebramos ese descubrimiento, pero soy consciente de las faltas, del dolor. Yo me pregunto: ¿y qué descubrimos? fuimos allí, cambiamos sus vidas, les robamos el oro y les dejamos la biblia.
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¿Y esas conquistas ya se terminaron ?
Es como si el colonialismo nunca hubiera acabado, solo ha cambiado la imagen. En el estrato social siempre quedas abajo, tienes que ser un gran deportista o un gran músico con mucho talento para salir de ese estrato. Estas condenado a ese nivel de poca educación y escasos medios para vivir.
Explíquenos, por favor, ¿qué es La fragilidad del migrante?
Si a las personas se les diera riqueza en sus lugares de origen, no tendrían que migrar. Luego se les trata como parias porque migran. Toda la riqueza de occidente se ha creado con mano de obra esclava. Como digo, la historia de la humanidad está vinculada a la migración. Dile a las aves que no migren. Yo creé una pieza con recortes de periódicos que junté durante años. Las pateras, esas embarcaciones que se usaban para migrar, los naufragios en el mar de la gente que intenta venir. “La fragilidad de migrar” es un barco chiquito hecho con todos esos periódicos. Yo he nacido en España, pero te digo que solo creo en las fronteras gastronómica. Me siento ciudadana del mundo.
Rubén Afanador es su amigo y tiene mucho que ver con que usted esté en Colombia, ¿cómo fue ese reencuentro?
Este mayo seré la editora jefe de Harper’s Bazaar de España y estuve con Rubén en el Aviario para hacer unas fotos hermosas en Barú con la playa, el mar. Es una historia de amor muy larga la que tenemos, hemos trabajado juntos por más de 30 años y tengo fotos históricas con él. Lo adoro.
¿Qué fue lo que le entregó a Rubén Afanador cuando terminó su conversatorio en el Festival de Cine de Cartagena?
¡Pero te has dado cuenta! Yo le he traído de regalo un abanico muy bello de una de las colecciones que hago y me había olvidado de darle un rollito de jamón de jabugo pata negra de Enrique Tomas, que es un jamonero español buenísimo.
Hablemos sobre la guerra...
Horrorosa. Esta que estamos viendo ahora y todas las demás no tienen ningún sentido, son obsoletas y anacrónicas. En el conversatorio hablé de eso, recordé a ese niño que pregunto por qué no hacían aquellas guerras con pistolas de agua. Yo estas guerras no las nombro, no las invoco y no las dejo entrar en mí.
Pedro Almodóvar le cambió su nombre y la llevó a sus películas. El año pasado y durante esta época estuvieron nominados a un Premio Óscar. ¿Cada cuanto habla con él? ¿Han hablado sobre su visita a Colombia?
Sí, le mandé un mensaje sobre Cartagena y sobre lo mucho que ha gustado aquí “Madres Paralelas”. Envié la foto con José Luis Alcaide, director de fotografía y su compañera Marilú, ella ha sido la maquilladora de la película, y le he dicho que tenemos aquí unos cuantos amigos. A él le gustaría mucho venir a Cartagena, le encantaría esto. Es un colorista y aquí moriría con tanto color. Yo hablo mucho con Pedro, tenemos una relación muy familiar. Una cosa es el trabajo, que lo hemos disfrutado mucho, pero forma parte de mi familia humana, de mi vida.
Para muchos países, la cultura no está priorizada en las agendas de sus gobiernos, ¿usted qué piensa de eso?
Sin la cultura no somos nada. Tiene un poder terapéutico que nos ayuda a comprender la vida, una tristeza. Cuántas penas nos ha quitado escuchar una canción: es la medicina del alma. El arte está hecho para sanarnos, para ayudarnos y reproducir la naturaleza. El arte nos ayuda a hacer una resiliencia constante.
Dicen que uno vuelve a los lugares donde ha sido feliz, ¿qué pasó con las amigas con las que hizo la banda de música Peor imposible?
Somos una hermandad. Hemos perdido a tres miembros, pero siempre estamos en contacto, somos hermanos de vida. “Uno vuelve siempre, a los viejos sitios, donde amo la vida”, mira esa letra es maravillosa, “y entonces comprende, cómo están de ausentes, las cosas perdidas… Quiero volver a Cartagena porque aquí he amado mucho la vida.
¿Aprendió a bailar vallenato?
Pues claro que bailé. Es difícil, no se pilla rápido, es sincopado: intentaba cogerlo a tiempo, no vas a tierra, es maravilloso. Tengo que volver para bailar y aprender más.
Para llegar a este lugar en el que estamos hablando, pasó por la plaza donde hay una escultura de Botero, y caminó por la calle de la casa de García Márquez, ¿encontró su realismo mágico ?
Mi hijo se llama Gabriel y se lo puse porque es un nombre muy dulce. Me gustaba mucho García Márquez, pero a mi hijo a veces le llamo Gabru porque Gabo me parece más de señor. No tuve la suerte de conocer al Nobel colombiano, pero mis primeras incursiones con la literatura fueron Ernesto Sábato y García Márquez, mucho realismo mágico. Fue parte de la literatura latina que conocí. Allí empecé mis incursiones desde muy jovencita. Ya cuando tuve la cosa francófona me metí mucho más.
***
Le doy las gracias y, después, nos pide una foto en grupo. Sonríe y, como si se tratará de un personaje de su vida real, toma el celular y busca el poema de Julio Flórez.
Lee en voz alta: “‘Oye: bajo las ruinas de mis pasiones, y en el fondo de esta alma que ya no alegras, entre polvos de ensueños y de ilusiones yacen entumecidas mis flores negras’, mira, estoy a flor de piel, me dan ganas de llorar”.