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A Ruby Rumié le gusta llenar los vacíos. Se dedica, a través de su arte, a que la gente se detenga a observar lo que no ha sabido ver antes. Lo hizo con las palomas muertas en “La Caída” y con las vendedoras ambulantes de Cartagena en “Tejiendo calle”. Esta vez, en “Nosotros, 172 años después”, escogió visibilizar un asunto de identidad Caribe que, como bien dicta su nombre, corresponde a una deuda de más de 170 años.
Antes de que la fotografía se instalara como uno de los grandes métodos iconográficos, la pintura ocupaba su lugar. Así se representaron las costumbres regionales del siglo XIX en Colombia: con 151 láminas hechas en acuarela. A aquello se le llamó la Comisión Corográfica. “Las láminas de la Comisión Corográfica son acuarelas; es decir, obras que fueron hechas mediante la conjunción de la mirada del viajero y la habilidad del pintor”, explica Ricardo Rivadeneira Velásquez en la página de la Biblioteca Nacional. “Levantar un mapa por medio de la agrimensura o hacer una acuarela de un hecho local permitieron ilustrar a los ciudadanos de la Nueva Granada sobre la diversidad, la riqueza y la importancia de continuar construyendo un proyecto de nación”.
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Como dice la Real Academia Española, la corografía es la descripción de un país, de una región o de una provincia. “Nosotros, 172 años después” se constituye como la reinvención de estas láminas del siglo XIX. “A partir de este encuentro [con la la colección de la Comisión corográfica] y confrontación con estos documentos, ‘Nosotros, 172 años después’ invita a reflexionar a través del retrato fotográfico acerca de los vacíos en las representaciones visuales y los discursos que históricamente han definido la identidad del Caribe colombiano desde la Nueva Granada hasta la actualidad, tomando la gastronomía como un vehículo para crear nuevas narrativas que celebran la diversidad cultural de este territorio”, asegura la artista cartagenera.
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Nísperos, habichuelas, cangrejos azules. Los alimentos decoran los cuerpos de cien personas caribeñas que han sido retratadas a través del lente de Rumié. “Cada persona ha sido entrevistada y fotografiada con su alimento más entrañable sobre un paisaje de las láminas de la Comisión corográfica. Con ese propósito intervine las láminas utilizadas, al borrar a los personajes retratados en el siglo XIX, para luego reconstruir de forma digital los paisajes en su totalidad y finalmente dejarlos como escenarios de fondo para las fotos. Todo esto con la intención de descolocar la mirada del espectador y propiciar otras formas de narrarnos”, afirma.
En medio de sus particularidades, esta población “comparte la pasión y el compromiso por sus oficios, y expresa de manera especial el gusto y valor que siente por la gastronomía de esta región, al ser uno de sus elementos culturales más relevantes”, concluye la fotógrafa.
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