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“Cualquier palabra en el espacio público conlleva una responsabilidad ética y eso es un privilegio, pero tenemos que asumirlo y tomarlo muy en serio”, afirmó Lorenzano, que presentó su libro Herida fecunda.
Sobre la situación actual de su país de origen, Argentina, opinó que enseña “que los derechos conseguidos hay que defenderlos cada día y no son definitivos nunca”.
“Desde su primer día de gobierno, Milei empezó a violentar derechos que tantas décadas o siglos ha costado conseguir y uno de los sectores que más odia es la cultura, junto a los derechos humanos de las mujeres y de las diversidades sexogenéricas y también a la gente de mayor edad”, añadió la autora, que nació en Buenos Aires en 1960 y se exilió en México en 1976.
“El miedo que el poder tiene a la cultura, de ahí tantas quemas de libros a lo largo de la historia, desde la Biblioteca de Alejandría a los últimos libros prohibidos por Trump en Estados Unidos”, lamentó.
“Ojalá fuera solo Milei quien atenta en este momento contra los valores de la democracia”, añadió Lorenzano, que admitió que abrir los periódicos argentinos por la mañana le provoca “cada vez más angustia y ansiedad”.
“No me da lo mismo que el presidente sea Milei, o cualquier otro, y que decida prohibir el lenguaje inclusivo o hablar mal de la fundadora de las Abuelas de la Plaza de Mayo, es algo tan éticamente reprobable que me enferma”, añadió.
Con respecto a Herida fecunda, editado por Páginas de Espuma, explicó que en sus páginas hay “una presencia fuerte” de la ensayista española María Zambrano, porque “si alguien ha pensado el exilio en nuestra lengua, ha sido ella”.
“Para todos los que vivimos fuera de nuestra tierra, el exilio fue como nuestra patria y no hay que hablar ya de dos nacionalidades, de esa pertenencia ‘argenmex’ que siempre he reivindicado, sino de una tercera pertenencia que es el exilio”, agregó.
El título del libro se vincula con Zambrano y también con la escritora de origen ucraniano exiliada en Brasil, Clarice Lispector, que “decía que el exilio es una herida, pero se puede hacer que esa herida sea fecunda, en la que se encuentre luz, un motivo de vida, no solo de llanto y de dolor, y la posibilidad de crecer, crear y producir”.
“Estamos conformados por aquellos que han vivido antes que nosotros y en nuestra sangre y nuestros huesos está la historia de quienes nos precedieron”, según Lorenzano, que cree que cuando escribe están “esas voces anteriores” y en parte “somos hijos de esos relatos que nos conforman”.
“Finalmente, terminamos siendo una suerte de suma de elementos, de ‘collage’ o una suerte de Frankenstein hecho de pedazos, y la función de la palabra es zurcir esos pedazos”, sentenció.