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Recientemente lanzaron el tema “Tantas cosas buenas”, relacionado con la banalidad y la superficialidad. ¿Para qué hablar de esas temáticas desde la música?
En general, el arte y la música han sido un canal de comunicación para decir algo que no se podía manifestar de otra manera, sobre todo lo relacionado con lugares oscuros y melancólicos (esos otros espacios que no son tan comerciales, tan condescendientes con algo fácil). En la música encontraba eso, pero siento que con el tiempo se ha ido perdiendo y que todo ha ido cayendo en la lógica de algo bello, vacío, superficial, fácil y que nos refuerza nuestra idea de una especie de buena onda forzada, que nos ayuda a vivir, a atravesar este mundo horrible. En últimas, siento que todos tenemos ese mecanismo de defensa: creamos un escudo para poder atravesar la realidad, pero el arte y la música que me interesan tienen que ser el espacio para sensibilizarnos (el escudo funciona un poco, pero a veces es exagerado y no nos hace ver la realidad).
¿Por qué cree que lo fácil es lo que impera en nuestra sociedad actual?
Creo que está reforzado por muchas cosas. Por un lado, vivimos en un mundo, en un continente que está en una crisis muy profunda. Por otro lado, está la lógica de las redes sociales y de la buena onda: no tienen que haber mensajes políticos, denuncias e imágenes feas (sobre todo esa es la lógica de Instagram y TikTok); es decir, una felicidad forzada en medio de un mundo en crisis, en donde hay guerra, etc.
¿Usted también ha jugado a esa lógica de la felicidad forzada?
Me gusta tener cierta capacidad de reflexión, pero eso no quita que entre en ese juego, porque es con lo que convivo todo el tiempo. Vivimos también en una estructura lógica que nos obliga a vivir en ese estado, que, de alguna manera, genera un patrón de comportamiento al que nos vamos acostumbrando y del que después se hace cada vez más difícil salir porque damos por sentado de que hay una lógica sobre cómo debemos comunicarnos e interactuar con los demás (es una locura permitir que las plataformas, las redes sociales, ciertas estructuras nos marquen nuestra capacidad crítica y comprensión de la realidad). Tal vez estoy exagerando un poco: no todo pasa por ese canal, todavía existe el mundo real, cómo nos manifestamos por fuera de la lógica de las redes, pero siento que cada día esa lógica repercute más en nuestra forma de comunicarnos y pensar (eso me preocupa). Lo mismo pasa con el capitalismo: todos vivimos dentro de ese sistema, tenemos nuestra capacidad de reflexión, pero es muy difícil salirse de esa lógica. Entonces, un poco el juego de la canción es la ironía, la dualidad que genera la estructura musical pop (alegre y bailable) con una letra pesimista. Nos gustaba ese juego, porque, un poco, la reflexión final también está a través de esa dualidad (podemos quejarnos de esto, pero es lo que nos toca y parece difícil que cambie radicalmente en lo inmediato).
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A pesar de lo que dice, ¿cree que aún hay esperanza de que eso cambie?
No quiero ser pesimista con alguien que recién acabo de conocer (por lo general lo soy con quienes ya me conocen), pero creo que pasan los años y en cada disputa política o de cambio que suele haber en el mundo y genera esperanza, al final siempre gana el capitalismo. Pienso que si se gana una disputa por algún nuevo derecho es porque el capitalismo se acomoda a que le sea útil (eso es un poco abrumador porque uno celebra, pero el sistema también se amolda, entonces quizás ganamos en unas cosas y en otras no). Vivimos en un continente que vive en crisis por cuenta de nosotros, por cómo votamos por nuestros políticos, pero también por un poder central que está por fuera del continente y delimita nuestro accionar. Pensándolo así, uno se pregunta: “¿Qué estructuras nunca cambian?”: la pobreza y la desigualdad. El capitalismo en nuestro continente nunca se acomoda a eso, no deja un espacio para que esa revolución pueda ocurrir: que todos vivamos más o menos bien. Entonces, sí podemos ganar muchas cosas que son celebrables : derechos de las personas, de las minorías (que van cambiando) y que hacen que el mundo sea un poco mejor, pero hay siempre un sector que vive en condiciones que no son deseables por nadie y eso nunca entra en la lógica, tampoco en la de la protesta; parece no haber ruido por esas personas, lo que más me molesta es que parece no ser cool luchar por esos derechos, por los derechos de que cada uno tenga una casa, un plato de comida y unas condiciones dignas.
Es como si la igualdad real fuera tan solo una utopía, algo que nunca se va a alcanzar…
Totalmente. Esa igualdad es la que más me preocupa. Siento que hay derechos que se pelean y que en algún punto digo: “Es ridículo que estemos peleando por esto”, por ejemplo, el matrimonio igualitario en Argentina (una disputa que ya tiene muchos años). Ahora en el Mundial está prohibida la homosexualidad (es tan extraño), uno lo repasa y en la historia de occidente también fue así (vivíamos en un mundo mucho más ignorante, torpe y violento). Pero me pregunto: ¿Qué pasa con lo otro?, ¿qué pasa con la desigualdad económica? Con la crisis que destruye una familia y que genera un montón de cosas malas en las personas; qué pasa con esa disputa, por qué tendría que ser ridícula. Por ejemplo, es ridículo que haya que vivir con esa desigualdad en Argentina, en un país tan rico en recursos, con una población que es pequeña en comparación con su territorio. Entiendo que a través de la disputa política (que es la más engorrosa y la que nos divide) no nos pongamos de acuerdo, pero sí podríamos hacerlo en que la igualdad esté incluida; aunque está incluido en la constitución argentina que todos los ciudadanos del territorio deben tener un techo y un plato de comida, pero no se cumple nunca y nunca hay movimientos de protesta en redes sociales por eso (son como los silenciados que ninguno apoyamos, me incluyo).
De hecho, afirma en la canción que “tantas cosas por planear, para no llegar a ningún lugar. No es difícil de entender, todo esto se va a perder”…
Sí, la canción juega con varias cosas. Siempre me gustó escribir sobre algo sin decirlo literalmente, dejando que cada escucha lo cierre con su propia experiencia (así cada uno lo interpreta como le parece). Entonces, la canción puede hablar de esto que hemos estado hablando, pero también de una relación que se va a perder, de algo que uno planea durante tanto tiempo y después se termina, así que habla de todas las cosas que finalizan. El juego estético de la canción pop con una letra pesimista iba, un poco, por ese lado que venimos hablando.
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Me gustaría hacerle una pregunta que realiza en esta canción, relacionada con lo que hemos venido hablando, ¿cuánto vamos a esperar?
No nos queda más que esperar, aunque también podemos no esperar (son ambas opciones). Nos aferramos a las cosas que no tenemos (hay momentos felices y con eso nos vamos apoyando al devenir de nuestra existencia). Hay que permitirse rendirse, hablo a nivel general, no de nuestras convicciones y cómo vamos a obrar el día a día para ser consecuentes con lo que pensamos (si reclamamos algo con profundidad, después, ser a diario consecuentes con las decisiones y acciones que realizamos). No se trata de rendirnos en lo referente a eso, pero a veces sí a los momentos, por ejemplo, decir: “Hoy no voy a forzar mi buena onda. Hoy estoy triste y abatido, y así voy a vivir este día” (mañana será otro día y nos levantaremos de otra manera, pero también está bien permitirse rendirse, aunque sea un día, un mes o un año, o lo que sea).
¿Por qué piensa que nos han vendido que no está bien rendirse?
Pienso que toda esta cosa de lo positivo tiene un gancho comercial, quizás en algún punto el mensaje de esperanza es sincero para que nos mantengamos en pie (lo mismo que hacemos cuando un amigo está triste: le damos un mensaje de esperanza, aunque sea vacío, más un deseo que una descripción de la realidad). Nada está bien ni mal, pero, en este punto, hay algo falso en la esperanza, entonces nosotros nos aferramos a ella a partir de nuestra desesperanza. Hay un juego comercial de decir: “Vendamos esperanza, que es lo que más vende” (por eso vivimos en esta cosa medio superficial que nos quieren hacer creer).
Relacionado un poco con lo que dice, Julio Cortázar afirmaba en “Rayuela” que “probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose” …
Me gusta. No tenía presente la frase, pero es algo mucho mejor dicho y parecido a lo que quería decir.
Algunos dicen que “Tantas cosas buenas” tiene un sonido similar a “Everybody wants to rule the world” de Tears for Fears…
Un gran tema (a mí personalmente me parece una de las mejores canciones de la historia) y sí hay un guiño a eso en lo rítmico, en la atmósfera. Esta canción nació en las sesiones de musicalización de la serie Okupas, pero al final no quedó ahí. La compuse para una escena en que la pandilla protagonista vuelve de una pelea: medio derrotados, se suben a la ruta, ponen la radio y pensé: “Qué bueno que suene esta canción que voy a componer para esta escena, con ese sonido FM antiguo” (hay un radio muy popular acá en Argentina que se llama Aspen, que pone toda la música de los ochenta, entonces quería recuperar esa atmósfera). Pensé mucho en esa canción de Tears for Fears y en otras que tienen un ritmo parecido. Buscaba recuperar ese ritmo de los ochenta, primero que todo, para decorar esa escena y, segundo, para reforzar esta idea que hablábamos al principio: la alegría pop que contrasta con una letra oscura. También pensé en la canción Billie Jean de Michael Jackson; si no sabes inglés igual la escuchas y es una canción muy festiva, muy de discoteca de aquellos años, pero también tiene una letra muy oscura: habla de un hijo que no es de él y de una fan enloquecida (me parece que esa combinación se fue perdiendo en la música actual).
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Sí, la combinación de un ritmo festivo con una letra oscura…
Total. Esa combinación “me parte la cabeza”, me gusta escucharla como oyente y trato de ejercerla cuando compongo o al menos eso traté de hacer en esta canción. La historia de Billie Jean es muy compleja, muy oscura, pero hoy no veo canciones así que sean número uno (obviamente las hay, pero no es tan común).
Usted es el encargado de componer las canciones de El mató a un policía motorizado. ¿Cómo es ese proceso creativo?
Básicamente, compongo en mi casa y, por lo general, con una guitarra acústica. Hago una composición muy básica que después se termina de completar con toda la banda (a menos que se me ocurra algo muy puntual como un arreglo). Al principio, terminaba casi que todas las canciones, entonces cuando llegaba a la sala con los chicos “ya estaban bastantes cocinadas”, pero fui dejando un espacio para que cada uno componga su parte y es mejor así, porque se abre un juego que hace que las canciones vayan para lugares inimaginados (cuando uno las cierra tanto, no le da ese margen).
Claro, porque eso ayuda a que el tema se enriquezca a partir de otras visiones…
Totalmente. Yo puedo sumar y decir: “Tuve un día muy despierto, se me ocurrió estos arreglos para la batería o el bajo”, y puede valer ese momento si uno tiene todo, pero con el tiempo se hace muy difícil que solo una persona siempre tenga la frescura de estar en estado cambiante (además los chicos la rompen, son buenísimos). Nunca puse en duda dejar ese espacio para todos porque en esa combinación suceden cosas increíbles y, la verdad, es que soy un afortunado de poder tocar con ellos.
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El 17 de noviembre ganaron el Latin Grammy como Mejor álbum de rock por su disco “Unas vacaciones raras”. ¿Por qué cree que este reconocimiento conlleva una mayor responsabilidad?
No sé si conlleve una mayor responsabilidad (lo digo con cariño a los Latin Grammy y a quien corresponda). Estamos muy agradecidos y contentos con este reconocimiento, pero, en realidad, no cambia mucho en la profundidad de nuestra visión con respecto a la música. El disco que fue premiado es uno que queremos mucho, estamos orgullosos de él, pero no es que ahora lo estemos más por el premio (la verdad es que no hay que olvidar nunca la arbitrariedad de los premios). No quiero ser pesimista (me gusta mucho mirar los Óscar, me divierte, soy fan del cine), pero la verdad es que no cambia nada que nunca hayan premiado, por ejemplo, a Tarantino en mi visión de que él es uno de los grandes directores de la historia. Entonces, el premio es algo que tiene que ver más con la celebración ocasional que con una dinámica lógica de pensamiento. Para mí, si algo tiene sagrado el arte y la música es que no sabe de triunfadores y derrotados. Entonces, cuando se mezcla eso con los premios, cuando hay alguien que gana y que pierde, es un poco un sacrilegio. Recordar eso: que el arte no es competencia, así que un premio es un mimo como te lo puede dar cualquiera en la calle cuando te dice: “Me encantó el último disco, me emocionó, me generó esto, me dieron ganas de hacer esto otro” (eso es valioso y este reconocimiento es tan valioso como eso).
Sí, el valor de la obra no está en que sea premiada, sino en lo que es en su esencia y en lo que significa para cada persona…
Totalmente de acuerdo. Obviamente nosotros celebramos este tipo de situaciones, pero en mi caso lo hago por otro motivo: celebro que los Latin Grammy, que son tan de la industria, de repente abran el juego y le den un espacio a una banda tan independiente y alternativa como la nuestra. Celebro mucho el espacio, la nominación nuestra y de un montón de artistas independientes que han sido nominados, sobre todo, en la última época. Celebro que nuestro nombre y música pueda generar atención en nuevos lugares (tal vez al ganar alguien dice: “Esta banda me llama la atención, por qué ganaron, vamos a escucharlos”, siempre una nueva escucha, para mí, es un motivo de celebración). Haber ganado sobre otros, eso sí no lo tomo para nada en serio.
Del álbum por el que fueron galardonados se desprende el tema “La otra ciudad”, que incluso hizo parte de la última temporada de la serie argentina “El marginal” …
Sí, eso fue muy lindo. Obviamente el tema fue concebido para Okupas, fue compuesto puntualmente para una de sus escenas (recomiendo esta serie para todos lo que no la han visto, está disponible en Netflix para toda Latinoamérica). Okupas cambió tanto la televisión argentina que, a partir de ella, empezaron a surgir un montón de series con ese estilo (por decirlo de alguna manera) y llega hasta la actualidad con El marginal, que es un hijo de todo lo que generó Okupas. El director de El marginal nos dijo que, si podían incluir esa canción en la serie y nos gustó la idea, pero realmente fue concebida para un momento puntual: cuando Rodrigo de la Serna, el protagonista de Okupas, empieza a tener un cambio profundo en su vida, en su personalidad, en lo que está haciendo, entonces es un poco la otra ciudad como una especie de metáfora de ese cambio, de ir a otro lugar (ir de un lugar en donde uno está acostumbrado a otro que no). Contento también de estar en El marginal, una serie que me divierte mucho y en la que también actué; creo que estoy en la antepenúltima temporada (todavía no me he visto esos capítulos, me da mucha vergüenza).
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¿Por qué?
Me divierte mucho que me inviten a participar; amo tanto el cine, las series, toda la ficción, entonces me parece divertido estar ahí siendo parte de eso (incluso me divierten las jornadas de filmación que son largas y tediosas). Ahora, cuando ya está filmado es otra cosa, eso no me gusta tanto; me gusta vivirlo, pero después verme en la cámara me da un poco de pudor.
Hablemos un poco sobre esa fascinación por el cine. ¿Qué fue primero: el cine o la música o las dos?
Todo el mundo convive con la música y es inevitable que las personas tengan cariño por ella (lo mismo pasa con el cine: también es muy popular). Recuerdo que en mi casa había una pulsión especial por el cine, diferente a la de otras casas (también pasaba con los musicales, porque mi papá toca la guitara, entonces era una casa muy musical en donde él, en las reuniones con amigos, se quedaba tocando y cantando hasta el final). Siempre fuimos una familia muy humilde, nunca nos sobró nada, incluso vinimos a tener reproductor de cd hasta mitad de los noventa (siempre muy tardes con esas cosas, pero nunca nos faltó nada ni tampoco nos sobró).
Un día en el trabajo de mi papá hicieron un sorteo (él laboraba para el Estado en esos años), al final el ganador se llevaba una video casetera (un reproductor de VHS, que en los años ochenta no era muy común, incluso las familias que más tenían dinero en el barrio no tenían video casetera; fueron unos artefactos que después revolucionaron los hogares porque de repente era como tener el cine en tu casa y eso fue muy potente en nuestra dinámica). Me acuerdo de que íbamos todos en familia al único videoclub que había en la ciudad en búsqueda de tesoros, porque no había la información que tenemos ahora: internet, críticas e IMDb. Entonces era ir a ver portadas de VHS, ver cuales nos interesaban, leer atrás un poco la reseña y mirar qué pasaba con eso. Esa idea de la búsqueda del tesoro, de ir con toda esa emoción a sorprenderse con una película al living de tu casa fue para nosotros como una revolución y creo que eso está muy presente en la música, en las letras, en el arte de Él mató, en cierta pulsión que tiene la rítmica, que a veces parece acompañar algo que encaja bien en lo visual.
¿Para qué quiere seguir haciendo música?
Creo que es una pulsión que no puedo evitar (me aparecen ideas, es algo que hace parte de la dinámica de mi cerebro; veo algo que me inspira y digo: “¡Qué bueno sería hacer algo con esto!”). Eso me sale solo, no es que piense que tengo que hacer música nueva y entonces debo obligar el ejercicio creativo (la verdad es que me sale naturalmente, ya sea que después lo lleve a cabo o no). Quizás luego no haga nada con eso, pero todo el tiempo estoy en ese juego de buscar algún disparador que me lleve a escribir una canción, a hacer un dibujo o un video.