Sarah Biffin y el éxito de la miniatura
Durante el siglo XIX una mujer que medía 94 centímetros de altura se hizo famosa por sus pinturas en miniatura, que hoy se venden por miles de dólares.
Andrea Jaramillo Caro
Con los dientes, así es como la artista inglesa Sarah Biffin pintaba sus obras durante el siglo XIX. La artista nació sin brazos o piernas, sin embargo, esto no impidió que su trabajo llegara a ser apreciado en los altos círculos de poder e incluso llegara a ser visto por la familia real.
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Con los dientes, así es como la artista inglesa Sarah Biffin pintaba sus obras durante el siglo XIX. La artista nació sin brazos o piernas, sin embargo, esto no impidió que su trabajo llegara a ser apreciado en los altos círculos de poder e incluso llegara a ser visto por la familia real.
“[Biffin] representa tal fuerza para superar no solo el prejuicio que sin duda se habría mostrado hacia una artista femenina profesional, sino también hacia alguien que habría sido visto como un fenómeno del circo”, escribió la experta en pintura en miniatura Emma Rutherford, citada por Artnet News.
Escribía, cosía y pintaba miniaturas, Sarah Biffin llegó a tener su propio estudio gracias a su talento. Sin embargo, su vida no empezó de esta forma. Nació en 1784 en Sommerset, Inglaterra. Era la tercera de cinco hijos en una familia que no tenía títulos o riquezas. De su partida de bautizo y unos pocos autorretratos se conoce su condición que llevó a sus padres a firmar un contrato con Emmanuel Dukes cuando ella tenía 13 años para que ella fuera su aprendiz, pero sus labores iban más allá.
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En los periódicos y carteles de la época se leía: “¡Octava maravilla! La señorita Biffin en su camino a Edimburgo tiene la intención de darles el honor de ser exhibida por un corto periodo de tiempo”. Esto es lo que ella hacía como aprendiz de Dukes, era exhibida como una rareza y en diferentes ferias de inicios del siglo XIX mostraba sus talentos escribiendo, bordando o pintando y ganaba 5 libras al año por este trabajo. Pero a diferencia del relato que nos ofrecen películas como Pinocho sobre la forma en que se manejaban estas ferias, Sarah Biffin contaba en sus diarios que el señor y la señora Dukes la trataban como si fuera parte de la familia.
“Nacida con brazos y piernas deficientes, tiene una apariencia agradable… [y] muestra un gran genio. [Biffin] escribe bien, dibuja paisajes, pinta miniaturas y muchas más cosas asombrosas, todo lo cual realiza principalmente con SU BOCA”, decía uno de los anuncios que invitaban a sus presentaciones, este fue encontrado con una acuarela titulada “Estudio de plumas” que Biffin pintó en 1812 y se vendió en una subasta en 2021.
Sin embargo, esta labor no duraría mucho. En 1808, en la feria de San Bartolomeo, George Douglas, el conde de Morton la vio en uno de sus actos y cuando estuvo convencido de su talento ofreció apadrinarla para recibir clases en la Academia Real de Artes, desde este punto su nombre estuvo en boca de los nobles y aristócratas. De acuerdo con el recuento de su vida, escrito por Essaka Joshua para Art UK, antes de ofrecerle el patrocinio el conde puso a prueba a Biffin al comisionarle un retrato de él. Luego de cada sesión Douglas se llevaba consigo el retrato para asegurarse de que ella lo realizara sin ayuda y así comenzó el patronazgo que llevaría a Biffin a la fama.
Su mentor en la academia fue el artista William Marshall Craig, quien pintaba y recibía comisiones de personajes importantes en el gobierno inglés. El reconocimiento finalmente llegó en 1821 cuando Biffin ganó una medalla de plata en la academia y su patrocinador mostraba su arte a la aristocracia y realeza, lo que llevó a que estos se convirtieran en clientes de Biffin. Por ejemplo, la reina Victoria compró el retrato que la artista había hecho de su padre en 1839.
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Desde que recibió el reconocimiento de la medalla, Biffin comenzó a exponer con cierta regularidad en la academia de artes que, a su vez, recibió varias de sus obras. Con la fama y reputación que comenzó a ganar, abrió un estudio en la Calle Bond en Londres. La artista fue conocida a lo largo y ancho de Inglaterra, los medios reportaban constantemente la forma en la que ella realizaba tareas comunes. Se sabe que en 1829 dio clases de pintura en miniatura gracias a una descripción que escribió Edward Boys Ellman, primo de una de sus alumnas, quien decía que era “una mujer de aspecto pesado; usaba turbante y siempre estaba sentada en un sofá. Su pincel estaba sujeto a una gran manga abullonada que cubría el corto muñón de la parte superior del brazo. Arreglaba y quitaba la brocha con los dientes, cuando era necesario para lavar la brocha. Al pintar, inclinaba el hombro derecho hacia adelante, casi tocando la mesa. Declaró que consideraba que para pintar tenía la ventaja de los que tenían brazos, ¡porque seguramente era más fácil pintar con un pincel corto que con un palo largo!”.
Pero cuando en 1827 murió el conde de Morton, Biffin cayó en grandes deudas y logró superarlas gracias a que la reina le otorgó una pensión civil con la que comenzó una vida modesta en Liverpool. Por los reportes que sobrevivieron, se sabe que vivió en Brighton y otros lugares de Inglaterra, pero fue en Liverpool donde encontró personas que pudieron ayudarla económicamente. En 1847 el filántropo Richard Rathbone inició un fondo para beneficiarla, muchos ayudaron e incluso envió una carta a Charles Dickens pidiendo su ayuda. A pesar de la negativa del escritor, Sarah Biffin apareció en distintos relatos y artículos escritos por él.
La gloria que la artista probó por unos años se desvaneció lentamente e intentó ganarla de nuevo bajo el nombre artístico Ms. Wright, para el que adoptó el apellido de su esposo. Sarah Biffin continuó pintando hasta el día de su muerte el 2 de octubre de 1850, a la edad de 66 años. Tan solo unos meses antes la Real Academia de Artes había exhibido una de sus obras. En la actualidad estas han sido subastadas por miles de dólares, la más costosa alcanzó el precio de $180,000 dólares en subasta. El legado e historia de Biffin se perpetúa en este momento como un ejemplo de resiliencia.
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“La historia de la vida de Biffin y el hecho de que fuera tan talentosa teniendo en cuenta su discapacidad es lo que realmente atrajo a los postores”, dijo el director de Philip Mold, Lawrence Hendra, a Antiques Trade Gazette, citado por Artnet News sobre su trabajo subastado. “La gente tiene un profundo respeto por aquellos que son capaces de superar la adversidad, y puedo pensar en pocos otros artistas que lograron esto en mayor medida que Biffin”.