Sebastián Lelio: ‘No concibo una ciudad sin salas de cine’
Entrevista con el director de cine y ganador del Óscar. Hoy recibirá el India Catalina como tributo a su trayectoria en la industria audiovisual.
Pedro Mendoza - elespectadorcorresponsal@gmail.com
Sebastián Lelio es un director de cine chileno ganador de un Óscar a la Mejor película de habla no inglesa por Una mujer fantástica, en 2017. Por estos días está en medio de entrevistas y visitando a sus amigos en medio de las calles y murallas de Cartagena. El Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI) le otorgó una India Catalina que fue elaborada a mano en filigrana momposina. Un tributo a su obra en el séptimo arte.
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Sebastián Lelio es un director de cine chileno ganador de un Óscar a la Mejor película de habla no inglesa por Una mujer fantástica, en 2017. Por estos días está en medio de entrevistas y visitando a sus amigos en medio de las calles y murallas de Cartagena. El Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI) le otorgó una India Catalina que fue elaborada a mano en filigrana momposina. Un tributo a su obra en el séptimo arte.
En entrevista para El Espectador, habló de sus inicios, su primer corto en 1995, que hace poco volvió a ver. “Me sorprendió mucho, fue mi primer ejercicio en la Escuela de Cine de Chile, un relato paralelo sobre cuatro mujeres. Lo tenía completamente olvidado”.
Es su segunda visita a Colombia —la primera fue hace 12 años—, también para asistir al FICCI. Está muy satisfecho de su nueva película, The Wonder (El prodigio), que fue estrenada en la plataforma de Netflix a finales del año pasado. Allí, en la Irlanda del siglo XIX, presenta ese escenario de las creencias, la fe y la tradición oral. Está contento de haber escrito el guion y dirigir a la actriz británica Florence Pugh, una enfermera en los campos y montañas que debe conocer a una joven mujer que ha sobrevivido seis meses sin consumir alimentos, donde la fe, el ayuno y los demonios se intercalan con la realidad y el conocimiento. Volverá a Chile, donde les contará a sus amigos de la conexión que ha logrado tener en Cartagena. “Envidiamos mucho la vitalidad y la energía que se respira acá”.
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Hace poco dijo que en el cine existen las historias heredadas y las que se escogen. Usted ganó el Óscar a la Mejor película extranjera por “Una mujer fantástica” en 2017. ¿Qué tan fantásticas son las mujeres en el mundo real?
Hay una interpretación muy importante del papel de la mujer actualmente. Yo creo que todo cambió. Empezó a cambiar por lo menos en Chile y en los países donde yo he estado filmando: Irlanda, Inglaterra y Estados Unidos. La conversación cambió desde la ocupación de los espacios de poderes o el ejercicio del poder. La paridad, por ejemplo, un concepto que en Chile está muy muy presente, que va en la dirección de hacer una sociedad más vivible para todos.
Hace poco dijo que trata de hacer películas donde todos cometen aciertos y errores, no hay villanos, ¿por qué?
Yo siempre he intentado hacer eso en las películas, que no haya realmente un gran villano. En general, la fuerza antagónica en las historias que yo he narrado es la propia limitación de los personajes, la limitación de su propio sistema de creencias.
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Para estos tiempos que vivimos, afirmó que se pestañea y se pueden llegar a perder 50 años, por la información tan rápida que se recibe. ¿Cómo funciona eso en las nuevas generaciones para un director al que contar historias le resulta tan importante?
Yo creo que es un momento altamente volátil producto de las redes sociales y de cuán influenciables son las masas. La necesidad de pertenecer a distintos grupos, tribus, que encuentran un paraíso en Twitter, en Instagram, en las redes y, por supuesto, las distintas fuerzas políticas utilizan estas herramientas como agua para su molino.
¿Las redes son entonces la voz de los intereses?
Yo siento que hemos sido expuestos a mecanismos que nos manipulan. Lo vimos con el brexit, lo hemos visto en distintas ocasiones en la política internacional en los últimos años desde que irrumpió el internet con fuerza. Todo el mundo tiene voz a través de las redes, entonces yo creo que ya el ciudadano promedio no puede, simplemente, creer por defecto. Ya no se puede creer simplemente porque uno pertenece a una cultura o porque es una responsabilidad política. No es tan inocente, o no es un hecho menor, tu like en el perfil de alguien. Hay fuerzas que están queriendo disputar tu atención y mover las agujas.
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¿Cómo ha sido ese cambio de pantalla? Su película “El prodigio” está en Netflix. ¿Cree que terminarán los tiempos de las salas de cine?
Yo no concibo una ciudad contemporánea sin salas de cine, creo que eso es algo que nadie puede imaginar. Estamos caminando a un modelo más híbrido donde hay muchas pantallas, pero por supuesto que hay que defender la pantalla grande y la experiencia colectiva: allí hay una ritualidad y una oportunidad de dejar de ser nosotros mismos para aprendernos en lo colectivo, que es lo que no tiene la experiencia individual de la pantalla de la casa.
¿Qué tan importante es la competencia de las películas en los festivales de cine?
A veces pienso que en 50 años miraremos atrás, recordaremos las alfombras rojas y las competencias, y sentiremos una suerte de extrañeza. A veces pienso que, quizás, es algo que va a empezar a quedar atrás.
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