“Seguimos trabajando, publicando, creciendo, aprendiendo, sorprendiéndonos”
La editorial independiente Laguna Libros celebró 15 años, luego de su fundación, en 2007, bajo la dirección de Felipe González.
Andrea Jaramillo Caro
Laguna libros cumple 15 años. ¿Cómo comenzó usted con este proyecto?
Laguna Libros comenzó con ignorancia del contexto de la industria editorial, de los oficios y del potencial del proyecto, pero con muchas ganas de hacer y aprender. Por eso siempre hemos sido un laboratorio editorial y un puente entre creadores y lectores.
¿A qué desafíos se enfrentó para empezar y a cuáles se enfrenta ahora?
La primera línea editorial que abrimos fue la de libros de arte, y fue muy difícil porque no queríamos hacer libros académicos ni de lujo y eso nos dejaba un mercado muy reducido. La creación de nuestra línea de narrativa, hace ya más de diez años, nos ha permitido crecer. Algunos de nuestros desafíos, ahora, son explorar nuevas líneas para ampliar nuestra oferta editorial, y seguir fortaleciendo nuestra línea narrativa para seguir acompañando a autores y lectores que han crecido con nosotros.
¿Cómo llegaron a esos textos que han marcado el sello editorial de Laguna?
El mérito es, principalmente, de las maravillosas editoras y los editores que hacen y han hecho parte del equipo, y se han sumado a la responsabilidad de seleccionar rigurosamente los mejores contenidos para nuestros lectores. También nos debemos en buena medida a los amigos libreros, profesores que constantemente recomiendan textos, y a unas redes más amplias que se apoyan en las ferias, de las que hacen parte agencias literarias y editoriales de otros países. A mí me gusta pensar que contribuyo generando las condiciones para que este proyecto cultural sea un espacio laboral fértil para la creatividad, el pensamiento crítico y la sensibilidad, y para hacer las alianzas necesarias con otros actores para dinamizar el potencial de cada libro.
Le invitamos a leer: Regresa al Teatro Petra “El interrogatorio”
¿Cómo se imagina a Laguna en el futuro?
En movimiento. Una parte de mí envidia a esas editoriales europeas que encuentran una manera de hacer las cosas que les funcionan por décadas. Creo que las precariedades del contexto latinoamericano nos obligan, y no solo a las editoriales, a adaptarnos, a ser cambiantes. Crecer es una forma de sobrevivir. Todo el tiempo estoy imaginando diferentes futuros para Laguna, pero yo también espero seguir sorprendiéndome.
¿Qué ha sido lo más difícil y lo más satisfactorio de crear y mantener la editorial?
Las dificultades han sido muchas, pero también han sido muchos los aliados para superarlas. Lo más satisfactorio es recibir las respuestas de los lectores, y ver la resonancia que van teniendo en otros países los libros a los que le hemos apostado.
Le recomendamos leer: Arte constructivista: la muerte de lo tradicional en tiempos tumultuosos (II)
¿De qué forma se ha transformado Laguna Libros?
Comenzamos con una lluvia de ideas en la sala de la casa de mi socia y amiga Juana Hoyos. Fuimos una editorial de libros de arte que publicaba un título al año y hacía servicios editoriales para pagar una empleada y una oficina en la Jiménez. Hemos cargado muchas cajas y muebles, visitado ferias, tocado la puerta en librerías y agencias, hemos trasnochado y madrugado, y hemos celebrado. Hemos escuchado, acompañado procesos mientras vivimos el nuestro. Hoy hacemos parte de una distribuidora (La Diligencia Libros), de una escuela de escritura (Laboratorio de Creación), del pabellón de editoriales independientes de la Filbo. Vendemos derechos de libros de talentosísimas autoras colombianas para ser traducidos y publicados en otros países. Y seguimos trabajando, publicando, creciendo, aprendiendo, sorprendiéndonos.
Laguna libros cumple 15 años. ¿Cómo comenzó usted con este proyecto?
Laguna Libros comenzó con ignorancia del contexto de la industria editorial, de los oficios y del potencial del proyecto, pero con muchas ganas de hacer y aprender. Por eso siempre hemos sido un laboratorio editorial y un puente entre creadores y lectores.
¿A qué desafíos se enfrentó para empezar y a cuáles se enfrenta ahora?
La primera línea editorial que abrimos fue la de libros de arte, y fue muy difícil porque no queríamos hacer libros académicos ni de lujo y eso nos dejaba un mercado muy reducido. La creación de nuestra línea de narrativa, hace ya más de diez años, nos ha permitido crecer. Algunos de nuestros desafíos, ahora, son explorar nuevas líneas para ampliar nuestra oferta editorial, y seguir fortaleciendo nuestra línea narrativa para seguir acompañando a autores y lectores que han crecido con nosotros.
¿Cómo llegaron a esos textos que han marcado el sello editorial de Laguna?
El mérito es, principalmente, de las maravillosas editoras y los editores que hacen y han hecho parte del equipo, y se han sumado a la responsabilidad de seleccionar rigurosamente los mejores contenidos para nuestros lectores. También nos debemos en buena medida a los amigos libreros, profesores que constantemente recomiendan textos, y a unas redes más amplias que se apoyan en las ferias, de las que hacen parte agencias literarias y editoriales de otros países. A mí me gusta pensar que contribuyo generando las condiciones para que este proyecto cultural sea un espacio laboral fértil para la creatividad, el pensamiento crítico y la sensibilidad, y para hacer las alianzas necesarias con otros actores para dinamizar el potencial de cada libro.
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¿Cómo se imagina a Laguna en el futuro?
En movimiento. Una parte de mí envidia a esas editoriales europeas que encuentran una manera de hacer las cosas que les funcionan por décadas. Creo que las precariedades del contexto latinoamericano nos obligan, y no solo a las editoriales, a adaptarnos, a ser cambiantes. Crecer es una forma de sobrevivir. Todo el tiempo estoy imaginando diferentes futuros para Laguna, pero yo también espero seguir sorprendiéndome.
¿Qué ha sido lo más difícil y lo más satisfactorio de crear y mantener la editorial?
Las dificultades han sido muchas, pero también han sido muchos los aliados para superarlas. Lo más satisfactorio es recibir las respuestas de los lectores, y ver la resonancia que van teniendo en otros países los libros a los que le hemos apostado.
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¿De qué forma se ha transformado Laguna Libros?
Comenzamos con una lluvia de ideas en la sala de la casa de mi socia y amiga Juana Hoyos. Fuimos una editorial de libros de arte que publicaba un título al año y hacía servicios editoriales para pagar una empleada y una oficina en la Jiménez. Hemos cargado muchas cajas y muebles, visitado ferias, tocado la puerta en librerías y agencias, hemos trasnochado y madrugado, y hemos celebrado. Hemos escuchado, acompañado procesos mientras vivimos el nuestro. Hoy hacemos parte de una distribuidora (La Diligencia Libros), de una escuela de escritura (Laboratorio de Creación), del pabellón de editoriales independientes de la Filbo. Vendemos derechos de libros de talentosísimas autoras colombianas para ser traducidos y publicados en otros países. Y seguimos trabajando, publicando, creciendo, aprendiendo, sorprendiéndonos.